PODER,
AUTOCRÍTICA Y OTROS
ABSURDOS.
La palabra Poder
existe. El Poder, los Poderosos, son términos de uso común (sobre todo en
Política).
Todos sabemos quiénes
son los Poderosos y qué cosa es el Poder. Pero se nos suele olvidar que eso que
llamamos así, Poder, se llama así, Poder, por algún motivo.
¿Por qué se llama
Poder al Poder? Según Perogrullo, el sentido común, y un servidor : “El Poder
se llama Poder porque puede”.
¿Porque puede hacer qué
cosa? Porque puede ganar mejor que los que no son el
Poder, porque puede vencer
mejor, que los que no tienen Poder.
((Si no ha quedado
claro, pues yo me suicido y dejo de dar la lata)).
Entonces, si el
Poder puede (ganar) es lógico que gane, pues de lo contrario no sería el Poder.
Por lo tanto, y
hablemos ahora de política, que en unas elecciones ganen los Poderosos (o
quienes están a sus órdenes) es algo que forzosamente tiene que ocurrir en el 99 % de los casos
(que en eso se basa la democracia).
((Por cierto en el 1
% restante, si ganan los parias de la Tierra, los No Poderoso, los que NO Pueden,
los Poderoso, el Poder, da un Golpe de Estado y volvemos a la casilla de
salida)).
Llegados aquí,
usemos como ejemplo las últimas elecciones españolas, una vez que se pierden siempre
se da este aquelarre.
Ocurren que pierden las
izquierdas (las de verdad, las que no son prudentes y precipitan los acontecimientos).
Que pierdan las
izquierdas verdaderas (las que están más cerca de los que No Pueden que de los
que Pueden) es Ley de Dios (o sea del Orden Establecido). Es decir, no hay nada
más natural y lógico que, convocatoria
tras convocatoria, pierdan.
Sin embargo, a los
dirigentes de los partidos de izquierdas, y a sus militantes más sesudos,
sensatos e intelectuales, les entra una angustia febril y enfermiza, preguntándose
(y si hay mala leche, preguntándoles) “¿Qué hemos hecho mal?”.
Es decir, la izquierda
verdadera cree que pierde porque ha hecho algo mal ella. Entra en modo pánico,
y para curarse se autorreceta un cianuro llamado Autocrítica.
Repetimos, la
izquierda acaba de perder, y en vez de reconocer que juega a un juego trucado a
favor de los poderosos, y que por lo tanto perder es lo natural, va y se echa la culpa así misma.
“Si hubiéramos hecho lo que yo dije……”.
Entonces como se
siente culpable se mete tres tragos de Autocrítica (un placebo que curiosamente
envenena, en vez de, al menos, ser inocuo).
¿Por qué decimos que
la Autocrítica es placebo que envenena?
Es un placebo
(sustancia no medicinal, generalmente agua con azúcar, que el paciente toma
como algo curativo y, por sugestión, se siente aliviada. “Me están curando”
piensa).
Pues bien la autocrítica
bien aplicada es un placebo. No sirve para nada.
Yo cuando me autocritico
siempre llego a la misma conclusión (como usted). “Mi principal defecto es que soy demasiado bueno”
(o bobada similar).
Lo cual es lógico,
pues hasta la Constitución reconoce el derecho de los españoles a no declarar
contra si mismos.
Pero también decíamos
que la Autocrítica tiene algo de veneno ( o mala leche).
En partidos más de
izquierdas, se acabó acuñando la expresión “A ese hay que hacerle la autocrítica”
(para expulsarlo o desplazarlo, del partido).
Estrambote: Si
defiendes a la Clase Trabajadora, que a juzgar por las leyes imperantes no es
la Clase de los Poderosos, que pierdas es lo más natural (porque los Poderosos
Pueden).
Por tanto, no te
atormentes, la naturaleza es sabia. Recuerda la copla del 2015. “Zamora se ha
vuelto loca, que pierden los ganadores y ganan los perdedores..”.
Ahora eso si,
critica, de lo que han hecho otros (no de lo que has hecho tú) lo que quieras,
y viceversa. Pero sin querer sangre, que al fin y al cabo, si tú tuvieras razón
y haciendo lo que dices, se ganara de calle, los Poderosos no podrían llamarse
poderosos.
Todo lo cual no quita
que de esas críticas razonadas (sin filias, ni fobias) no vaya a salir al final
la honda que desplome a Goliat.
Paco
Molina. Zamora. 8 de Junio del 2019
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