BALAS
DE PLATA Y CORRUPCIÓN DORADA.
En el libro “Tirano
Banderas” de Valle Inclán, se cuenta lo siguiente:
En una reunión de ricos
de una isla imaginaria, en la que debaten cómo frenar una revuelta
revolucionaria de trabajadores y esclavos, el más inteligente de esos poderosos
recomendó usar contra el pueblo “balas de plomo” y contra los lideres “balas de
plata”.
Inmediatamente
preguntaron ¿qué eran “las balas de plata”?, y les contó.
“Lógicamente hay que
meter el miedo en el cuerpo al pueblo, y por tanto un buen escarmiento y un
buen número de muertos les hará pensar si les compensa la lucha. Para eso están
las balas de plomo.
Pero matar a los
líderes no compensa. Porque matar un
líder es crear un mártir, con lo cual el pueblo tendrá luego, un mártir, y
además un líder que sustituya al anterior.
Sin embargo, por
cada líder revolucionario que consigamos comprar no sólo habremos eliminado un
líder sino que cundirá la desmoralización entre los levantiscos”.
Esas son las “balas
de plata”, no las que matan sino las que sirven para comprar, con plata, a los
líderes obreros y revolucionarios.
Eso explica los ERE
de Andalucía, lo del líder minero de Asturias, algún Consejero rojo de Bankia.
Y tantos traidores. Cayeron bajo el fuego enemigo de las “balas de plata”.
Ahora bien, ¿qué es
la corrupción?. La corrupción es consubstancial a una democracia capitalista.
El 1% de la sociedad (los potentados) no pueden sujetar, ni engañar, ni
controlar, ni detener al 99 % de pueblo, si no es mediante mentiras y la compra
de voluntades. Para ello cuentan con un ejército de mercenarios que saben que
“obedecer es poder”.
El término
“mercenario” significa lo esperado, que son “ciudadanos” a sueldo, es decir que
si no les compensara para vivir mejor económicamente, no serían fans del
(des)orden establecido. Hablamos de los políticos de la casta (no todos), de
los intelectuales cacatúa (que repiten lo que les enseñó su amo), etc.
Y en este tinglado,
la corrupción es como el complemento de “productividad “ de los funcionarios. Ese
por el cual, el jefe decide a qué funcionarios hay que darles más dinero
simplemente porque al jefe le parece que lo ha hecho fenomenalmente según su
egoísta criterio.
Es decir la
productividad no son horas extras, ni nada hecho fuera de horario, son caprichos
del jefe para comprar y pagar voluntades.
Pues bien, en el ejército
de mercenarios que trabaja para los poderosos también existen pagas por
productividad, lo que conocemos por corrupción.
En efecto: si el
trabajo de ese ejército es hacer a los ricos
más ricos, si alguno, en grupo o por cuenta propia, consigue más chollos de los
esperados para una empresa, debe ser premiado con una “paga de productividad”
por haber hecho su trabajo mejor que los demás en opinión del jefe. Y esa paga
se paga con sobres y sobresueldos.
Y esto es la
corrupción que existe en toda democracia burguesa. Estando la única diferencia
en que en el mundo civilizado cuando pescan a alguien haciendo trampas al
pueblo, sabe que se tiene que ir y se va, y aquí en España se atornillan a la
poltrona que es la que proporciona dinero sucio.
Paco
Molina-15-Noviembre-2014
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