EL DERECHISMO: ENFERMEDAD INFANTIL DEL CONSERVADURISMO.
Para estudiar el auge de la extrema derecha en los países ricos tal vez sea eficaz recordar el libro de Lenin titulado “El izquierdismo: enfermedad infantil del comunismo”.
Que el Capitalismo, como sistema económico, va a desaparecer, es una verdad de Perogrullo puesto que así ha ocurrido históricamente con todos las estructuras sociales anteriores.
Los indicios de tal extinción los tenemos en las continuas guerras, algunas mundiales, a las que está abocado, a modo de transfusiones de sangre, para salvar las ganancias de los poderosos de un país respecto a los de otros, también capitalistas.
Basta fijarse en la actual guerra en Ucrania, de los países de la OTAN contra Rusia, que busca apropiarse de sus inmensas riquezas naturales (aquellas precisamente que van a escasear por culpa del crecimiento continuo que exige el propio capitalismo).
Pero naturalmente esta crisis total se percibe antes por sectores, es decir antes de estallar salvajemente se hace sentir en las clases sociales abarcando cada vez a más personas (trabajadores de cuello blanco, clases medias, e incluso inmigrantes asentados desde hace tiempo, así como en la feliz clase dominante).
Este terremoto de malestar y temor al futuro hace que los sectores citados no vean ya su punto de apoyo político en los conservadores. Considerando a estos como políticos caducos, corruptos y adocenados.
Lo que unido a un crecimiento y auge de las fuerzas partidarias de la distribución de la riqueza de arriba a abajo, les hace entrar en pánico (de ahí su plus de violencia latente).
Siendo ese pavor psicológico el que, de buena fe en principio y de mala leche después, les hace creer que no basta con ser conservador, no basta con querer que se pare el mundo y todo siga igual (dejando a los afortunados con su fortuna y a los demás, que se le va a hacer , siempre hubo ricos y pobres).
Eso no les basta, y sueñan y ensueñan, que se puede volver a su infancia, aquella en que, como todos los niños, eran felices.
Aquella infancia en que papá y mamá no se divorciaban, mamá no se quejaba luego era feliz, el enchufe era un derecho de las clases altas, las etapas de la vida estaban marcadas y se cumplían a rajatabla, los desheredados estaban alejados de la vida cotidiana, la vida sexual era sana en cuanto secreta y se podía complementar con la prostitución que salvaba incluso algunos matrimonios. Tanto tenías tanto valías. Los niños tenían pene y las niñas rajita. La homosexualidad era algo contra natura y el Dios de aquí el verdadero.
Matar a quienes pedían una sociedad más justa era lo más justo que había. Salvo los gitanos ninguna otra raza distorsionaba el paisaje urbano o el laboral. No se veían miles de pateras llenas de negros o gentes de tez oscura que vienen a comer de la tarta que tantas guerras nos costó acumular.
Etc. etc. etc. Con tantos etcéteras que seguramente usted pueda hacer de éste un texto mejor.
Todo unido a un simplismo en lo económico que se resume en un cerremos la urbanización en la que vivimos tan ricamente, y seguiremos viviendo bien; cerremos el país en lo económico y migratorio, y ya verás que bien nos va (como si en las urbanizaciones de ricos el servicio viviera igual que sus señoritos)
Es decir, la gente que vota a la extrema derecha no sólo quiere parar el mundo en su desarrollo, algo imposible, si no que pretenden, y eso es lo peor, hacer que gire en sentido contrario, que se vuelva atrás en al Historia, porque en su delirio consideran que cualquier tiempo pasado fue mejor, confundiendo su infancia, a la que no volverán, con el paraíso del que creen fueron expulsados por culpa del progreso de la Humanidad.
Viven en su interior un infantilismo peligroso porque al final si toman el poder son como un bebé con una pistola. Un peligro para todos.
Recuérdese el caso del Hitler y su nazifascimo. 60 millones de muertos, la mayoría sus propios seguidores. Jugar con fuego puede quemar. Y además, quien con niño se acuesta, mojado se levanta.
Paco Molina. Zamora 12 de Abril del 2022.
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