sábado, 9 de julio de 2022

SOBRE PUTEROS Y ESAS CUESTIONES.

 


SOBRE PUTEROS Y ESAS CUESTIONES.

El tema de la prostitución está así.

Todo el mundo está a favor de que hay que acabar con la prostitución forzada (prostitutas que ejercen a la fuerza porque están secuestradas por mafias que las obligan a ello).

Respecto a terminar también con todo tipo de prostitución, forzada y voluntaria, lo que se conoce como “abolir la prostitución”, hay diversidad de opiniones, tanto en la sociedad como entre las putas, e incluso entre las feministas.

Para acabar con el problema denunciado se van a emprender 2 caminos: uno consiste en luchar contra las mafias (asunto de carácter policial) y otro de carácter moral (presentando a los clientes como la escoria de la sociedad).

Pues bien, el motivo de este escrito es indicar que el querer acabar con la prostitución por el camino de colapsar la demanda (si no hay clientes, no hay negocio) resulta un tanto erróneo. Vamos que parece equivocado.

No insistiremos en el teorema de que si no hay prohibiciones no hay mafias (ley seca en EEU, migraciones, venta de ramas, mundo de la droga, etc) para no desviarnos, pero así es.

Pero volvamos al tema. En ese afán por acabar con los clientes (masculinos, porque parece que la prostitución de hombres al servicio de mujeres no se menciona) se ha puesto en marcha ya una campaña de desprestigio social del cliente, denominándole “putero”.

El termino putero es muy bueno para quitarle las ganas a cualquiera de pararse en un puti club, pero además se le ha cargado de connotaciones más fuertes como que son tíos que maltratan y ensucian a las mujeres, creyendo que tienen derecho a ello por el mero hecho de haber pagado una cantidad de dinero.

También el termine putero significa, hoy en día: “hombre que no es capaz de obtener sexo gratis”, o sea un medio hombre.

Convertido así el putero en alguien estigmatizado social y moralmente, se espera que ya nadie de el paso de “irse de putas”. Y si aún así van, entonces la policía los detendrá y les pondrá el cartel de putero en la espalda por sentencia de un juez.

Ahora bien ¿se intentó algo similar anteriormente en otros ámbitos? (lo de acabar con la demanda para acabar con la oferta). 

Pues sí, fue cuando se decidió abordar el tema de las drogas. Entonces se optó por ir contra las mafias (y aun no se acabó con ellas) y contra los consumidores a la vez (lo mismo que se pretende ahora).

Para ello a los clientes (y por tanto delincuentes) se les llamó despectivamente “drogadictos”, y se decía de ellos que robaban hasta a sus padres.

Pero el problema seguía ahí, hasta que alguien cayó en la cuenta de que los clientes eran “enfermos”, y hoy en día no se detiene a nadie si la dosis que lleva de droga es para uso propio.

Por cierto, como el otro camino para acabar con la droga es el acabar con sus mafias, conviene saber que un ex inspector español de policía con más de 30  años de servicio contra ese mundo, ha llegado a la conclusión de que sólo se puede acabar con el tráfico clandestino de drogas legalizando sus uso.

Sigamos. El usuario de prostitución existe porque en la naturaleza animal (y lo somos) hay una fuerza de tal calibre que arrastra a los hombres a buscar el placer sexual (y a las mujeres también, por más que el machismo, precisamente, fuese quien impuso la ley de que si eres viciosa eres una zorra, trampa moral en la que han caído la mayoría de ellas vistiendo un burka espiritual).

Esa fuerza que impele a buscar orgasmos mediante contacto con otros cuerpos es tan fuerte que incluso hay personas que se casan para tener garantizada tal ración durante toda la vida (aunque sea siempre con la misma persona). Lo llaman amor.

Establecido esto, vamos con algunas anécdotas, ilustrativas, sobre puteros:

Existen estudios en que encuestadas unas cuantas prostitutas, todas coincidían en que la mayoría de lo clientes a lo que van, o lo que más hacen durante el encuentro, es hablar. Algo que no deja de ser de una ternura que espanta.

En Zamora, donde vivo, mientras existió el servicio militar obligatorio (la mili), los que podían estudiar para obtener puestos relevantes en la sociedad pasaban por aquí en lo que se llamaban las “milicias universitarias” (Montelarreina).

Su estancia junto a la Perla del Duero duraba los 3 meses del verano, y entonces el barrio chino crecía con putas llegadas de toda España, contándose la anécdota de que habiendo entrado uno de esos universitarios en el, pongamos, El Pato Rojo, se oyó el grito entusiasta de una gallega prostituta que le espetó: “Pero meu filliño, ¿qué haces tú aquí?”  (“pero hijo mío, ¿qué haces tú aquí?”). Había reconocido en estas latitudes  a un cliente de otras.

Es decir, los padres de la patria y otras gloriosas profesiones de carácter respetable, iban de putas en sus distritos universitarios y en el extranjero (en este caso en Zamora) también. Y no eran una excepción.

También conviene rescatar, para ver si el putero es ese ser desalmado que se describe en la actualidad, la entrevista que le hicieron a un cliente habitual del “Elefante de Oro” (puti club sito en Zamora, y conocido como el Vaticano) en un reportaje que creo se llamaba “24 horas en….”, de TVE.

El señor contaba con una claridad y razón (quiero decir que sonaba razonable), por qué acudía a un burdel periódicamente, que habría que analizarlo.

Y como última anécdota, que dice mucho sobre el asunto, está ésta. De 1984 a 1994 viví en una casa cuyas ventanas daban al Barrio Chino (en Zamora conocido como la Muralla, y por tanto cerca del centro).

En esa época eran frecuentes las manifestaciones de agricultores y ganaderos en la ciudad. Que se celebraban de día, fundamentalmente por las mañanas. Pues bien, acabadas éstas, veías, en cantidades industriales, a los que parecían haber sido los manifestantes, entrar en los bares de putas.

A todos estos casos, que parecen indicar que no se trata de gente de otro mundo, hay que añadir las manifestaciones de  profesiones liberales y empresarios que como costumbre, cada vez que iban a hacer gestiones a Madrid o Barcelona, iban de “masaje tailandés” (por citar únicamente a los más modernos).

 Es decir, parece que estamos hablando de hombres que también prefieren el sexo gratis y variado, o sea tíos normales (que quieren lo mismo que todos, queremos decir).

Por lo tanto y resumiendo, el acabar con las mafias de la prostitución es una obligación ética y vital de toda sociedad, pues hay que terminar de una vez con la esclavitud o los trabajos forzados de cualquier índole, pero darle mayor dimensión al tema del que hablamos porque de por medio hay sexo y éste está estigmatizado por el lavado de cerebro de las religiones, puede llevar a cometer errores como en este caso que se busca coger el rábano por las hojas del putero convirtiendo en delincuentes a medio mundo.

Paco Molina. Zamora. 9 de Julio del 2022

 

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