CUANDO EL IMPUESTO ES LA SANGRE.
En toda sociedad, en épocas de paz, es elemental que el rico pague más impuestos que un trabajador por lo mismo que en una comunidad de propietarios paga más quien tiene el piso (la propiedad) más grande.
Es elemental que en una patria, el patriota que tiene más propiedades, debe pagar más impuestos que el que tiene menos cachos o pedazos de patria.
Pero también debe pagar más porcentaje quien más tiene. Los llamados impuestos progresivos.
Es decir no solo debe pagar el mismo porcentaje como en la comunidad de propietarios, si no que debe irse incrementado éste porcentaje según los tramos de riqueza, por la sencilla razón de que el rico usa y necesita de más servicios que el trabajador (puertos para sus yates, autovías para sus cochazos, policía para su seguridad, aeropuertos para sus aviones, ejércitos para defender sus propiedades, cotos para sus cazas, etc.).
Por eso resulta injusto socialmente, y solidariamente, que los partidos de derechas o centro, que nacen para defender a los ricos, ejecuten su plan de trabajo y les bajen los impuestos, convirtiendo así a las clase media y baja (las trabajadoras) en cornudas y apaleadas, pues serán los impuestos de éstas los que paguen los servicios extras que requieren los ricachones.
Pero es que además de lo anterior, que rompe la teoría de que la patria es un gran familia que nos une a todos (en cuyo caso cuando las cosas van mal, los miembros pudientes de la familia, como en todas, deberían ayudar a quienes no los son) hay un asunto peor en toda esta filosofía de bajar impuestos.
Resulta que cuando hay una guerra y la patria entra en ella, los ciudadanos que componen las clases dominadas por la clase dominante; las personas que viven de su trabajo, van a tener que ir a esa guerra a la fuerza, a hacer patria con el impuesto más caro que existe: su propia sangre, su vida.
Y sin embargo los ricos, en las guerras desaparecen o pasan a ocupar cómodas trincheras que no pagan el impuesto de la sangre y menos el de la vida.
Cuando empezó la 3ª Guerra Mundial en Ucrania usted leyó que a los hombres de cierta edad no les dejaban salir de la patria porque tenían que luchar por ella, quisieran o no (van a pagar el peor impuesto que existe, el de la vida y la sangre).
¿Cree usted que los hombres de esas edades, pero ricos de Ucrania, están en la guerra? No. Están una vez más evadiendo impuestos,
Todo lo dicho se repite en Rusia con el reclutamiento de 300.000 reservistas, que traducido al castellano son 300.000 trabajadores (y no hijos de potentados u oligarcas rusos) que van a pagar el impuesto más peligroso y caro de los existentes: el de la sangre y la vida.
Y todo para satisfacer las pretensiones de los ricos de sus respectivos países, pues los pueblos no quieren las guerras.
Así que, a pagar impuestos según se gane más o menos, según se tenga más o menos, y quien no quiera, que vaya a las guerras en primer lugar.
Guerra no. Impuestos progresivos y paz. O sea, ante todo, solidaridad.
Paco Molina. Zamora. 22 de Septiembre del 2022
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