Cuando Facebook censuró la Revolución Francesa
A inicios de 2018, Jocelyn Fiorina, un director de teatro francés, utilizó el célebre cuadro de Eugène Delacroix, La Libertad guiando al pueblo, como promoción de su obra Disparos en la calle Saint-Roch. No era para nada un mensaje político per se, mucho menos pornográfico, sin embargo, la imagen de la mujer con el seno al aire (que representa los ideales de la Revolución Francesa), fue censurada por la red social Facebook.
Mucho ha llovido sobre las calles de París desde aquel 14 de julio de 1789, que tantos señalan como el inicio de una nueva era. Tanto sucedió después, que nuestra cultura histórica a veces no sabe reconocer sus orígenes, sobre todo a partir de la generación de contenidos que releen aquel pasado. Sobre la Revolución Francesa se escribieron toneladas de libros, en especial acerca de aquella tarde en la que el gobernador Lunay, de la Bastilla, abrió las puertas de la fortaleza y se rindió. Cuentan que el rey, enterado en palacio, preguntó si se trataba de una revuelta. «No señor, es una revolución», le dijo un ministro.
Hasta esa fecha, el significado de la palabra revolución estaba unido al movimiento de los astros, ni siquiera la conmoción vivida por Inglaterra en 1640 se consideraba como tal; sin embargo, como anotó luego el historiador Alexis de Tocqueville, la corriente revolucionaria era una fuerza que antecedía en siglos a la toma de la Bastilla y que la sucedería para siempre, acompañando el imaginario y el movimiento de la historia.
REVOLUCIÓN Y RESTAURACIÓN
REVOLUCIÓN Y RESTAURACIÓN
Hanna Arendt en su ensayo Condiciones y significado de la revolución, destaca que los intelectuales revolucionarios de 1789 en adelante, incluso los estadounidenses que participaron en la de 1776 contra el Imperio Británico, comenzarían a despegarse de la noción de «lo nuevo» que a pesar de ellos mismos trajo la revolución. Ninguno de ellos, obsesionados con la pureza de la Diosa Razón, quería verse involucrado como artífice de un cambio que traía consigo además periodos de terror social generalizados, como el descrito por Víctor Hugo en su clásico El 93.
Según aquellos intelectuales, en realidad la revuelta quería retrotraer los tiempos a una era fundacional e idílica, que supuestamente existió, en la que «el cordero dormía junto al león». De hecho, para ellos la revolución no era otra cosa que una restauración, y de esa manera se comenzaba a admirar la oreja peluda del capital contrarrevolucionario en la visión de estos primeros historiadores burgueses, que le temían al polvorín desatado por ellos mismos, con ayuda del pueblo desposeído y en desesperación.
A partir de allí, el burgués comenzará a validar al rey al que le cortó la cabeza, hablará de su hidalguía, así como del espíritu de matrona y de madre de María Antonieta. Es una relectura de la historia que llega hasta nuestros días, en la figura de los políticos del sistema, que celebran el 14 de julio, pero les temen a las manifestaciones de jóvenes que enarbolan las «tres palabras malditas»: Igualdad, Libertad, Fraternidad.
Sucede que, rápidamente, el nuevo orden burgués echó mano al imaginario feudal, así se comenzó a vivir un nuevo «antiguo régimen», en las sociedades modernas. El oscurantismo burgués santificaba, sobre todo, la propiedad privada y a partir de allí construyó su noción de Estado, Derecho y sociedad civil y, por ende, moralidad.
FACEBOOK Y EL ANTIGUO RÉGIMEN
Mark Zuckerberg debió ser un estudiante muy libertino, durante su etapa como universitario brillante, que hacía las primeras pruebas de lo que luego fue la red social más extensa (y peligrosa) de la historia. A juzgar por la cantidad de anuncios insustanciales que caen en la censura, bajo la etiqueta de «pornografía», leemos cierta obsesión por los placeres de la carne, quizá por conocerlos demasiado.
Lo cierto es que La Libertad guiando al pueblo es uno de los tantos post que sufren la desaforada voracidad medieval, propia del antiguo régimen, de parte de los editores de la red social. La voluntad restauradora de Facebook se evidenció durante el intercambio de mensajes entre los editores y el director de la obra de teatro. «Cuando apelé esta absurda decisión, los representantes de la red social asumieron esta censura y dijeron que, incluso en una pintura del siglo XIX, cualquier desnudez es inadmisible...», declaró Fiorina a la prensa. El post solo fue desbloqueado, luego de que el artista hiciera una segunda versión a partir del uso del Photoshop, colocando un cartel de «censurado por Facebook».
Alarma, y no es para menos, que quienes se dedican a monitorear el uso de la plataforma más empleada alrededor del mundo, no solo no conozcan el cuadro, sino el hecho histórico y su significado.
REVOLUCIÓN Y EROTISMO
REVOLUCIÓN Y EROTISMO
Las conmociones de 1789 no solo liberaron las fuerzas productivas y trajeron un nuevo Estado de Derecho, sino que se estableció una moral diferente, en la cual el cuerpo jugaba un papel activo, así como la desnudez de aquellas partes que expresaban la terrenalidad del hombre y la mujer. La mayoría de los artistas, a partir de la Revolución Francesa, no solo pintarían escenas de la misma, sino que mezclarán el erotismo con la libertad, casi como sinónimos.
Era el cambio histórico que necesitaba el arte para deshacerse de la censura medieval, el artista crea a partir de lo que siente y lo que piensa, en una dinámica revolucionaria que tampoco fue vista con buenos ojos ni por la crítica vigente. De hecho, a lo largo del siglo XIX se ponderaron escuelas y autores que hoy nadie menciona, en un intento por restaurar la censura medieval, por retrotraer esa narrativa, la de las artes, al antiguo régimen que la burguesía evocaba para aplacar el genio convocada por ella misma.
No extraña entonces que Facebook, una compañía privada, sostén del conservadurismo que aún aspira a la restauración, censure a Delacroix. Tan lejos llega el afán restaurador de la red social, que hasta se bloqueó una Venus de Willendorf, una escultura del Paleolítico. Sin duda, Facebook y Zuckerberg hubieran sido excelentes plataformas no ya para la restauración, sino para la cacería medieval de brujas, el índice de la Inquisición o esa versión moderna de la distopía totalitaria, la novela 1984. Y todavía hay quien cataloga a la red social y sus editores de revolucionarios.
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