MACÁ
YAÑEZ
MACÁ
MARIA
DEL CARMEN YAÑEZ PUJOL
Esta deliciosa
criatura nació en el Siglo XX y no morirá nunca.
Macá es una mezcla
de española y brasileña, un coctel de belleza y encanto, un combinado de
inteligencia y locura, un sandwich de vida y alegría.
Tengo la suerte de ser
su tío, y la más inmensa aún de haberme dejado contagiar por su manera de ser,
lo que me permitió viajar a Marrakech, que ni sabía lo qué era, y montar en
camello que si temía lo que era, y a Egipto subiendo y bajando por el Nilo tras
la revolución que llevó al poder a los Hermanos Musulmanes con un Hotel (El
Hilton de El Cairo) donde nos registraban cada vez que entrabamos y salíamos. África,
un continente alucinante, como ella.
Eternamente niña, aunque
le haya tocado ser madre luchadora, esposa perfecta a juzgar por el número de
maridos, abuela modelo por lo joven que es e hija ejemplar de Pepa y Tata por
el amor que da, siempre creó un torbellino de acontecimientos a su alrededor.
En Europa, en
España, en Galicia, en Lugo, tiene una familia que le adora (que le adoramos
aunque algunos en otra parte vivamos). En América, en Brasil, en Sao Paolo,
tiene la misma familia, con otras caras, que también le adora, porque para ella
sólo hay una forma de dar y recibir cariño, tirando la casa por la ventana.
Y en consecuencia, sea
allí o sea aquí, cuando conoces a Macá vas a recibir algo especial, algo de ella
misma, de su íntimo ser.
Macá da, no se queda
con nada: da besos desde el alma, abrazos desde el corazón, palabras desde el
cielo de su boca.
Elegante, bonita,
guapa, bella, inteligente, trabajadora luchadora, divertida y arrebatadora.
Macá: Has tenido lo
mejor, y paradoja como tú, aún te mereces lo mejor.
Un beso en nombre de
todos, los que te han querido y los que están a la cola para quererte.
Paco
Molina
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