LA
TEOLOGÍA DE LA DIVERSIÓN
En el supuesto de
que Dios exista (cosa bastante probable a juzgar por la cantidad de gente que vive
a su costa) la siguiente pregunta que se tiene que hacer un teólogo es ¿y por
qué creó el mundo?.
Si partimos de la
imagen o la acepción que de Él hacen todas las religiones, de que es un ser
COMPLETO (infinitamente sabio, infinitamente poderoso, infinitamente bueno, infinitamente
justo, etc) tendríamos que convenir en que no creó ésta, ni las demás galaxias,
por necesidad, ya que toda necesidad marca o supone una carencia, una ansiedad,
y eso es impensable en Dios.
Pero entonces, si no
creo la vida por necesidad ¿por qué la creó? ¿para qué la creó?....Sólo hay una
respuesta posible….PARA DIVERTIRSE.
Todo lo creado sería
pues un inmenso juguete autónomo, sobre el que el mismo Dios renunció en el
momento de su creación, a todo control, ya que sólo así es posible la emoción, la duda, el
suspense.
Esta concepción de
la creación supone, en contraposición a otras más famosas como la Católica o la
Islámica, que Dios no sabe lo que va a ocurrir con el conjunto de la Humanidad,
aunque tal vez si sepa el premio que nos va a dar a todos por contribuir a su
distracción.
Esto último no está
muy estudiado es muy posible que premie a todos, pero no a todos en igual
medida ya que no todos están poniendo la misma emoción en el juego.
El único dogma de
esta teología, obviamente, es sin duda:
DIOS
TE ESTÁ VIENDO, NO LE ABURRAS.
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