LIBROS,
ATAUDES Y ZAMORA
Si adoras a un Dios tienes que cargar con “su” diablo correspondiente (proverbio ateo).
Este refrán, recién inaugurado,
nos recuerda que no se puede ser creyente del capitalismo (en este caso) y
querer parar su infernal carrera. Y viene esto a cuento de los sufrimientos que
están sufriendo los comerciantes de toda la vida (y nunca mejor dicho pues
DEJAN LA VIDA EN EL NEGOCIO) contra los capitostes de las grandes empresas en ese
campo de batalla abierto a la libertad de horarios comerciales.
También viene a
cuento de la desigual batalla que los libreros, al pie de la letra (nunca mejor
dicho tampoco) están librando, sin poderse librar de ella, contra los
vendedores de analfabetismo desde los grandes templos del consumo, vulgo
grandes superficies y pequeñas cabezas.
Pero claro, estás
luchas desiguales, que son las últimas de la historia pero que no serán las últimas
del proceso, no son más que el demonio de esa religión en la que Dios es el
Dinero, los obispos son los banqueros y los creyentes (como su nombre indica)
los que creen en el sistema.
Y puesto que hay
creyentes, prediquemos para ellos, para que no se diga que nos perdemos en
elucubraciones pero que no resolvemos problemas concretos. Cojamos pues (por
los cuernos, en homenaje al Decamerón) el tema de los libros.
Respecto a los
libros de texto, o las cosas siguen como antes, o como ahora, o aplicamos la teoría
de la mili-obligatoria.
Usted que es inteligente
a más no poder (nunca mejor dicho porque el poder es quien no le deja serlo
más) recuerda que cuando la mili era obligatoria, ibas a ella a la fuerza pero….POR
LO MENOS TE PAGABAN EL FUSIL, el traje de faena (nuca mejor bautizado), el de gala,
etc.. Dejándote al final llevarte lo que era intransferible (la ropa) y teniendo
que dejar el rifle para mejor ocasión (la Virgen no lo quiera).
A raíz de este
razonamiento decimos, que puesto que la enseñanza es obligatoria (hay que estudiar
a la fuerza) los libros, como el fusil o como el traje de faena, hay que darlos
gratis (es decir que tiene que pagarlos el estado).
Parece que esta
fórmula complacería a todos menos a las grandes superficies.
Pero ante este buen
acogimiento de la idea hay que preguntarse. ¿En qué están pensando todos y cada
uno de los afectados incluidos los padres de las criaturas? ¿Qué todo sería
como hasta ahora pero gratis? ¿Qué las editoriales tendrían garantizada la venta
de todas sus existencias? ¿Qué puesto que todo es gratuito se va a seguir tirando
dinero en algunos libros que no sirven para nada y que están hinchados con
fotos, dibujos y galimatías, para tener más páginas y así más precio?
En paralelo con esto
también se debe recordar que también es obligatorio enterrar a los muertos y todavía
no se le ha ocurrido a nadie pedir que el entierro lo pague el estado (Con la
conocida excepción de que a los que no tiene pudientes se lo financian, lo
mismo que por lo mismo también les pagan los libros mediante becas a los no pudientes de la enseñanza)
Sin embargo la idea
de que lo pague el Estado (el entierro) es buena. “Si me tengo que enterrar a
la fuerza que me paguen el entierro o me quedo fuera”
Ahora bien, el paso
siguiente es qué tipo de entierro nos pagaría el Poder ¿el de primera con ataúd
de caoba o el de tercera con caja de formica?
Indudablemente no
puede quedar a gusto del cliente para evitar abusos y la ruina de todos. Lo
correcto es que se estipule lo que cuesta el entierro más normalucho (sin
plañideras de oficio) y que esa cantidad se le de a la sufrida familia del finado, una vez que
demuestre que enterró al difunto.
Pues bien, la misma
regla de tres debe aplicarse al tema de los libros. Hay que hacer un estudio
para fabricar un libro de texto sencillo y suficiente por materia, y a partir
de ahí, contra la presentación de la factura de los libros comprados, que se les
de a las familias la pequeña cantidad que cueste ese otro libro no abusivo, que
sería el libro obligatorio.
Queda así resuelto
el problema de cómo ganar todos con la cuestión y además queda resuelto de la mejor
manera posible, no dejando a nadie contento, pero ya se sabe: “quien adora a un
Dios tiene que cargar con el demonio que le corresponde”.
Paco
Molina
Zamora-6
de Octubre del 2000
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