PEDAGOGÍA DE UNA PANDEMIA ENDEMONIADA
Como era de esperar la pandemia (epidemia que afecta a todo el planeta Tierra) del covid 19, a parte del sufrimiento por las muertes que produce, puede llegar a arruinar a millones de personas en el mundo si no somos solidarios.
Si nos centramos en España vemos que hay sectores que subsisten porque reciben ayudas y otros que las demandan cada vez más desesperadamente.
Son tantas las personas afectadas que por fuerza entre ellas (no decimos que todas) las hay que cuando las cosas no venían mal dadas, estaban en contra de la paguita (como llamaban a esto de ayudar a quien no tiene ingresos porque no tiene trabajo), estaban también en contra de una Renta Universal Básica (esto de que cada persona adulta cobre unos 500 euros al mes al margen de sus otros ingresos) y también estaban contra los impuestos (su obsesión era pagar menos porque decían pagar mucho) e incluso hoy en día la ayuda que solicitan, sorprendentemente, es que se bajen los impuestos indirectos.
Pues bien, hagamos pedagogía del momento y aprendamos de las bofetadas que da la vida.
Primera lección. Los pueblos que viven juntos, los patriotas, se deben de unir por lazos de solidaridad por ley (no de caridad, es decir una solidaridad que no dependa de la voluntad o buen corazón de cada cual) y por lo tanto lo mismo que cuando hay que ayudar a muchos hay que ayudarles por tratarse de un drama social, pues cuando hay que ayudar a pocos, también hay que ayudarles porque se trata de un drama personal que no han buscaron.
Segunda lección. Es evidente que cuando se piden ayudas se le solicitan a las administraciones, es decir a todos, y para poderles ayudar (hoy a ellos, mañana a nosotros) hace falta dinero, y la única manera que tienen el estado, las autonomías y los ayuntamientos de disponer de fondos es gracias a los impuestos, luego pedir, cuando todo va bien o por sistema, que bajen es una irresponsabilidad. Pagar impuestos es como pagar un seguro, ojalá no tengamos ninguno que recuperar el dinero aportado a la colectividad con una buena estancia en la UCI que creo es muy cara, o con el recate de un hijo porque cayó por un barranco.
Lección tercera. Si estuviera implantada en España la Renta Universal Básica, a nadie o a casi nadie le cogería el toro. Es decir un matrimonio de autónomos con 2 hijos mayores de 18 años, tendrían garantizados unos ingresos mensuales de 2.000 € lo que en principio les permitiría aguantar con su negocio a la espera de tiempos mejores y sin tener que hacer mil papeles, y diez mil manifestaciones pidiendo ayuda (tranquilidad que ahora diremos como obtener ese dinero).
Miren, bastaría que hubiera un IRPF que funcionara así, por ejemplo. Lo mismo que ahora, nadie pagaría nada por sus primeros 14.000 € de ganancia. Luego los siguientes 16.000 ingresados pagarían lo que corresponda. Hemos llegado pues a un contribuyente que ingresa al año 30.000 €. Pues bien. Aunque estos ciudadanos y los que ganen más también recibirían sus 500 € al mes, a la hora de hacer la declaración, en junio del año siguiente, tendrían que devolver, al margen de lo que les toque pagar del IRPF, los 6.000 € recibidos. Pero con la ventaja de que si no han ganado más de 30.000 el año anterior no los devuelven
Lección cuarta. Establecido pues, y entendido, que es bueno para todos pagar impuestos, se debe asimilar ahora lo siguiente. Los impuestos que deben subir son los directos, y los indirectos no deben bajar (si alguien quiere que baje el precio de una cosa que se rebaje la ganancia del vendedor pero no el impuesto, que por cierto bajaría también si baja la ganancia).
La petición de los colectivos que piden ayudas, aunque la mayoría la han recibido ya, se centra sorprendentemente en solicitar bajadas de impuestos. Llevándonos así al absurdo que se pide que te ayude alguien que sin impuestos no puede tener dinero con el que poderte ayudar.
Pero aún rizan más el rizo del despropósito quienes quieren que los impuestos que bajen sean los indirectos y que no se toquen los directos (sin tener en cuenta que los directos, si no ganas dinero porque te va mal, no te afectan). Es cierto que estas contradicciones no son culpa de la gente común y si de quienes han lavado el cerebro de la gente corriente haciéndole creer que los impuestos son cosa mala.
Veamos que lo justo es que paguen más quienes más ingresan y más tienen. Sea “A” un ciudadano que posee una funeraria. Montó una porque vio que era un negocio lo suficientemente bueno para vivir sin apuros y, si me apuras, bien. Eso fue hace 3 años.
De repente se ha encontrado que durante el año 2020 se está forrando porque una epidemia ha multiplicado el número de fallecidos, los traslados, etc. Es decir cuando en el año 2021 haga su declaración de la renta verá que ganó mucho. Luego es lógico que sea de ahí, de esos bolsillos, de donde salga la solidaridad para ayudar a quienes están al borde de la ruina económica o nerviosa por culpa del mal que a él le vino bien.
Nuestro ciudadano de la funeraria (o tantos otros a los que no nos ha ido mal en lo material), si se bajan los impuestos indirectos y no se suben los directos, cada vez tendrá más dinero, mientras los que necesiten ayudas no tendrán las necesarias y suficientes.
Así que, moraleja, que la pandemia nos enseñe a ser solidarios a base de impuesto y a pedir más solidaridad a quienes más tienen subiendo el IRPF, , entre otras cosas porque es a quien más les interesa una sociedad amable, estable y no crispada por la necesidad de las gentes, donde encima hay niños de por medio.
Paco Molina. Zamora. 1 de Febrero del 2021
No hay comentarios:
Publicar un comentario