ESTAMOS AQUIJOTADOS.
Si el libro “Don
Quijote de la Mancha” nos indica (página a página) que su autor (Don Miguel de
Cervantes) era un sabio, resulta además que la idea fundamental del mismo (que
un señor, a base de leer tantos libros de caballería, llegó a creerse él mismo
un caballero andante) es sublime, y un análisis (involuntario pero certero) del
adoctrinamiento social.
Porque ocurre además
que esa idea (maestra) entronca con la igualmente genial (por lo importante)
del pensador zamorano Agustín García
Calvo, según la cual el Poder domina al pueblo (convirtiéndolo en masa) mediante
la Cultura. (O sea que la Cultura
embrutece).
Pero no deje usted
de leer, por indignado que esté, hasta
llegar al final.
Vamos ahora a hacer
ver que las dos cosas (la idea de Cervantes y la de AGC) son la misma cosa.
En el comienzo el Señor Quijano es un tío normal, pero como
está de moda leer libros de caballería (aventuras de caballeros que andan por
el mundo desfaciendo entuertos) compra y lee todos los que puede.
Y lee tantos, se
mete tanto en esas ficciones, que enloquece (se aliena) y llega a creerse, él
mismo, un “caballero andante”.
Exactico a lo que
nos ocurre a ti, a mí y a aquel. Somos niños normales (corrientes y molientes)
pero a medida que crecemos, la Cultura que nos rodea (que no es otra cosa que
el conjunto de libros que nos leen queramos o no desde la infancia) nos va
alienando (volviendo anormales) hasta el punto de creernos lo que no somos.
Ese irnos
convirtiendo (mediante la cultura y el saber) en lo que no somos, se ha ido
perfeccionado (dice AGC) desde la aparición de la televisión. Tal invento es
usado como el púlpito perfecto del Poder, desde el cual se nos come el coco día
a día, hasta hacernos creer “caballeros andantes”, o lo que es peor en
“ciudadanos pasivos”, “esclavos voluntarios”, “súbditos dóciles”, en definitiva
en personas abatidas por la presunta existencia de una fatalidad inevitable que
es la que causa nuestro males.
Siendo lo peor del
problema el que al fin y al cabo Don Quijote da en querer deshacer entuertos,
resolver problemas, ayudar a los débiles, hacer el bien, mientras que el monstruo que produce en nosotros la Cultura
no quiere meterse en problemas, se egoistiza hasta tal punto que huye de los
problemas ajenos en un sálvese quien pueda que en el fondo es llevar una
existencia, que AGC, definía como que somos “vivos que estamos muertos”.
Veamos algunos
ejemplos evidentes, pero pocos, para no aburrir.
Gracias a la Cultura
todos decimos las mismas insensateces con gran solemnidad, a saber:
Que siempre hubo
ricos y pobres (cosa no cierta). Que el sentimiento religioso es algo inherente
al ser humano (cosa no cierta). Que existe el instinto de reproducción (cosa no
cierta). Que si quieres la paz debes preparar la guerra (cosa no cierta). Que
todos los políticos son iguales (cosa no cierta). Etc. Etc.
Por si aún no está
convencido usted de que cuando un ciudadano cree saber algo por sí mismo,
incluso científicamente, en el fondo lo que manifiesta es lo que le han dicho
desde el Poder continuamente, le exponemos la prueba del nueve que lo demuestra.
¿Por qué cree usted
que todos los niños en Francia saben hablar francés, y los de Inglaterra
inglés? ¿Y por qué si usted hubiera nacido en un país árabe lo más fácil es que
fuera islamista de la misma manera que por haber nacido en Occidente, usted es
creyente o dice que sin serlo comprende que algo tiene que haber? ¿Por qué al
pueblo le piden que sea el novio de la muerte los que son los maridos de la
Banca?.
Estrambote: Si el
Señor Quijano por leer tantos libros de caballerías se acabó creyendo un caballero andante (Don
Quijote), los ciudadanos de cualquier país somos sometidos a la lectura
obligatoria (a través de escritos y sermones) de tantos libros de majadería que
nos hemos creído españoles, españoles, españoles, o islamistas, islamistas,
islamistas, o democráticos, democráticos, democráticos, o pecadores, pecadores, pecadores,
u objetivos, objetivos, objetivos.
Cuando lo único
palpable es que somos una variedad de animales que como tales tenemos los
mismos instintos básicos (necesidades) y puestos a satisfacerlas ya estaría
logrado, y sin embargo nos creemos seres superiores (con alma y todo) que
vivimos en el mejor de los mundos posibles (salvo algún detallito que arreglado
ya está).
Por supuesto que la
cultura (que es todo lo que ha puesto sobre la tierra el animal humano) de la que hablamos no tiene que
ver con las bellas artes, ni con la buena cocina, etc. y si con lo que algunos
llaman ideario de centro (o de patria).
Más valía que
Rocinante nos diera una coz y con el golpe olvidáramos todo lo que “sabemos”
(que es únicamente lo que quieren que sepamos).
Paco
Molina. Zamora. 25 de Noviembre del 2018
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