POLICÍAS.
BAILANDO CON LA MÁS FEA.
Cuando en una
sociedad todo va bien o el clima social es soportable, la policía (en el caso
de España las diversas policías, la nacional, las locales, las autonómicas y la
guardia civil) no tiene ningún problema.
Es mas es apreciada
porque resuelve problemas de la gente: le protege las propiedades, les
garantiza la seguridad, detiene a los
malos, auxilia a los accidentados, etc.
Estos cuerpos el problema
lo tienen cuando emerge la movilización social inevitable en cualquier sociedad
injusta. En ese momento han de obedecer a sus jefes y en ocasiones, demasiadas,
enfrentarse a sus conciudadanos.
Es ahí cuando les toca
bailar con la más fea. Siendo ellos trabajadores que trabajan de policías han
de poner orden para que otros trabajadores que no trabajan de policías, si es que
trabajan, no se salgan con la suya respecto al Poder.
Y entonces se dan
situaciones de este tipo.
Primer caso. Imaginemos
una dictadura. En este tipo de sociedades cuando se junta el hambre con las ganas
de libertad, el pueblo se levanta; se multiplican las manifestaciones que cada vez
son más numerosas y difíciles de controlar.
¿Qué problema tiene ahí
un policía en lo individual? Como es muy difícil que toda su familia sea a la
vez policía, cuando no está de servicio debe
percibir que su tarea es ingrata.
Pero claro, al ir
armado no puede desobedecer a sus jefes, que posiblemente por vivir bien sean
amantes de esa dictadura y le podrían hasta fusilar si se tercia.
Pues bien, aunque
incluso al ser el brazo armado de la represión pueden sufrir atentados, su
conducta debe ser prudente y comedida para ser justos (aunque esto tal vez no sea
muy posible pues sin duda son vigilados y catalogados, entre adictos al régimen
o flojos).
Les toca bailar pues
con la más fea. En algún momento tendrán que cambiar de bando y unirse al
pueblo, pero no saben cuándo, ni cómo.
Segundo caso. Imaginemos
una democracia.
Las democracias
permiten que convivan distintas tendencias políticas; en general las que proponen
repartir la riqueza de arriba a abajo (las izquierdas) y las que proponen
seguir repartiendo las riquezas de abajo a arriba (las derechas o
conservadores).
Por alguna extraña
razón en los colectivos policiales la mayoría son personas de tendencia
conservadora (de derechas).
No se sabe muy bien
por qué, porque al menos los números o policías de baja graduación tienen sueldos
que no son una cosa del otro mundo (son más bien del mundo de las injusticias típicas
de las derechas).
Pero en fin, o bien
porque llevan pistola, o porque hay que hacerle la pelota al jefe, o porque las
manifestaciones les van haciendo coger antipatía a los obreros, el caso es que
son poco revolucionarios.
Como por otra parte
estamos en el supuesto de que vivimos en una democracia, pueden ser lo que les
dé la gana.
Ahora bien, si en el
supuesto de la dictadura llegábamos a la conclusión de que debían aplicar la
ley y ser prudentes en el uso de la fuerza, por humanidad y por si la situación
política da un vuelco, ahora en una democracia vemos que su conducta debe ser
la misma.
Una conducta basada
en el equilibrio y la cordura. En la lealtad al pueblo trabajador que es la
prolongación de ellos mismos. Teniéndose unos que ganar la vida en un andamio,
en una tarima, en un hospital, y otros en un coche patrulla. Trabajadores todos
que trabajan para sobrevivir, y disfrutar de la familia y los buenos momentos.
No haría falta mucho
más para marcar que ese debe ser el camino de un policía, pero éste no es un
texto moralista únicamente. Este texto invita a este colectivo a ser egoísta.
Y para ello y para acabar,
vamos a usar como punto de apoyo el asesinato por parte de un policía blanco de
un negro en EEUU, asfixiándole porque sí, porque actuó como un chulo y no como
un policía con corazón.
Pues bien, la
enseñanza principal es que hoy en día a
un policía no le vigila únicamente la cámara de los jefes. También le vigilan
los mil ojos del pueblo. Las cámaras de los móviles.
Es obvio, que de no haber existido la
grabación de un particular nada de lo ocurrido habría ocurrido como revulsivo social.
Tal vez el policía era
de derechas y racista en una sociedad de derechas y racista; tal vez creía que
iba a reír con sus compañeros por su valentía deteniendo a un gigantón que
trató presuntamente de usar un billete falso de 20 dólares, tal vez creía que
le iban a otorgar una distinción.
Pero nada fue como
él creía. Porque en una democracia donde todo se graba y por lo tanto se
ve, a nadie le protege su ideología (por
muy de derechas que sea), y a todos nos protege el ser buenas personas, o al
menos intentarlo.
Debemos comprender
la difícil tarea de la policía cuando emergen conflictos sociales, cuando el
pueblo clama justicia y pan; y ellos deben emprender el camino de, de pecar de
algo, mejor pecar de ser prudentes y solidarios, porque antes quien veía todo
era Dios, según decían, y ahora es el pueblo según se ve.
Paco
Molina. Zamora. 12 de Junio del 2020.
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