UNIVERSIDAD
LABORAL de Zamora. DESPEDIDAS 2015
La teoría del caos
se ratifica en este acto ya cotidiano.
Dicha teoría dice
que lo que ocurre en el Universo y por tanto en el mundo, ocurre por purita carambola, vamos que
pasa de chamba, de casualidad.
Y así ha querido el
destino que hayáis vivido últimamente lo que ya se vivió en la Universidad
Laboral de Zamora y que os recuento a modo de anécdota.
Había elegido el
claustro un Director y nos pusieron otro con el célebre truco de la terna.
En esta
circunstancia se llegó al primer claustro con el intruso.
Naturalmente se le
iba secando la boca a cada palabra que tembloroso decía. Y en esto uno de los presentes
se levantó, se fue y volvió con un vaso
de agua para quien nos habían impuesto a traición.
Se lo acercó al Director-Impostor,
y comentó en voz bien alta: “De subdirector a pinche de cocina”.
Se trataba de quien
iba a ser subdirector en el equipo elegido democráticamente
pero……que como todos los demás se había quedado con un palmo de narices. Ese
pinche era un servidor.
Así que lo que le
han hecho a Vicente (tal vez por llamarse Bueno y Salvador) es una judiada, y
por tanto te comprendo, y a los demás no
digamos.
Pues bien a mayores
de lo contado veréis que, en lo que sigue, sigue haciéndose fuerte la Teoría
del Caos. Ved y decid.
Consuelo
Arnáez González. Chelo. Cocinera.
Del
bocadillo de chorizo a la crema americana.
Esa es la
trayectoria vital y personal de Chelo. Que es
por quien vamos a empezar hablando,
dado que amenaza con llorar de emoción y ponerse más histérica que si viera un
ratón, cuando oiga lo que se dice de ella.
Chelo es tan de la
Universidad Laboral que durante años no sólo trabajó aquí, sino que incluso vivía
aquí (o sea, allí). Pudiendo por ello corroborar fehacientemente que los otros
inquilinos (los salesianos) tenían voto de castidad, lo cual a falta de
democracia no es mal voto.
Cosa, la dicha, que
tiene su mérito, pues Chelo era un bomboncito. Ya aficionada a los bocatas de
chorizo y cantarina de coplas que acompañaban su alegría.
Persona
muy inteligente y trabajando en un lugar regentado
por curas, aplica al pie de la letra lo de adorar al santo por la peana, y
cuando corresponde, enflorece a María Auxiliadora en una imagen que está en la
cocina, según la teoría de Santa Teresa de Jesús de que Dios también anda entre
pucheros.
Ella había llegado de Rojas de Bureba (Burgos) y
como toda hija del Cid que se precie tiene un carácter que se las trae, pero
hay un compañero, que arribando años más tarde desde Cantalapiedra (Huesca) y
que es educador, le ablanda el corazón.
Hablamos ahora de
Pepe Cabrera, su actual esposo. En aquella época Cabrera es goloso (y ahora
también) y se comería a ese bomboncito que es Chelo de un bocado, pero de
momento se limita a degustar sus guisos.
Hasta que ella le
pone el anzuelo en forma de Declaración de la Renta: “Y tú, guapito, ¿me harías el IRPF?”. A lo que el educador Cabrera,
educado pero conocedor del dicho: “lo cortés no quita lo valiente”, no solo le
hace el IRPF sino que se lo hizo tan bien que desde entonces se lo hace sin
parar. Incluso les ha salido a devolver una hija extraordinaria.
Agradable
y divertida, Chelo hace suya la máxima de su pueblo,
“Nunca digas de este agua no beberé, y menos si el agua es de Calabor”.
Y así pasa de Ayudante
de Cocina a Coordinadora de la misma, mostrando
una gran capacidad para el trabajo en general y para el trabajo bien hecho en
particular.
“El bocato di cardinale”,
en la Universidad Laboral de Zamora, se traducía por “bocato de salesiani” o
crema americana (una crema de café) que Chelo hacía como los ángeles, pionera pues
del delicatessen, y qué llevaban en una furgoneta de un edificio a otro
temblando por si los baches daban con el exquisito manjar por los suelos.
Como veis Chelo es
la historia viva de lo que se ha dado en llamar “vivir como un cura”, y viva
historia también de una Universidad Laboral repleta de anécdotas insospechadas
cuando no secretas.
Chelo, tu
inteligencia, tu arte y tu alegría te han permitido pasar 42 años por la Uni
como si nada, como si todo. Tu función, cocinar, la has hecho tan bien que sólo
cabe quitarse el sombrero ante ti. Ahora regresarás a tu tierra a donde te
seguirá tu marido Pepe dentro de un año, siempre que no le pidan que haga un
IRPF, así que como eres muy inteligente, ¡tú verás!. ¿No sería mejor que te
quedaras por aquí que así podemos verte, oírte cantar una copla, y tal vez
hacernos una cremita americana, tú que eres tan bella persona y apetecible
amiga?
Victorino
García Álvarez. Educador.
De
la butaca a “La Vuelta al Mundo en 80
días”.
Tuvimos en él un compañero de cine. Buena persona. Mejor
amigo. Gran profesional. Vamos casi como un personaje de Walt Disney.
No ha podido venir
porque está de viaje. Y es que entre la nata montada del NH y la policía
montada del Canadá, no hay color. Todos hubiéramos hecho lo mismo.
Compa,
que para ti lo bueno nunca lleve la palabra FIN.
Pilar
Martín Briz. Profesora de Historia
De
fuerte a suave.
Pilar, la de
Historia, tuvo que hacerse una coraza espiritual para que no descubriéramos su extraordinaria delicadeza y ternura.
Para
que no supiéramos que era frágil, que era delicada, que era una magnífica docente
agobiada
por la burocracia de la profesión.
Libre
ya de esas ataduras, Pilar, queremos verte volar en libertad, conservando ese
tono de alegre resistencia.
Si
el paraíso es cobrar sin trabajar que te sientas siempre en el paraíso, amiga
por siempre.
José
María Vidal Gutiérrez. Profesor de Historia.
De querido a
queridísimo
Tan educado eres
amigo, que eres, y seguirás siéndolo, maestro
de todos.
Tan puntual eres
amigo, que bendita la hora que sonó en
el reloj el día en que te conocimos y empezamos a disfrutar de tus valores.
Tan tiernamente
tímido eres, compa, que hoy no estás aquí entre quienes queremos abrazarte precisamente
porque queremos abrazarte.
Tal vez no te
gusten estas cosas y por eso no hayas venido, pero tú nos produces admiración a
nosotros, y lo dejamos escrito, firmado y rubricado.
Como persona,
docente, compañero, amigo, eres esplendido. Y no verte de esa manera sería un
atropello.
Victoriano
Gómez del Teso. Nano. Educación física.
De
la pubertad a la jubilación.
Con el compa Nano,
siempre tuve una turbia problemática oculta. Tan oculta que ni él mismo la
conoce.
Como profesor de
Matemáticas yo tenía que explicarle a los chicos eso de los prefijos que
indican los múltiplos y los submúltiplos de las unidades.
El más grande, el
que indicaba el múltiplo mayor de todos, era el GIGA, y yo les decía, “No lo
olvidéis, GIGA viene de GIGANTE”.
Y ahora adivináis
lo que me turbaba. Porque el prefijo que indica el submúltiplo más pequeño es
el NANO y para que no lo olvidaran les indicada: “No lo olvidéis Nano, ENANO”.
Y siempre temía oír
alguna risita. Ya sabéis, la chavalada, con tal de salir de excursión, aunque
sea mental, son capaces de todo. Pero tuve suerte y nunca fue así.
Se ve que el
respeto de los alumnos por Nano era
gigante. Tan grande que ahora que se jubila habría que llamarle GIGA. Gigante.
Porque Nano es todo
un Gigante. Un gigante con alma y aspecto de niño, y con el que aún no tengo yo
muy claro que tenga la edad que dice, por más que últimamente se haya teñido el
pelo y vaya contando por ahí, lleno de felicidad, que va a ser abuelo.
Profesor de
Educación Física, nació atleta y eso le contagió a su alumnado, no limitándose
a darles clases con clase, sino también proponiendo viajes al Almanzor (que
debe ser un pico de por ahí) y a mil lugares que educaran las mentes que
educamos con ese criterio tan olvidado de
“Mens sana in corpore sano”.
Cosa que en el caso
de Nano no se limitaba a lo del “corpore”; porque Nano, con el ejemplo, con el
buen ejemplo, como profesor, como compañero de trabajo, como luchador, ha
educado también la mente no sólo de los alumnos, y si la de todos.
Conocer a Nano nos
ha sanado la mente a todos, nos ha hecho la mente más sana. Su increbantable
amistad, desde siempre con el admirado e inolvidable Eduardo Lázaro, nuestro
compañero fallecido, hablan de su gran corazón. Su entrega a las tareas que
emprende (metió tal afición a un alumno por lo deportivo que éste acabó de
profesor en un circo). Su tierno sentir como persona, que se hacía más evidente
aún cuando la prolongaba con cariño a quien fue su fiel perro Hielo, nos enseñó
a querer a quien nos quiere, cosa que no es ninguna bobada.
Incluso su afición
por las berreas, y el amor por su encantadora Marisa, esposa dichosa, nos dan
una última lección de Nano: “Si no hay pasión no hay vida”.
Nano, gigante, las
alumnas, los alumnos, tienen un inmejorable
e imborrable recuerdo de ti. Nano, gigante, todos en este centro que fue
el tuyo, hablan, y dicen bien, maravillas de ti. Nano, gigante, has pasado por el calvario del trabajo ayudando a los demás a llevar su
cruz porque la tuya te era liviana dado tu carácter y capacidad. Nano, gigante,
has conseguido escalar al pico más alto que todos soñamos: el de ser tan querido y admirado que das envidia.
María
del Carmen Álvarez Rodríguez. Carmela. Profesora de Lengua
De
Miss Magisterio a Magisterio Mix.
Con Carmela, como
conocemos a la moza, hay diversidad de opiniones. Unos opinan que es muy humana
y otros opinamos que es divina.
Elegida Miss
Magisterio por aclamación visual y unánime, en sus tiempos de estudiante en la
Escuela Normal, su palmito y el titulo de maestra la llevaron, como era de
esperar, a la alegre Andalucía.
Y de allí volvió
cantando, devota como es de Lole y Manuel: “El Sol… ha vencido a la Luna… que
se aleja impotente ….del campo de batalla”.
Y como nueva y
nueva Eva, le tendió una manzana, allí en el Colegio Rio Manzanas, claro, a su
magnífico hombre de hoy, su Javier, que era compañero de aquel claustro.
Y así, feliz, un
día oyó que junto con un grupo de maestros venia destinada a la Universidad
Laboral. Qué horror un instituto lleno de “catedráticos pata negra”.
La función de los
anticuerpos es prevenir en vez de curar y por eso cualquier colectivo tiende a
evitar lo nuevo no sea qué.
Hasta el punto de
que a veces te ponen un válvula en el corazón para salvarte la vida y el cuerpo
que queremos salvar, tontamente nos la rechaza.
No había nada que
temer y si mucho que disfrutar y Carmela fue sin duda magistralmente mix, con
su estilo espiritual, su paz corporal, su entrega a la docencia, su desvelo por
nuestros clientes, su tacto con todos los compañeros del barco, desde el
grumete si lo hubiera, hasta el capitán que lo hay.
Un día me pidió que
les hablara a los chicos, de un curso que teníamos en común, ella, profesora de
lengua, del número CERO, y me lo encargó a mí que soy un cero la izquierda,
ella que es un CERO a la derecha del UNO de su magnífico desempeño profesional,
ella que es una mujer diez.
Carmela,
¡ay! Carmela, no te vayas patita negra, no te vayas espléndida amiga, que los
niños te necesitan, sus familias más, nosotros también, no te vayas encanto de
los pasillos, dulzura de los conserjes, postre de los de cocina, alegría de la
casa, no te vayas, tan guapa hasta con el pelo rapado.
Y
si te vas, Carmeliña, vente conmigo a La Habana, aunque sea con Javier.
José
Andrés Villar Santos. Psicólogo.
De
brujo a embrujo.
Si cuando el compa
Villar era el único psicólogo del mundo español destinado en un instituto (que
era una Universidad Laboral), nos dicen que acabaría siendo el director del
Centro todos hubiéramos exclamado. “Como no le toque el puesto en el bingo”.
De ahí sin duda su
afición a ese juego.
Psicólogo en un
centro de enseñanza, cosa rara en el pleistoceno de la educación, se le conocía
por “el brujo”, aunque su brujería no pasaba de comentar discretamente en las
juntas de evaluación: “este es bajito, este es altito”.
Y hablando de
altitos, hablemos del Altísimo, pues conviene saber que José Andrés estuvo a punto de ser servidor del Altísimo,
cuando reclutado a domicilio y siendo niño/adolescente, según costumbre de la
época, estudió para fraile. Y con gran provecho. Pero, y ahí demostró por primera
vez su carácter inteligente y práctico,
cuando le iban a imponer los hábitos, dijo:
“No se, no se, el
caso es que me tiran los cíngulos de la sisa” y lo dejó.
Era Preu. Y José
Andrés, que ya tenía altas miras, cambió al altísimo por una que le ponía por
las nubes.
Enseguida se corrió
la voz por magisterio de que el ex fraile sorbía los vientos por una tal
Conchita, por cierto aquí presente, como legítima esposa.
Si en toda pareja
la mujer es más lista que el hombre en este caso no estamos ante una excepción,
y Conchita, a la sazón muy jovencita (19 o 20 años, como él), informada de las
aviesas intenciones de “Villar”, como le conocían todos, le pide prestados los
apuntes para corroborar o no, el rumor.
Ta Chan Ta chan, Ta
chan Ta chan. Ya se han casao. Ya se han casao.
Y es que los apuntes
de Villar apuntaban al corazón. Desde
entonces Villar no ha conocido mujer que no sea Conchita y Conchita no ha
conocido varón que no sea su Villar, por más que lleve unas mechas tipo “viva
la virgen” en el pelo, para disimular.
Esto de los apuntes
famosos de Villar tiene su importancia en el relato, porque anuncian una de las cualidades que le
permitirían hasta hoy, no sólo ser director, sino ser un gran director. Es
organizado, trabajador y cabal.
Pero es que además José
Andrés Villar Santos es el último self-man, u hombre hecho a si mismo, a la
imagen y semejanza de aquellos banqueros de antaño que empezaban de botones y
acababan como dueños de la entidad.
José Andrés empezó
en la Laboral trabajando como una piedra más de los cimientos. Luego fue un baluarte a favor de los salesianos, ya que aunque él
iba para agustino, posiblemente le remordía la conciencia por el feo que le
había hecho a María Auxiliadora, y no era cuestión de abusar de la Misericordia
del Señor.
Todos sabéis,
porque lo habéis vivido, que el director Villar no toma nunca vacaciones, pero
lo que tal vez no sepáis es que cuando tomaba vacaciones las pasaba aquí,
integras, en el centro:
Abría la piscina
descubierta y la cerraba. No se iba ni a
comer, lo hacía aquí. Y eso sólo por vicio, que no era nada en el centro, y
menos socorrista.
Venía con toda la
familia, Conchita con un embarazo distinto cada verano, y de nuevo en la
conducta de Villar volvemos a descubrir
rasgos de su gran cabeza, pues cada día, además de hacerse cuatro largos de
piscina y ocho largos de frontón, remataba con un larguísimo de mus, bajo una
sombra de sombrilla que con jarra de cerveza en mano, permitía disfrutar de la
vida como un pachá.
Es tal la
vinculación de Villar a la Universidad Laboral que es obligación de todos
nosotros vigilar si al dejar el centro su actual Director, no se desmorona el
centro o no se desmorona Villar.
José Andrés no te
desmorones tú, que si fuiste cimiento del centro nosotros somos cimiento de lo
que te mereces: un reconocimiento absoluto como compañero, como profesional y
como brujo, pues al final conseguiste embrujar. O sea caer bien y que se te respete,
admire y quiera.
Que la vida,
Villar, te permita cantar cada día una línea de satisfacción y cada semana un bingo
de felicidad. O viceversa; lo que tú quieras, Director.
PACO
MOLINA. 24 de Junio del 2015. En el NH de Zamora
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