EL
AJEDREZ DE LA VIDA
Mi
amigo Pepe Ruiz, Don José Ruiz, Inspector de Aduanas que trabajó en Hacienda en
Zamora, y ahora está jubilado, escribe de maravilla y cosas de una magnitud
filosófica deslumbrante.
Lo
conocí en torno al mundo del ajedrez, hace muchísimos años, cuando yo lo
practicaba. Él siguió y además de disfrutar con ese juego que es “demasiado
juego para tomárselo en serio, y demasiado serio como para tomárselo como un
juego”, según dijo el campeón Tartakover, elucubró y me dio lo que aquí sigue
por si yo consigo que sea difundida su enseñanza como se merece. (Paco Molina)
Todo lo que sigue es
la voz de Pepe Ruiz, de Valdepeñas.
Sobre el tablero
En orden de batalla
preparados
Se encuentran los
ejércitos
Las torres, los
alfiles,
peones y caballos,
La Dama con su corte
departiendo.
Solamente el Rey permanece
en silencio.
Para el ataque y la
defensa piensa
Cómo sacrificar a
todos ellos.
Se mira la corona,
ve su cetro
Se muestra
satisfecho
El Rey es él
Él es quien debe
ganar
Que así, además,
En otro sitio, de
nuevo podrá
Otra guerra empezar
Señores y señoras
Esta es la triste
historia de la Humanidad
Partida de ajedrez
que siempre de guerra en guerra va.
Nota: Se ruega leer
lo anterior con las gafas de lo invisible.
Los ciegos son
aquellos que no lo saben leer.
Ejemplo:
Los ejércitos del
poema son las ideologías, los diferentes partidos, las diversas religiones, las
distintas clases, ricos y pobres, etc.
Los reyes son los
ejecutivos, los que detentan el poder en cada uno de los compartimentos
expresados.
Siempre se creen
superiores a los demás y encuentran siempre justificación a su forma de actuar.
Tratan de organizar
a la sociedad porque se creen más inteligentes, porque piensan que tienen más
capacidad de trabajo, porque han sabido organizarse mejor.
Y quizás tengan
razón, y ello sea así.
Pero en lo que se equivocan es en su egoísmo, en que sólo piensan en ellos no en los demás.
Egoísmo que a su vez
suele acampar en toda la sociedad.
Quienes no se
aprovechan es porque no tienen la oportunidad de hacerlo.
Recuerdo una
anécdota relacionada con la solidaridad, con compartir.
Le preguntaban a uno
qué haría si tuviese dos pisos.
Como no los tenía
contestó rápido que daría uno a quien no tuviese.
Le preguntan también
lo mismo si tuviese dos coches; como tampoco los tenia, enseguida contestó que
igual.
El problema surgió
cuando la pregunta se refirió a bicicletas; y más rápido aún que en las dos
ocasiones anteriores, respondió:
“Quieto, no hables
de bicicletas, quien quiera tener una que se la compre con su dinero”.
Qué casualidad en su
casa había dos.
PD: De Paco Molina: Por eso la solidaridad tiene que ser una ley que la haga obligatoria
PD: De Paco Molina: Por eso la solidaridad tiene que ser una ley que la haga obligatoria
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