FRANCISCO
MOLINA, LA VOZ EN EL DESIERTO.
Por JOSE LUIS
CABRERO periodista de “El Mundo”
Francisco Molina
pasea su frágil figura por Zamora saludando con sonrisa astuta y felina.
Comunista convencido
y conciencia crítica de la ciudad, su voz es el grito solitario en un inmenso
mercado de trapicheos.
Concejal de IU en
una ciudad de derechas y en una provincia, aún más de derechas, ni siquiera él
sabe muy bien que pinta en esta historia de la política.
En su corazón tiene
clavadas varias espinas que, como un lobo estepario, llora sin descanso y en soledad:
el Campus Universitario en el Cuartel Viriato, el desdoblamiento de la N-122 en
autovía, las extrañas condiciones de implantación del hipermercado y la corrupción
local y provincial que trepa como las enredaderas.
Para una inmensa
mayoría de gente querida, siempre tiene un afectuoso “compa”, puesto que a todo
el mundo incluye en la categoría de compañero.
Para corruptos,
chaqueteros y tiralevitas, Molina guarda un saludo de compromiso cargado de
indiferencia y resquemor.
Así me vio el periodista
José Luis Cabrero en la década de los 90 del Siglo XX
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