“ASI COMO NOSOTROS
PERDÓNANOS a NUESTROS DEUDORES”
Dice la oración más católica del mundo: “Padre Nuestro que
estás en los cielos…. perdónanos nuestros pecados así como nosotros perdonamos
a nuestros deudores”.
Sea esta frase producto de la inspiración Divina o del Saber
Popular, lo cierto es que de ella se deduce un tiempo histórico en el que
existía la costumbre de perdonar a nuestros deudores, es decir de perdonarles
lo que nos debían a aquellos que nos los debían.
Y ese perdón debía ser tan eficaz socialmente que cada
creyente ataba su alma al cumplimiento del siguiente trato : “Dios mio,
perdóname el ir al infierno si es que yo perdono a quienes me deben dinero”.
No perdamos de vista esto y recordemos, antes de seguir,
algo que ocurría hace unas décadas. Existía entonces en Occidente, y en España
también, la costumbre de “pedir la
condonación de la deuda del Tercer Mundo”.
Se decía que el Tercer Mundo tenía derecho a no pagar lo que
debía, y nosotros -los ricos- el deber de no cobrarlo porque eso era la ruina
de esos pueblos de África, América Latina y Asia, y encima la habían generado
Gobiernos corruptos, etc.
Tanto lo del Padrenuestro, como lo de luchar porque el
Tercer Mundo no pagara su deuda, es algo que culturalmente no estaba mal visto.
Sin embargo, la gente cabal considera que sí se deben pagar
las deudas porque si no iríamos al caos. Pensemos por ejemplo en esos miles de
pequeñas empresas subcontratadas por otras mayores y a las que ahora, las
grandes, aunque han cobrado, después, por declararse en ruina, no han pagado a
quienes hicieron realmente el trabajo que ellas cobraron.
Colocadas así las piezas del ajedrez: las blancas bajo el lema, “hay que pagar las
deudas”, y las negras, bajo el eslogan “
lo de las deudas, depende”; veamos qué hacer con la deuda de España.
Pues bien, parece evidente que si optamos por pagar lo que
debemos los españoles como estado (desde todas las administraciones) no sólo vamos a la ruina,
sino que ni siquiera conseguiríamos pagarla. Es decir, quedaríamos mal como
personas no pagadoras y encima arruinadas.
Pero a lo que debe Espala hay que añadirle que los Gobiernos
actuales y salientes, han decidido que también vamos a considerar como nuestra,
la deuda gigantesca de los Bancos y las Cajas, con lo cual la devolución de lo
que se debe no sólo es imposible de pagar ni aún arruinándonos, sino que es un
insultó. ¿Por qué usted va a pagar la deuda de otro?.
Entonces si algo es imposible de hacer, ¿para qué hacerlo?.
Si algo nos lleva a la ruina de todo tipo, hasta en cuestiones de salud, ¿por
qué hacerlo?. ¿No existe un derecho universal que se llama legítima defensa?.
Acojámonos a él.
¿Existen precedentes de no pagar las deudas o hacer como que
se pagan pero no pagarlas?.
Si, cuando se arruina una empresa, actúa la ley y se ponen
en marcha quitas (rebajas de la deuda), mecanismos de pago, y situaciones que
protegen al empresario, de manera tal que él nunca se arruina del todo.
Pero, ¿y si en represalia por no devolver la deuda no nos
dan préstamos? Si decidimos no pagar la deuda para qué queremos préstamos si ya
no tenemos deuda. Porque no olvidemos que estamos pidiendo prestado para poder
ir devolviendo la deuda. Una locura.
Y éticamente, ¿qué supone no devolver la deuda? Pues que por
un lado salvamos a los 46 millones de españoles y por otro sólo se le
causa daño a cuatro particulares que tienen, siendo pocos,
más millones que todos nosotros juntos.
Es decir que esos ricachones, multimillonarios de euros y
dólares, vayan al infierno porque Dios no les perdone sus pecados al no perdonar
ellos a sus deudores.
Paco Molina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario