VIVAN
LOS HIJOS DE PUTA Y SOBRE TODO SUS MADRES
Lo que sigue no va a
ser un escrito sobre política como pudiera parecer según el insulto que ha
puesto de moda la simpática derecha hispana con ese “me gusta la fruta” de su
capitana.
Aunque si va ser un
escrito político según el criterio del zamorano Agustín García Calvo pues todo
lo es (Por cierto recomiendo leer encarecidamente
su obra “La cucaña”, ahora que está tan de actualidad el tema de si una cosa es
el deporte y otra “lo de todos”, o sea la política, por eso de la suspensión de
la Vuelta Ciclista como repulsa por el genocidio de palestinos).
Para empezar recordemos
lo ruin que es catalogar a una persona haciendo referencia a su árbol
genealógico. Práctica muy extendida a lo largo de la Historia por cuanto ésta
está basada desde hace miles de años en pueblos sometidos por poderosos insaciables,
que aún siendo minoría han podido gobernar gracias al terror y la mentira.
Crueldad que hizo
necesario que de vez en cuando hayan tenido que hacer “limpieza general” de
desafectos al orden establecido, siendo necesario (para los mandamases) eliminar
al que hubiera sido cogido con las manos en la masa (por supuesto) y también al
descendiente o ascendiente de alguien ya sentenciado.
Es decir, el “de tal
palo tal astilla” se aplicaba en los Tribunales de Injusticia de cada época. Por tanto si
fulanito era hijo o padre de un rojo, rojo lo seria él seguramente y con él
había que acabar.
En este caso llamar
a alguien “hijo de puta” busca señalar la
desgracia que acompaña al interfecto ya que en vez de tener una madre como
tiene todo el mundo (o sea una santa) resulta que el “insultado” ni esa fortuna
tiene, ocurriendo así que encima de lo perverso que él es de por sí, a mayores nació del peor tipo de mujer que se
pueda concebir (pues si Dios eligió a la madre de su Hijo ¡¡¡virgen!!! se supone que, en mujeres, la más opuesta a la
virgen es lo peor de lo peor)
Pero como es obvio
que nadie es culpable de las acciones de sus padres, resulta que “el hijo de
puta”, en cuanto que es el hijo y no la madre, está libre de pecado. Honremos pues
a todos los hijos de puta.
Y vamos ahora a
proclamar la inocencia, bondad y buena conducta de las que la sociedad da en llamar “putas”.
Aunque antes de seguir señalemos la mala suerte de
las mujeres ya que ahora en que empezaba
a haber “putos” (o sea que una tía pueda contratar a un tío para que le de
placer y después si te he visto no me acuerdo) se va a prohibir la prostitución en general.
Mas defendamos ahora
a la “puta” en sí. Y empecemos para ello por las que son “putas a la fuerza” (que según estudios de la gente
enterada son casi todas, porque “cosas tan sucias” sólo se pueden hacer cual
trabajos forzados).
A este colectivo de
mujeres (las explotadas por mafias) es una injusticia absoluta el calificarlas como malas
personas ya que no están haciendo lo que querrían. Son simplemente esclavas,
así que un ¡viva! por todas ellas
Y del resto, la
putas que lo son porque quieren (bien sea por necesidad de dinero, o por vicio,
o por las 2 cosas a la vez) cabe entender que dado que en las sociedades
capitalistas la búsqueda del bienestar material es angustioso y desesperado en
muchos casos, quienes dan este paso no parecen estar haciendo algo peor que lo
que están haciendo otras personas de otras profesiones que no se citan para no molestar.
Es decir las putas por
voluntad propia también son buenas personas (que incluso salvan matrimonios a
diario, y ello no solo dando variedad sexual al “putero” sino también porque, como ellas mismas
confiesan, la mayoría de los hombres van fundamentalmente a hablar). Respetémoslas
pues también.
Paco
Molina. Zamora. 29 de Septiembre del 2025