lunes, 30 de septiembre de 2013

10º.- La plusvalía:El patrón se queda con parte de la riqueza que crea su obrero


VII

LA PLUVALÍA ES LA PARTE DEL VALOR CREADO POR EL TRABAJADOR QUE NO ES REMUNERADA POR EL CAPITAL. LA PLUSVALIA SE AUMETA PROLONGANDO LA JORNADA DE TRABAJO O (Y) REDUCIENDO EL TIEMPO DE TRABAJO NECESARIO PARA PRODUCIR LA MERCANCÍA.

Los estudios de Marx le llevan a la conclusión de que lo que paga el patrón al obrero no es todo lo que éste le da, no es todo lo que corresponde al valor que crea.

Le paga menos, es decir, el trabajador entrega en riqueza al jefe más de lo que éste le paga en euros. Esa diferencia es la plusvalía, y la plusvalía es la madre del cordero del sistema capitalista.

Como, cuanto más plusvalía más ganancia, nos encontramos con la siguiente paradoja: Todo el mundo dice estar contra el parao y sin embargo éste aumenta.

Pero claro, como en toda paradoja, en cuanto se hurga un poco en ella, se desvanece y todo “nos lo explicamos mejor”.

¿Por qué si todo el mundo está contra  la guerra sigue habiendo guerras y amenazas de guerras? Porque alguien miente, y así es, no todo el mundo está contra la guerra, y fundamentalmente no están aquellos a los que les produce pingues beneficios.

Pues lo mismo ocurre con el paro ¡no todo el mundo quiere que desaparezca el paro!

Gracias al paro los empresarios fuertes ganan más, ya que, por un lado los obreros con trabajo están más moderados por miedo a perder el empleo, y, por otro, los gobiernos justifican todas las ventajas (subvenciones, exenciones, leyes laborales a gusto del patrón, etc.) que otorgan a los que más tienen, con la coartada ante el pueblo de que así se combate el paro. Y aún hay más, con el paro, la sociedad en general, aumenta su grado de competitividad, exacerbándose el individualismo y la anti solidaridad, con lo cual resulta que la gente va descaradamente a lo suyo y pasa de organizaciones sociales, lo que, como consecuencia, trae una mayor indefensión de los débiles.

No se puede esperar la solución del problema humano del paro a partir de las ideas que aporten aquellos a los que directa o indirectamente les beneficia.

El paro sólo puede ser atacado con contundencia mediante la reducción de las jornadas de trabajo, es decir, repartiendo el cada vez más escaso trabajo necesario.

Pero claro, como reducir la jornada de trabajo va contra la plusvalía que se lleva el capitalista, la resistencia por parte de las organizaciones empresariales a esta medida es total.

Sin embargo la reducción de la jornada de trabajo no tiene por qué suponer un colapso económico ya que la otra forma de conseguir aumentar la plusvalía consiste en producir la unidad de mercancía en menos tiempo, cuestión que no ofrece ningún problema ante la sofistificación y eficacia de las nuevas tecnologías;  lo que ocurre, lo que está pasando es que la “ansiedad bancaria” parece ser consustancial a la clase dominante, que no acepta ganar algo menos para que así todos vivan, en conjunto, mejor.

domingo, 29 de septiembre de 2013

9º.- Sólo el obrero crea riqueza.


                                   VI

LA FUERZA DE TRABAJO DEL HOMBRE ES UNA MERCANCÍA, ALGO QUE SE COMPRA Y SE VENDE EL “VALOR DE USO” DE ESTA MERCANCIA ES EL DE SER FUENTE DE VALOR.

Todo el que trabaja para otro le vende fuerza de trabajo, y el que compra dicha fuerza lo hace porque le produce valor. ¡Quién crea riqueza es el trabajo!

Toda mercancía, todo lo que se vende, tiene dos clases de valor.

Uno es el “valor de cambio” (por ejemplo, en el caso de este libro, el valor de cambio es el precio que el comprador ha pagado por él),

y otro es el “valor de uso” (siguiendo con el ejemplo, a lo más casual el valor que le ve Vd. a este libro y que le movió a adquirirlo, es que le viene muy bien usarlo para calzar una mesa que cojeaba).

Pues bien, la razón por la que el empresario “compra” la fuerza de trabajo del obrero es porque la usa para que le cree una riqueza que él solo no podría crear.

Esto conviene recordarlo para que no se avergüencen todos aquellos a los que los electrodomésticos no les dejan ver el bosque de la clase social a la que pertenecen, si es que viven de vender su fuerza de trabajo.

¡Quién crea riqueza es el trabajo! Y hay que repetirlo porque es necesario.

Y es necesario por varias razones: porque es lo cierto, porque es beneficioso para que los que viven de su trabajo, o que no pueden vender otra cosa que su trabajo, recobren su autoestima, y es necesario repetirlo para contrarrestar ese eslogan del capital que en su actual momento de victoria ideológica se está imponiendo, y que no es otro que el eslogan de que el empresario crea riqueza.

Si así fuera, si fuera el empresario quien crea riqueza, la humanidad no hubiera progresado, por la sencilla razón de que hubo épocas y pueblos donde no había empresarios, mientras que lo que siempre existió fueron hombres y mujeres trabajando.

Ni siquiera es cierto en esencia que el empresario cree puesto de trabajo. El empresario, en su permitido derecho, opta por invertir su capital con el único y exclusivo fin de aumentarlo, y si crea puestos de trabajo es porque no le queda otro remedio (la prueba está en que cuando lo tiene lo aplica y por ello las máquinas sustituyen a los trabajadores).

Por lo tanto no es correcto decir que el empresario crea puestos de trabajo, ya que se induce a creer algo que no es así. Un ejemplo chocante lo puede aclarar: Cuando alguien va a hacer una visita al retrete no se le ocurre decir a nadie que dicha persona “va a crear olor”, se sabe que va a lo que va, y lo otro, es pura carambola.

Esto es importante, porque una cosa es la existencia de iniciativas privadas y otra el que hipnotizados por el supuesto de que “el empresario crea riqueza y puestos de trabajo”, se ponga todo el estado a su servicio, con subvenciones, condonación (perdón) de deudas, permisividad en normas  de seguridad, posibilidad de despidos sin motivo y sin indemnización, grandes ayudas económicas por contrato realizado, etc.

Cada mercancía tiene dos valores, el de uso y el de cambio. Este libro que lee tuvo para Vd. un valor de cambio que no es otro que el precio que pagó por él. Pero además tiene un valor de uso, más indeterminado, más personal, que consiste, simplemente, en el conjunto de razones por las que consideró útil adquirirlo.

Todo el que vive de su trabajo, vive porque vende su fuerza de trabajo, y puede vender esa capacidad porque hay alguien que se la compra.

Aquella persona o entidad que compra esa fuerza de trabajo lo hace porque para él (para el comprador) lo útil de esa fuerza de trabajo es el hecho de que crea riqueza, es decir, el empresario o la empresa o el Estado, compra la capacidad de trabajo de una mujer o un hombre ¡porque el valor de uso de la fuerza de trabajo está en que crea riqueza! (El valor de cambio está en la cantidad bruta en euros que reciba el trabajador).

Actualmente hay como un sentimiento de deshonra en sentirse trabajador. No es que se quiera presumir de ser vago, es que no se quiere ver nadie en el espejo; pero el asunto es simple, si alguien, que hoy trabaja, no pudiera vivir (no nos referimos sólo a subsistir) sin un trabajo, aunque le incomode, es un trabajador o una trabajadora, por mucho que gane.

Obrero no es sólo el trabajador de mono, lo mismo que trabajador no es sólo el que recibe un salario moderado. A esa clase social pertenecen, quieran o no, todos los que para vivir han de vender su fuerza de trabajo. Ocurre que, o no son conscientes de ello, o no quieren aceptar eso, con lo que, tanto en un caso como en el otro, lo que acontece es que no tienen conciencia de clase.

Los parados, aquello que ofrecen su fuerza de trabajo pero nadie se la compra, pertenecen también, obviamente, a la clase trabajadora.

sábado, 28 de septiembre de 2013

8º.- Lo siento por ti pero, sí hay clases sociales


                                                           V

LA HISTORIA DE LAS SOCIEDADES ES LA HISTORIA DE LA LUCHA DE CLASES, LA LUCHA DE LAS CLASES SOCIALES, QUÉ, MAS O MENOS ABIERTAMENTE CONSERVA EN SU SENO CADA SOCIEDAD  SEGÚN LAS ÉPOCAS: HOMBRES LIBRES vs ESCLAVOS, PATRICIOS vs PLEBEYOS, SEÑORES vs SIERVOS, EMPRESARIOS vs OBREROS. EN DEFINITIVA OPRESORES vs OPRIMIDOS.

Para certificar la defunción de Marx, aquellos a los que corresponde esta tarea (hay encargados y voluntarios para todo), dicen que en la actualidad la idea de la lucha de clases no tiene sentido pues estamos en una sociedad compleja con distintos e interrelacionados estamentos.

Ocurre, sin embargo, que Marx nunca habló de sociedades con sólo dos clases nítidas. Pero, mira tú por dónde, la sociedad, como la conocemos por aquí, lleva camino de ser una sociedad con sólo dos clases de personas. Obsérvese si no; resulta que para progresar y para salir de la crisis dicen que “hay que incentivar la iniciativa privada”. Es decir, unas personas (las que menos tienen) han de incentivar (animar) mediante el sacrificio (renunciando a un buen sueldo, en el sentido de suficiente), a otras (precisamente las que más tienen) para que se sientan incentivadas y a lo mejor inviertan.

Para que se entienda bien, es como si el pobre Lázaro, que se alimentaba con las sobras  del Rico Epulón, tuviera, con el fin de salir de su situación, que contribuir a hacer aún más rico a Epulón para que así le sobraran más cosas y, tal vez, algunas llegaran a Lázaro.

Se pretende entonces dividir la sociedad en dos; lo que han de incentivar (sacrificarse) y los que han de ser incentivados (que son los que tienen aval de los bancos o sea, los que más tienen).

Hoy, los poderosos lo tienen más claro que muchas personas de otras clases y lo dicen sin tapujos. Su discurso es: “hay que ser competitivos para poder vender en el extranjero. Eso sólo se consigue –añaden-  produciendo más y reduciendo los salarios”. Después (decimos nosotros) ese aumento de las rentas –de ellos-  producirá el milagro de que puedan ganar más aquellos a los que hoy se les pide que ganen menos.

Los que creen en este razonamiento son los mejores defensores de la tesis de que existen clases sociales. Ellos pertenecen, o defienden, a la clase alta (la que vende los productos que fabrican otros, los de las clases inferiores) y les piden un sacrificio (que ganen menos) con un argumento ilusorio y falso, ya que si se acepta lleva al absurdo.

Obsérvese: supongamos que los trabajadores aceptaran el razonamiento sin rechistar, e incluso, encantados; entonces, indudablemente los productos que ahora salieran de las fábricas serían competitivos (más baratos que otros análogos) con lo cual las ventas se dispararían, Como consecuencia de ello el rico propietario de la fábrica se enriquecería aún más y más.

Ha llegado pues momento de que nuestro satisfecho e incentivado empresario aumente el negocio (que cree ¡por fin! puestos de trabajo) y aumente, a su vez, el sueldo de sus comprensivos trabajadores.

Pero claro se olvida (se oculta) que ante un argumento “tan inteligente” lo lógico es que todos los entiendan y apliquen; es decir, que en otros países también habrán decidido ser competitivos (vender barato) y para ello los trabajadores de esos países aceptarán por los mismos motivos, que les reduzcan sus pagas. Con lo que nos encontramos con que el generoso empresario de nuestra historia, al tener ante sus ojos los últimos estudios del mercado, verá con pavor que la competencia vuelve a vender más barato, y que , por tanto, no le va a quedar otro remedio que pedir otra vez a sus asalariados (la clase obrera) un nuevo sacrificio. Y así, tras hacer lo propio (y de nuevo) la clase obrera de otros países el sacrificio, y de repetir (otra vez) el proceso el nuestro, se seguirá un continuo toma y daca que llevaría al absurdo de que los propietarios de las fábricas no pararían de enriquecerse y sus trabajadores de empobrecerse. ¿Hay o no, entonces, clases sociales?.

Nota: Queda visto que la teoría de que la economía de un país debe basarse en que una parte de la sociedad “incentive” a otra, no solo no es válida, como ha demostrado la práctica, lo cual bastaría, sino que tampoco es válida en el terreno teórico y dialéctico, es simplemente un engañabobos.

jueves, 26 de septiembre de 2013

La Santísima Trinidad. ¿Por qué 3 y no 23?



                                                  ¿POR QUÉ 3 Y NO 23 ¿


AGUSTÍN GARCÍA CALVO tiene un libro, magnífico, para quienes quieran ser “ateos como Dios manda”. Se titula “DE DIOS”.


Lo traigo a colación porque tenía ganas de contarles algo del mismo y los últimos homenajes a la memoria de su obra, soberbios, me han precipitado la idea.


En ese libro el pensador zamorano desvela por qué, siendo todo lo de la religión mentira, en el caso de la verdadera, la nuestra, se inventan una mentira tan misteriosa como la del misterio de la Santísima Trinidad.


Recordemos para refrescar la memoria que el Misterio de la Santísima Trinidad no era otro que el caso de tres personas distintas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) que a la vez sólo eran un Dios verdadero.


Cuenta Agustín que Dios, como un actor que cambia su aspecto con tres máscaras, usa la máscara de la persona Padre (lo anterior al lenguaje, la Naturaleza), y la máscara de persona Hijo (el verbo, el lenguaje), y la de la persona Espíritu Santo (aliento de verdad). Es decir el actor (dios) es uno (él), y tres personas distintas a la vez (los 3 personajes representados con las 3 máscaras)


¿Y por qué 3 personajes, y no más? La razón es esta:  Dios Padre no puede serlo sin Hijo, lo mismo que el Hijo no puede serlo sin Padre. Y recuérdese que Dios (antes de ser Padre) se hizo carne y habitó entre nosotros (cuando se hizo Hijo). Pero claro, ¿cuándo decide Dios- que no tenia reloj porque vivía en la Eternidad-  hacerse carne?.


Surge ahí una difícil explicación, una contradicción que sólo se puede resolver, en versión de García Calvo con el célebre, “No hay 2 sin 3”. Y aparece en el invento el Espíritu Santo, el  tercer personaje, para contar y ratificar quienes son los otros dos, el Padre y el Hijo. De hecho el Espíritu Santo es el que ratifica que “ el que antes era sólo Dios quedó hecho hombre”.


Parece un juego de palabras pero ahora lo van a entender y disfrutar mejor, con la transubstanciación que se ha producido del invento, contada por Agustín.


Sostiene el autor que actualmente no hay otra religión que la economía y que el dinero es Dios. Lo cual ratifico con un ejemplo vivido en vivo. Hasta los más creyentes y practicantes católicos, ven la célebre Semana Santa Zamorana como un negocio en estado puro, y así las instituciones la subvencionan para que sea más bonita cada año, y vengan más turistas y dejen más dinero cada año. Y no hay otro móvil. Historia que se repite con el Toro Enmaromado y todo lo que se ponga por delante.

La   conversión del Dinero en Dios ha equiparado al Cristo Crucificado con el Toro Enmaromado


Pero ¿para qué perder el tiempo demostrando lo evidente, que el Dinero es Dios y Dios el Dinero?


Pues fíjense en el genial descubrimiento de Agustín García Calvo. Siendo ahora y ya, Dios el Dinero, resulta que también existe, y se ve en el dinero mismo, la Santísima Trinidad, tan necesaria para que el invento de la FE cuele.


Coja usted, si la crisis se lo permite aún, un billete. Usted lo está tocando, porque es el Hijo que se ha hecho carne, palpable. 

Y ¿Quién es el Padre? El Padre es la riqueza que dice valer ese dinero, que es algo más inmaterial que el sobado billete, algo que usted nunca ve, el oro o la riqueza que dicen que vale, y que aunque nunca la vemos se supone que ahí está.


¿Y en donde anda metido el Espíritu Santo? Llegados aquí es fácil descubrirlo, recuerde que  la Paloma de la Trinidad representa “a quien dice verdad”, luego en el Dios-Dinero, el Espíritu Santo no es otro que la firma del Tesorero del Tesoro de turno que certifica que ese billete que usted porta vale lo que vale y no otra cosa;  que incluso  garantiza que vale, no vaya a ser un billete falso como las religiones mismas.


Hubo guerras de religión y ahora sólo de dinero, pero no nos engañemos el Dinero es Dios, y a Él nos sacrifican según leyes que los sacerdotes de la economía dicen que hay que obedecer. Nada que sea distinto a los sacrificios de Vírgenes para que hubiera buenas cosechas en la antigüedad. Nos sacrifican por nuestro bien, aunque no lo entendamos, pecadores como somos. Pecamos de soberbia y quisimos ser, a base de dinero que no teníamos, como Dios, viviendo por encima de nuestras posibilidades. Por eso este infierno y castigo, expulsados del paraíso y de nuestras casas por el bien de la religión-economía y del Dios-Dinero según leyes dictadas por los sacerdotes de turno, que ellos si saben.



Quisimos vivir como Dos, y cometimos el mismo pecado que Luzbel, el Ángel  Malo, que siendo Ángel, al pretender ser Dios, fue condenado al fuego eterno, a ser Lucifer. Como nosotros somos condenados al sacrificio sostenible
Dios nos coja confesados.
NOTA: LO QUE ESTÁ CON LETRA BASTARDILLA SE HA AÑADIDO TRAS LA PUBLICACIÓN DEL ESCRITO. NO HABIA SIDO CAPAZ DE CONCRETARLO TAN BIEN, ANTES

Paco Molina.


25 de Septiembre el 2013






miércoles, 25 de septiembre de 2013

34. defiéndete. Esta vez 5 minutos y con careta



34.-DEFIÉNDETE. CONTRA EL GOBIERNO DEL PP.

Hoy sólo podrás defenderte 5 minutos. Porque hay que ir a ver a Amancio Prada cantando a Agustín García Calvo.

Así que, como todos los viernes, éste, 27 de Septiembre del 2013, en Zamora, frente a la Subdelegación del Gobierno, le pondremos al Gobierno de España Papel Higiénico.

Será a las 20.15 y hoy sólo durante 5 minutos, por lo cual se ruega puntualidad

Que se enteren que rechazamos que nos sacrifiquen por SU bien, por el de ellos, politicones y ricachones.

Si llevas careta mejor…para que no haya personalismos.

El Gobierno nos lleva como llevaron los nazis a los judíos a las cámaras de gas, y nosotros caminamos como los judíos, sin dar crédito pero obedientes.

Protesta, que te la cargas. De momento vuelve a subir la luz y se hibernan las pensiones.



7º.-Los comunistas y el sexo


            IV

EL CONJUNTO DE LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN ES LO QUE FORMA Y DA LUGAR A LA ESTRUCTURA ECONÓMICA DE LA SOCIEDAD, LA CUAL A SU VEZ ES LA BASE DE LA SUPERESTRUCTURA POLÍTICA Y JURÍDICA. EL MODO DE PRODUCCIÓN DE LA VIDA MATERIAL CONDICIONA EL PROCESO DE LA VIDA SOCIAL, POLÍTICA Y ESPIRITUAL.

Según el filósofo español Ortega y Gasset todo ser humano es él y su circunstancia  (“Yo soy yo y mis circunstancias”). Para Freud, aceptado lo anterior, resultaría que la circunstancia que más condiciona o influye en el hombre seria la sexualidad, y para Marx, la circunstancia clave, la que más impregna la conducta de la perdona sería la situación económica.

Se puede dar la razón a los tres pues parecen tenerla, y además resulta ameno y divertido observar a las personas bajo las tres caras de ese prisma: sus circunstancias, sus vivencias de placer y su condición económica.

Conviene detenerse en este punto porque tal vez uno de los pecados capitales de los comunistas en activo ha sido su especie de miedo reverencial a reconocer políticamente la trascendencia que tiene para la felicidad de las personas la realización sexual, y por tanto la alienación, la esquizofrenia que supone tener que esconder en el desván de sus principios fundamentales el “PRINCIPIO DE PLACER”.

Como teoría para comprender el comportamiento de una persona es muy útil empezar aceptando que cada ser es él y sus circunstancias (es decir, que cambiando estas también de alguna manera cambiaría la persona).

Sobre la trascendencia del sexo como placer, aparte del análisis íntimo de cada persona, está el hecho de que cualquier estudio basado en ciencias de la naturaleza, o en ciencias sociales, demuestra e indica la enorme influencia de la atracción sexual. En el amor es el ingrediente fundamental y, por tanto, determinante para sentir felicidad en ese campo.

Ha ocurrido, sin embargo, que siendo la sexualidad una fuente de placer fácilmente accesible, la historia de la civilización (al menos la occidental) ha seguido extraños derroteros y hoy la búsqueda real de caricias, comunicación y placer ha sido desplazada por la búsqueda de dinero.

Surge así el factor económico que se va a convertir en circunstancia fundamental y trascendente de la conducta humana. Resulta que el dinero que, al comienzo, sólo es un medio de facilitar los intercambios de mercancías, acaba siendo un medio que facilita, si se tiene, la búsqueda de placer.

Pero, a su vez, la importancia del dinero como fuente de poder acaba  haciendo que pase a convertirse, de “medio para conseguir algo”, en un fin en sí mismo.

Así el tener dinero por tenerlo se convierte en meta. El dinero pasa a ser un fetiche, un objeto de amor y deseo, y eso, hasta tal punto que desplaza en el corazón el objetivo natural (de la naturaleza), de desear placer, de facilitar la vida.

Hoy el dinero ha eclipsado todos los demás valores, todos los demás principios naturales de la persona; por eso se vive en continua alteración (se vive fuera del recinto natural del ser humano que es su cuerpo), se vive en plena esquizofrenia, con un ser íntimo que se tiene guardado bajo siete llaves en la cárcel del cerebro, y con otro ser exterior, que, a fuerza de ser real (el que se realiza) acaba siendo definitivo.

La condición económica ha acabado arrastrando y obsesionando al hombre y por ello guerrea, mata y desperdicia la vida desde hace siglos, en busca de dinero.

Mas, si esto lo condiciona todo o condiciona la mayoría de las cuestiones (en gran medida), sólo hay que resolver políticamente este problema para que lo demás cambie por sí mismo.

La sociedad, el pueblo, sólo espera, sólo quiere de los políticos que les resuelvan su “problema económico”, por ello no hay mayor revolución que resolver ese problema, y, además, no hay otra revolución.

El pueblo quiere que le resuelvan sus carencias económicas y que le dejen luego la posibilidad de utilizar se adquirida libertad.

NOTA del año 2013:

 Tal vez esto último lo matizaría. Siendo en esencia la revolución esencial la que resuelva el problema de la economía (reparto de riqueza y no explotación de un humano por otro humano), considero que otras revoluciones como la sexual, la feminista, la ecológica, etc., pueden ir avanzando lo que las circunstancias les permitan, para resolver lo que buenamente puedan o para contribuir, por acumulación, provocando la revolución económica.

martes, 24 de septiembre de 2013

6º.- El dinero, la madre del cordero.


            III

LAS IDEAS NO SON MÁS QUE LO MATERIAL TRADUCIDO Y TRASPUESTO A LA CABEZA DEL HOMBRE. LA CONCIENCIA SOCIAL ES EXPLICABLE PUES, EN CUANTO QUE CADA HOMBRE ES UN SER SOCIAL. SOMOS LO QUE SOMOS EN RELACIÓN A LOS DEMÁS.

 También este teorema marxista, este trozo de la teoría elaborada por Marx, ayuda, al que lo quiera utilizar como brújula, para no perderse en las montañas de acontecimientos que se suceden cada día.

Así por ejemplo, aceptándolo, es más fácil explicarse por qué las cosas se ven de distinta forma desde la oposición que desde el poder, o, dicho, mejor, el por qué en el poder se ven de otra forma. Suele atribuirse este cambio a que en el poder, uno, a la fuerza, se vuelve más sensato (conservador) debido a la responsabilidad del cargo, pero no es por eso por lo que uno parece otro. No, no es porque el poder supone mayor responsabilidad, es porque el poder supone mayor cuenta corriente y claro….surgen las debilidades.

Así que será mejor mantener la vigilancia sobre lo que ganan los políticos para que así sigan viendo las cosas como las ven aquellos a los que representan  ( “Cuando un hombre público gana más que una mujer pública, corre el peligro de prostituirse” )

lunes, 23 de septiembre de 2013

5º.-Todo está cambiando sin parar.


                                                           II

TODO LO MATERIAL Y LO QUE ENTENDEMOS POR ESPIRITUAL ESTÁ EN MOVIMIENTO Y POR TANTO EN CONTINUO CAMBIO. TODO ESTÁ CAMBIANDO CONTINUAMENTE, MANTENIENDOSE SOLAMENTE EL PROCESO, SIN FIN, DEL APARECER Y DESAPARECER.


Entender y recordar esto puede resolver las historias de muchos grupos políticos que olvidan que todo lo que se hace, aunque esté bien hecho (no digamos nada si encima está mal hecho) ¡puede ser mejorable!. Porque nada quedará quieto, nada quedará detenido en la presunta perfección, y, por tanto, el derecho y el respeto a la crítica de los que indican esas posibles mejoras deben ser tenidos en cuenta.

Nunca podrá haber una revolución definitiva. Siempre, por continuo movimiento, por el continuo cambio de la vida y de las cosas, será la sociedad susceptible de ser mejorada. Por ello, no hay que desilusionarse cuando los resultados de una revolución empiezan a ser puestos en cuestión por reformas o por otra revolución. Sólo hay que buscar la satisfacción y la alegría en ayudar, en contribuir a que los cambios sigan el sentido de la flecha, y que la flecha apunte hacia una humanidad más humana, hacia unos países en los que el que peor viva de sus miembros viva dignamente. Sin carencias materiales y sintiéndose libre, ¡¡libre para crear, libre para vivir, libre para no matar!!

El principio del continuo cambio tiene como consecuencia inmediata el dar paso al “PRINCIPIO DE OPTIMISMO”.  Al estar todo en continuo movimiento, como dice la intuición popular: “no hay mal que cien años dure”, lo que unido al hecho real de que es más fácil desplazar y encauzar lo que está en movimiento que lo que está quieto, lleva como consecuencia,  a ver con grandes esperanzas las posibilidades de llegar a este tipo de sociedades donde todo sea mejor. El cauce de un rio es más fácil de cambiar que el lecho de un lago, porque el agua del rio está en movimiento y la del lago está estancada.

domingo, 22 de septiembre de 2013

4º.- No hay verdades absolutas.


                                   I

NO EXISTE NINGUNA VERDAD ABSOLUTA Y LO DICHO ES TAN CIERTO QUE HASTA PUDIERA SER QUE ESTO NO FUERA VERDAD.

Traducido al castellano, todo es relativo. Es decir “todo depende”. Recordado esto, por fuerza hay que asombrarse de que algunos estudiosos hablen de “principios esclerotizados de la izquierda”, cuando el citado y principal de ellos todo lo relativiza, todo lo somete a discusión.

Como consecuencia de la aceptación de este primer punto surge el “PRINCIPIO DE DEMOCRACIA”.

Si nada es absoluto todo es relativo, incluso lo bueno y lo malo y, por tanto, la democracia se convierte en una necesidad, ya que al no existir garantía sobre lo que es bueno y lo que es malo SÓLO LA MAYORIA debe decidir el camino a seguir.

También de ese arranque marxista se deriva otro importante ingrediente de la vida social, el “PRINCIPIO DE TOLERANCIA” que hunde sus raíces en la no existencia de absolutos, en la no existencia de verdades rotundas, en definitiva, en la no existencia de nada que justifique o dignifique la intolerancia o el terror.

Y también el “PRINCIPIO DE VITALIDAD” está encerrado en lo dicho, y no conviene olvidar que el principio de vitalidad es la mejor garantía para toda teoría ya que el aceptar cuestionarse a si misma está aceptando una verdad histórica; toda teoría puede ser superada, mejorada e incluso desplazada, simplemente cundo aparezca otra que explique mejor los fenómenos que ayudaba a analizar la anterior.

¿Qué otra teoría  -salvo la anarquista-  aguanta un arranque como este- no existe ninguna verdad absoluta-  que todo lo cuestiona y que, por tanto, todo lo deja en libertad?.

Vivir con este convencimiento entre ceja y ceja da alas al alma.

3º.- Teoremas marxistas



Capítulo III

TEOREMAS MARXISTAS

El marxismo no está muerto y por eso no hay que enterrarlo, y es más, ya que vive, hay que sacarlo a pasear, porque si no ¿para qué sirve?

La teoría que elaboró Marx últimamente está desprestigiada y presuntamente enterrada, por afirmaciones que se repiten vez tras vez (“repetid una mentira mil veces y pasará por verdad”). Todo ello forma parte de un fin concreto, hacer que los que no conocen los principios marxistas no los curioseen, ya qué ¿por qué va a atraer algo que dicen que está trasnochado?

Vamos a pasear por algunos de esos principios y veremos si ya no sirven para nada. Pero para ello recuérdese que el marxismo no es más que una teoría y que la forma de saber si una teoría es buena o mala consiste en preguntárselo a la realidad. ¿Sirve el marxismo para explicar y explicarse muchas cosas? ¿Sirve el  marxismo para ? ¿Sirve el marxismo como brújula que le ayude a quien lo utiliza para orientarse en la vida política?

Como nuestra civilización utiliza el sistema métrico decimal tomemos diez puntos que puedan constituir la savia de los estudios que desarrolló y aportó Carlos Marx, junto con su amigo Federico Engels, a la humanidad.

Estos puntos que a continuación se expondrán en realidad son teoremas, es decir, son leyes o principios obtenidos tras la correspondiente demostración, a partir de otros más sencillos. Quede pues, claro, que no surgieron de la nada, ni de la inspiración, sino del trabajo y el estudio; más, como no es el fin de estos escritos el demostrar lo que inmejorablemente hicieron Marx y Engels, considerémoslos como principios ya demostrados.

Aparecerán en letra negrilla y numerados, diez teoremas esenciales del marxismo y lo que sigue a continuación de cada uno es un comentario que trata de servir de ejemplo sobre la utilidad de ese pensamiento. Naturalmente se pudieron utilizar otros comentarios u otros ejemplos, pero los expuestos en el momento actual parecen los más sugestivos y adecuados. Veámoslo:

                                                          

viernes, 20 de septiembre de 2013

2.-Una teoría


Capítulo II.

UNA TEORÍA

Tal vez convenga recordar lo que es una teoría. Al fin y al cabo el marxismo no es más que una teoría sobre diversas cuestiones y si se pierde de vista esta idea puede uno perderse también.

Suele ser frecuente que las personas operadas acaben descubriendo que cada vez que les pica la cicatriz, al día siguiente llueve. Ello lo van observando una y otra vez, y mientras se produce esa experiencia, están, sin ser conscientes, claro, ¡experimentando!, están realizando un experimento sin saberlo.

Cuando consideran que el proceso “escozor-lluvia” se repitió un número de veces que estiman suficiente acaban manifestando en público: “Mañana llueve seguro, porque me está escociendo la cicatriz de la hernia”. A partir de ese momento acaba de aparecer en sociedad una teoría.

Hacer pues una teoría es fácil; lo que puede ser más difícil es elaborar una teoría buena, seria, útil.

¿Cómo se puede saber si una teoría está viva, cómo se puede saber si una teoría es acertada?  Responder a esto, por lo demás algo esencial, sólo se puede hacer de una forma: ¡contrastándola con la realidad!, viendo si funciona en la práctica en la praxis.

Si cada vez que nuestro premio nobel “dice que va  a llover porque le molesta la cicatriz”, resulta que luego va y llueve, no cabe duda de que la teoría que ha creado es buena, es correcta. Ahora bien, si cada vez que anuncia lluvia ocurre que unas veces acierta y otras no, resultará algo evidente, que esa teoría no es válida, no es útil.

Utilidad, ese es el fin de toda teoría verdadera, ser útil…porque de lo contrario las teorías no tendrían razón de ser. ¿Y cuál es la utilidad de una teoría? La de permitir, por un lado que quien la use pueda explicarse cosas y por otra el ser profeta, el verlas venir. Así, cuando un electricista ejecuta correctamente los principios teóricos de la Física correspondiente, puede profetizar que va a funcionar el frigorífico, o cuando nota picores en su antigua operación puede garantizar que va a llover.

¿Tiene hoy sentido el marxismo? ¿La ideología que dio pie al comunismo tiene razón de ser en estos tiempos? Estas preguntas y con estos términos las formulan los más benévolos anticomunistas para que luego, los más feroces, rematen a bocajarro diciendo NO. “El marxismo está pasado, el comunismo es anacrónico, etc, etc.” Así analizan los intelectuales venidos a más y lo hacen con esa inocencia que poseen, no los que reciben órdenes, no, lo hacen con la inocencia que da la libertad que permite “anticiparse a los deseos del que manda”. Y no es malo que lo digan, es malo que no argumenten lo que dicen.

Es el momento entonces de repasar la teoría marxista, los principios clave, y ver si al contrastarlos con la realidad, están pasados o no sirven. Hay que ver si esta teoría- la marxista- les permite a los que la usan “explicarse las cosas”  y aún más, si ayuda a “verlas venir”.

En el capítulo siguiente se van a exponer diez principios básicos de los enunciados por Marx y  júzguese si están vivos o no, si son útiles o no, si merecen la pena (la alegría) o no, y si en definitiva no convendrá tenerlos como principios ideológicos de cabecera.


jueves, 19 de septiembre de 2013

TENER DINERO ES UN DERECHO


TENER DINERO ES UN DERECHO

Cuando el “homo tontus”  pasó a ser “homo sapiens”, el primer acto de sabiduría que tuvo fue ponerse a vivir con otros para resolver los problemas que tenían en común.

Estos eran sólo dos: querer vivir mucho y sano (cosa que no necesita mayor explicación), y querer gozar mucho y variado (lo que teniendo en cuenta que no existía la opera, se circunscribía únicamente a hacer “cochinadas”).

Había nacido la tribu comunista (resolvían en común los problemas que tenían en común usando el sentido común).

Pero eso de querer vivir mucho y sano es lo que obliga al ser humano a trabajar, que si no, ¿para qué?. Había que trabajar para conseguir el pan nuestro de cada día, la choza nuestra de toda la vida, y el fuego caliente de cada noche. (Alimentos, vivienda y energía).

El trabajo era obligatorio, un deber, aunque compatible con la más pura lógica y así había sectores de la sociedad que vivían tan bien como todos sin tener que trabajar: las embarazadas, los niños, los enfermos y los mayores.

Los que trabajaban lo hacían con alegría porque su organización social era buena y solidaria, pero aún así celebraron con gran regocijo la invención de la rueda (y otras cosas) porque cada invento suponía que todos iban a trabajar menos. Eran sapiens.

A nadie se le ocurría presumir de inventar puestos de trabajo, salvo al tonto de la tribu, porque trabajando todos y viviendo bien todos, téngase en cuenta que el trabajo se repartía, pues cuánto menos fuera el imprescindible, mejor, a menos tareas  tocaban.

En esto surgió el dinero. Un buen invento para facilitar el trueque, e incluso para trabajar menos todos evitando desplazamientos, siempre pesados y peligrosos.

Pero en cuanto se inventó la propiedad privada y se produjo la acumulación de capital, todo empezó a degenerar. Y así hoy vivimos en una sociedad basada en continuas mentiras. Siendo una de las más dañinas el habernos hecho creer que para vivir hay que tener un trabajo.

Eso es falso, en esta sociedad capitalista para poder vivir sólo hace falta tener dinero. Si, y no se asombre usted, basta con tener dinero y ya se puede vivir, y no estamos pensando sólo en el Rey y otros ricos. Mire usted, los niños no trabajan, y viven, los jubilados no trabajan y viven, etc. ¿por qué?¿ porque tienen dinero.

Otra cosa, y perniciosa, es que se ha ligado el concepto de trabajo al de poder vivir, hasta el punto de que la gente con tal de tener trabajo prefiere que haya fábricas de armas, ejércitos, e incluso reclaman que en su pueblo pongan un cementerio radioactivo. Es tal la locura que los periódicos anuncian como gran y grata noticia la creación de puestos de trabajo, etc.

La degeneración mental es tal que se ve con buenos ojos que el trabajo haya pasado de ser un deber a ser un derecho.  Sin caer en la cuenta que ese presunto derecho, como la vivienda-otro derecho- se adquiere en el mercado, en este caso en el mercado laboral.

Y a él va el “homo atontatus” a buscar su derecho, su trabajo, y como quien compra tu trabajo es otro humano, para conseguir un trabajo tienes que vender tu producto (el cirujano se capacidad de operar; el campesino, su capacidad de hacer producir la tierra, etc) más barato que el del otro humano que vive a tu lado. Con lo cual se trabaja cada vez por menos dinero.

El círculo es infernal, lo llaman competitividad, y mientras unos viven con lo único que hace falta para vivir actualmente,  dinero, otros sacralizan el trabajo asumiendo que no se puede vivir sin trabajo.

Mentira, si tienes dinero puedes vivir sin trabajo. Otra cosa es que normalmente no hay mejor manera de tener dinero que trabajando. Pero quede claro, el trabajo lo único que tiene de bueno es que proporciona dinero.

Porque trabajo es sinónimo de poder tener dinero. Tanto es así que los que defienden los mini-jobs o “trabajos limosna”, dicen a quien les lleva la contrária : “Pregúntale a un parado sin prestaciones,  si prefiere un trabajo aunque sea por 400 € o nada?”

Y llegados aquí, discurramos juntos amable lector. Si el tener un trabajo es un derecho, y el trabajo es dinero, lo que es un derecho es el derecho a tener dinero para vivir. Con todo lo que supone subliminalmente de exaltación de la delincuencia, pues un trabajo no se puede robar pero el dinero si.

Y por eso algunos dicen que “ya se ve la luz al final del túnel”, para engañarte,  cuando si no se reparte el dinero y el trabajo, “lo que se ve arriba es la luz de la boca del pozo al que nos han tirado”.

PACO MOLINA

Zamora-18 de Septiembre del 2013.










EL ALEGRE COMUNISMO-Prólogo-









EL ALEGRE COMUNISMO



Libro editado en 1988. Agotado



[Autor: FRANCISCO MOLINA MARTÍNEZ]




Usuario de Windows

[Sencillos argumentos marxistas para el combate pacifista en la lucha de clases]













EL ALEGRE COMUNISMO
Autor: FRANCISCO MOLINA MARTÍNEZ  “COMPA”
Libro editado en 1988. Agotado.
Estos escritos acabados en Mayo de 1988, se los dedico a Igor y Paloma, mis hijos.




PRÓLOGO DEL AUTOR


¡Hay que ser agitadores! Cada vez más la sociedad en la que vivimos parece compuesta por personas que están , como sonadas, tras sufrir un exceso de golpes de información, de datos de propaganda..….y por eso, hay que ser agitadores; .


Despertarle es invitarle a que piense por sí mismo y que nunca deje de pensar. Despertarle no es obligarle a que haga, actúe o vote según determinadas ideas, en este caso las comunistas, no. Despertarle es ponerlo en condiciones de actuar para que luego, libre, más libre, tome el camino, los derroteros que desee o considere más convenientes para él.


Tal vez esto resulte, a primera vista, pueril y muy simple, pero lo cierto es que hay una política en acción que trata de ADORMECER a los ciudadanos de todas las sociedades con distintos procedimientos: estudios sobrecargados, televisión insípida, prensa y radio con ideario empresarial, homologación de partidos políticos robotizándolos, encíclicas de intelectuales venidos a más y, en general, electrodomésticos que no dejan ver el bosque.


Por ello, contra ese adormecimiento programado hay que emprender una descomunal tarea: ¡contra adormecimiento, agitación!. Los agitadores son necesarios.


En este pequeño libro o cuadernillo se pretende, entre otras cosas, dar argumentos para agitar la mente del lector, ponerle la cabeza a ventilar y, si es posible, ponerle también las ideas de punta….sin esperar después otra cosa que verle peinarse a s aire y con su peine.


S el lector además de curioso es comunista, en lo que sigue, se pretende agitarle aún más que al resto. Se pretende presentarle, no unas nuevas ideas, pero si una nueva visión de ellas, que les añada vitalidad, satisfacción y alegría. Y luego….cuando un comunista recobra la brújula de la ideología, emprende camino hacia su meta y lleva la mente despierta, el alegre comunismo ¡ahí está!.


Pero hay que aprovechar este introito también para agitar.


Lo genuino de cada revolución es la valentía de las ideas que defiende. Sin embargo, hoy en día lo que sugiere la palabra revolución es violencia, resultando esto un inconveniente más para conseguir que prospere un proyecto de izquierda revolucionaria.


Por reflejos condicionados la gente, al oír la palabra revolución, encuentra que “se les viene a la mente” la idea de violencia; la revolución les parece algo violento y por ello les asusta.


Los reflejos condicionados son ese mecanismo por el cual al oir determinada canción se recuerda, casi con detalles, aquellos días en los que estaba de moda, y consisten en asociar en el aparato sensorial distintas impresiones que no tengan nada que ver entre sí. Ello se logra por sucesivas repeticiones de dos sensaciones juntas. En los reflejos condicionados se basa en gran medida la publicidad. En esta no se trata sólo de informar sobre que existe una determinada bebida, se busca también que cuando se dude qué pedir  “el primer nombre que venga a la boca” sea la marca que machaconamente entró en la cabeza a través de los sentidos.


Por ese mecanismo muchos creen que una revolución tiene que ser algo violento, que sin violencia no hay revoluciones. Eso es falso y conviene dejarlo claro.


Por el contrario, hay que empaparse de lo siguiente. La esencia de cada revolución es el triunfo de unas nuevas ideas, si es que estas son en si algo transformador, sorprendente, mágico.


Recuérdese como ejemplo la revolución por excelencia, la de 1917 en Rusia. Consistió en una serie de cambios que triunfaron arrastrados por unas ideas de rompe y rasga: PAN, TRABAJO, PAZ ¡ y para lograrlo!  TODO EL PODER A LOS SOVIETS, todo el poder para los consejos de ciudadanos. Eso es lo que querían, en aquellos días y en aquellos pueblos, los que lo estaban pasando mal, y como eran mayoría acabaron con la violencia que les oprimía, transformaron el orden social, hicieron una revolución.


Pero no bastan las ideas, no bastan las ofertas. Lo revolucionario también es la determinación firme de cumplir lo prometido, y en la actualidad mucho más, cuando es fácil observar que la mentira se ha convertido en ley. Por ello, entonces, conviene recordarlo, lo que hacía revolucionarias esas ideas - por lo demás, hoy todavía tan vigentes-  era la inalterable voluntad de llevarlas a cabo, hasta el punto de que, siguiendo con el ejemplo, el Partido Bolchevique ofrece la salida más valiente para obtener la paz prometida y así acepta las condiciones que pone el enemigo para firmarla, es decir, no duda en “rendirse”. ¿Hay quien de más en cuanto a ideas revolucionarias?.

NOTA:


En mi libro LA ESTAFA SEXUAL profundizo algo más sobre la  PRESUNTA violencia de las revoluciones.


SON LAS CONTRARREVOLUCIONES LAS VIOLENTAS, nunca las revoluciones. Y lo escribí así:


Suele caerse en el error de considerar que quien genera violencia, en una revolución, es la parte social que lucha por los cambios que modificarán el orden establecido a su favor. 

Es decir, se piensa que aquel a quien beneficia un cambio revolucionario es quien genera la violencia.

Pero no es así. Es justo al revés. 

El sujeto violento siempre ha sido el sector social que, como consecuencia de esa modificación del orden imperante, ha pensado que perdía privilegios. 

Todo el mundo puede encontrar entre sus conocimientos ejemplos de cambios revolucionarios en los que al principio no hubo violencia, y que sin embargo, cuándo se pudo reorganizar el sector perjudicado, todo acabó en inusitados derramamientos de sangre.