sábado, 18 de mayo de 2024

PEDRO MONJE PEREZ y ANA BELEN MARTÍN SALVADORES. Profesor de Matemáticas él y de Lengua ella


 

PEDRO MONJE PEREZ

De  Pedro podríamos decir que es un “hombre de una pieza”, y no habría verdad más verdadera. Pero Pedro además es un milagro en sí, pues siendo “hombre de una pieza”, es a la vez “hombre de varias piezas”.

1ª pieza. Su alma campesina.

Nacido en una familia de agricultores y viviendo en el mundo rural, ayudaba a su madre en todo aquello que pudiera hacer un mocoso de 6 años. Y a su padre hasta el año 2014 en todo lo que era capaz en cuanto a tareas del campo.

Ese mamar de la tierra le inculcó la leche que le hizo “recio y dulce a la vez”, esa capacidad para “sembrar amistades”, esa sencillez de quien no sabe si por fin lloverá y habrá cosecha.

2ª pieza. Su capacidad de trabajo.

Sostiene Stephen Hawking, y sostiene bien, que “el universo funciona gracias a que en él todo es imperfecto”. Y Pedro no ha querido ir contra éste axioma, encontrándonos así con que, apasionado de la Filosofía desde siempre,  la rechaza; porque previó que si optaba por ese saber acabaría dando clases, cuestión que “no le gustaba nada”. Nada. Entonces, para evitar la docencia, decide estudiar  Físicas, con lo que deriva en  profesor de Matemáticas y descubre que la gran vocación oculta de su vida era: “dar clases”.

¿Cabe mayor imperfección? Si cabe. Porque esto de enseñar lo ha cogido con tanta furia que también se hizo profesor de universidad y se iba desde el  nocturno del María de Molina hasta Bejar a impartir aún más docencia.

Y todavía ahora, en el paraíso de la jubilación, “descansa” preparando textos de ejercicios matemáticos para alumnos de todos los niveles. Ni filosofía, ni física, ni tierras en barbecho…. ¡ejercicios de matemáticas!. O sea, como veis Pedro es tan imperfecto que encaja en el Universo perfectamente.

3ª pieza. Ana       :   Ana Belén Martín Salvadores

En realidad decir de alguien que “el amor correspondido le hizo feliz” no aporta nada a los acontecimientos.  Es una simpleza.

Pero nos vamos a tomar la libertad de mencionar a Ana porque recordando este idilio (el de Ana y Pedro) la radiografía de nuestro gran amigo Pedro queda completa (y la de ella, casi) como veréis.

Estamos en los años 90 del siglo XX, y en el instituto “Universidad Laboral de Zamora” coinciden ambos. Jóvenes, sin compromiso, apuestos, atractivos, elegantes, sexys, en fin 2 compas como escogidos para una película de esas románticas.

Tanto es así que en todo el claustro emerge uno de los instintos bajos más bajo: el cotilleo. Y nos empezamos a preguntar, aquí, allá y en el más allá: ¿Por qué no dan el paso que deben de dar, emparejarse,  y nos dejan volver, de una vez, al sosiego habitual de un puesto de trabajo discretamente pagado?

Creo que hasta ahora no hemos mencionado que Pedro es persona extraordinariamente inteligente, aunque no sepa distinguir su verdadera vocación. Si será inteligente que aún muy niño, en su pueblo, en Coreses,  el maestro lo lleva a la clase de los mayores para que les cuente  cómo se cuentan los cuentos de las cosas y que estos aprendan a aprender.

Pues bien, esta alta capacidad mental estuvo a punto de perjudicarle gravemente como veréis. Resulta que está ocurriendo lo que tenía que ocurrir pero que aún no había empezado a ocurrir. Pedro ya sondea a Ana, que le gusta  muchísimo, para ver eso del carácter: ¡cómo es su interior!, y esas cosas que según los expertos valen más que la cara y el cuerpo.

Y lo que descubre le abruma: Ana vale más de lo que parece que vale. Ana es un lujo. Ana es inalcanzable para él.  Él no es digno de ella. Ana es la joya de un cirujano, o un ingeniero, o de alguien de más postín que el magnífico y humilde amigo del alma, nuestro compa, Pedro.

Menos mal que todo funciona porque nada es perfecto, y así, aunque el razonamiento de Pedro es impecable,  y debería obrar en consecuencia: ¡dejándola en paz!, la imperfección le lleva a trasladar su tutoría de padres a la biblioteca donde sabe que está ella “de seguro” pues tiene ……guardia de ¡¡¡biblioteca!!!.

Empiezan a quedar. Pero, y menudo ¡¡¡PERO!!!. A propuesta de él:  siempre quedan “a la oscurecida”. (o sea, cuando se pone el Sol). Eso a Ana la descoloca (¿quiere ocultarla, se avergüenza de esa relación, es un maniaco que busca la oscuridad?). Mas, mosqueada o no, ya empieza a sentir que moriría por él… y se la juega. Años después descubriría que  había que ir “a la oscurecida” porque él antes de esa hora iba a ayudar  con el riego a sus queridísimos padres.

Pero rebobinemos un poco: Ana ya se ha colado por él porque vale más que un cirujano y un ingeniero juntos. Y llega el Día de los Enamorados, y Ana ¡¡¡recibe 2 preciosos ramos de rosas rojas!!!.

Qué alegría. Ana pega un salto de felicidad, porque aunque es de lengua y no tiene ni idea de probabilidades, sabe que 2 es mayor que 1, y 1 mayor que nada.  ¿Le ha enviado Pedro 2 pruebas de amor en una? 

Como no es bueno endiosar a los amigos, aclaremos que Pedro tiene también sus fallos, y ninguno de los 2 ramos era de él. Menos mal que para entonces ella solo oye los cantos de sirena de su sireno favorito: Pedro.

Querido amigo, Pedro, que siempre oigamos los cantos de sirena de nuestras amistades, de los lazos que nos unieron y unen.

Así que: En nombre de todos, de todas, un abrazo eterno que os acoja a ambos Ana y Pedro, en un mundo de felicidad.

Paco Molina    . 18  de Mayo del 2024  

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