LA
SINCERIDAD DE DOS SINCEROS
(Escrito por Paco
Molina (Martínez). A finales de los sesenta del siglo XX o comienzos de los 70.
Lo encontré, y al pasarlo a ordenador me encuentro con algo pueril y naif, pero
por eso mismo interesante. Sobre todo si has superado los sesenta. La de
vueltas que le dimos los hijos de la postguerra al tema del sexo por culpa de
una religión tarada)
En una capital de
provincias, es decir, en una provincia, habían nacido hacía 23 y 22 años, Pepe
y Paco no respectivamente, es decir Paco tenía 23 años y Pepe 22.
Tal vez por haber
nacido antes (ello le aproximaba cronológicamente más a la pasada guerra) Paco
resultó ser un vulgar materialista, pero no así Pepe, en el que tal vez en su
subconsciente se habían acumulado todos los malos ratos que pasó su madre en
aquel parto, entendiendo por ello ya desde muy pequeño la idea del sacrificio,
la idea del amor fraterno, con lo que Pepe es un magnifico idealista.
El aspecto de ambos,
en boca de chica ye-yé sería: “Madre, que tipazos!”.
A primera vista y
sin conocer los nombres, ni las edades, no se distingue al materialista del
idealista: los dos usan zapatos, los dos pantalones, los dos camisas seidenstiker, los dos prefieren la
langosta a la lechuga, a los dos les gusta el baile, a los dos les gustan las chicas,
y es más, los dos coinciden en que Ann Margret “está” de rechupete y bien
merecería un sacrificio económico si fuera dependienta en “Las Palmeras”
(nombre típico de malos rincones, inexplicablemente porque como sabemos la
palmera es planta hermafrodita, aunque tal vez sea para no tomar ejemplo).
Los dos, Paco y
Pepe, están bautizados, han ganado todas las indulgencias, y si utilizan la
bula es por no hacer un desprecio a privilegio tan elogiable que disfruta
nuestra patria.
Todo esto no quiere
decir más que: Paco es materialista, pero no extremo, y Pepe idealista, pero
moderadillo.
Todo ello en todo el
campo que no concierna al amor, el amor de un chico por una cica, ya que en sus
respectivos casos: Paco quiere a Raquel a su modo, y Pepe quiere a Virginia a
su modo.
Ah! ¿Qué cuáles son
esos modos? De eso vamos a tratar, porque del hecho de que a Paco le gusten más
el cine y los toros, que la música y los deportes, que es lo que le gusta a
Pepe, sin despreciar nada de lo otro, y viceversa respecto a Paco, ya se
ocupará alguien más osado.
Paco, que es un
materialista, naturalmente conoció a Raquel en un baile en el casino de su
capital de provincia. Y Pepe, el idealista, conoció a Virginia en el Club Náutico
naturalmente, y naturalmente en traje de baño.
Como vemos, ni el
materialista se pasa la vida en el cabaret, ni el idealista en plena
meditación.
Ver a Raquel con
aquel traje con volantitos por debajo, con bolero de malla de punto por arriba,
y con una cara estupenda más arriba aún, le hizo pensar a Paco que allí estaba
la felicidad
El traje de baño de
Virginia parecía comprado al salir de una larga enfermedad, por culpa de la cual no has podido ir a misa en
los comienzos del verano, y no has oído al párroco que conoce a papá lo de:
“Hijas mías, no les hagáis pecar, que ya bastante imperfectos son los hombres
por si solos” (Nota: Obsérvese con que habilidad, el cura, larga el mochuelo:
“no les”). Y sin embargo, te has visto los Marie-Claire y conoces el “dernier
cri”.
Visto esto Pepe
piensa; “Qué chica más encantadora”, y se la imagina besando a su madre, que
llora de emoción. el día de la boda: La señorita Virginia es ya señora: su
señora, la madre de sus hijos, ¡que dicha!
Raquel y Paco hace
un año que son novios.
Virginia y Pepe,
tres, y, hablemos un poco de ellos: Se quieren como no puede haber amor más
fuerte: tienen la dicha de vivir en el mismo sitio, y por eso, si ya por el
hecho de verse felices, cuando juntos de la mano van al cine, o a la
biblioteca, o a bailar, o a bañarse, o de excursión, o a la facultad, encima
son tan rabiosamente felices que no les preocupa ningún problema. El mundo no
es de ellos, gracias a Dios, y por eso se despreocupan de él..
Cuando van a
comulgar, al regresar y arrodillarse para pedir, o dar gracias, a Dios, según
se tercie, en vez de taparse la cara, cruzan los brazos de tal forma que la mano izquierda de él tome en las suyas
la diestra de ella; y así, mientras él piensa: “Gracia buen Dios, por darme lo
que no merezco, por darme tanta felicidad junta, cuando soy un pecador (ahora
se refiere a actos deshonestos de su adolescencia, cuando al empezar a
arrastrar por la vida el cuerpo traidor, el alma no puede con la inercia de la
miseria y comete algún pecado odioso).
Y ella piensa: “Cómo
le quiero!, tanto, fíjate Jesús, que si no fuera pecado diría que le quiero
tanto como a ti”.
Y mientras estas
cosas piensan, suavemente, pero muy suavemente, como las gaviotas volando sobre
el agua, sus manos se acarician.
Darían la vida por su
amor.
“Paco, Paco, Paco,
qué me estás haciendo”, diría su director espiritual de hace 9 años, si no
fuera porque ahora vive en Barcelona de auxiliar del Obispo, y sus innumerables
ocupaciones no le permiten volver a aquella incómoda capital de provincia,
aunque también lugar precioso porque allí hay almas, allí hay amor.
Buen amor, y esto
otro de Paco, que vamos a contar.
Resulta que Paco, a
pesar de ser un año mayor estudia el mismo curso que Pepe, aunque en distinta
carrera; Pepe 5º de Medicina, y Paco 5º de Ingeniería Naval.
En algo se tenía que
notar el materialismo y el idealismo.
Paco perdió un año.
Claro que fue en iniciación, y nadie más que él sabe que la causa es: no los
problemas de matemáticas que sólo hicieron 2 de 183 en la primera convocatoria.
Sino, los problemas de la vida a la que le dio por buscarle solución. Bueno
pero eso ya pasó y he aquí las conclusiones que obtuvo.
Alma?? Pssss. Cuerpo
con intelecto está más claro.
Dios??. “Necesidad “
para la vida, es decir, la religión la considera la “política” de o sobre los
espíritus, y así como en la política de los pueblos no se puede decir que la
república es mejor que la dictadura o la monarquía, etc; así, decir que el
catolicismo, del protestantismo, difiere porque el catolicismo es la verdad,
esta es única, y por lo tanto, sintiéndolo mucho los demás están equivocados,
esto para Paco es una bobada, aunque no exenta de una necesidad para el vulgo.
Antes de seguir
diremos que Raquel, cuando comulga -sola-, pues Paco ya va poco (aunque eso a
ella no le importa, le quiere y es feliz) . Pues bien Raquel, después de
comulgar piensa: “Cómo le quiero; tanto, fíjate Jesús, que si no fuera pecado
diría que le quiero tanto como a ti”. Y mientras esto piensa, su mano aprieta
el libro de misa: está nerviosa pues Paco, que está en su último campamento, le
ha escrito una carta entre salvaje! bonita!, amorosa!.
En realidad no sabe,
le parece algo exagerado pero en el fondo le quiere, pero en el fondo aquella
carta le gusta, le gusta aquel comienzo:
“Soñaba despierto, y
así soñaba como en los sueños, con un deseo, el de soñar más, el de soñar lo
que estaba soñando”.
Y cuando le
recordaba!!!... Aquel guateque en casa de Carmina, tú y yo en el sofá, mi brazo
sobre tus hombros, en la habitación de al lado están todos, pero eso no impide
que te bese, te bese, te bese, es decir, te quiera, te quiera, te quiera. Y el
día de aquella excursión en un reciente permiso de él en aquel monte que llamaban “Montebesos” los milicianos..”Ya era de noche,
no hay luz de Sol, no hay luz de Luna, sólo se ve porque queremos ver, queremos
vernos y nos vemos; pero eso no basta, queremos sentirnos y nos sentimos: nos
abrazamos, te beso, me besas, más, más, más…pero no basta, yo te amo, nos
amamos, y llegamos a la frontera de sexolandia (ciudad maldita, sólo visitable
legalmente con el pasaporte del sacramente).
Y ver las luces de
esa ciudad te hace llorar, es muy pronto, o mejor, no estamos casados. Lo
importante es casarse. Qué importa que ames o no, para poder practicar
legalmente un bien humano. Hay que recibir un Sacramento. NECIOS!.
Raquel, ya camino de
su casa, recuerda con miedo aquellos párrafos que la convencían pero la dejaban
helada al pensar en lo que pretendían, y así, con un miedo fantástico y en el
fondo, con placer de vanidad, siguió recordando aquellos otros párrafos en que
Paco tributaba un sacrificio a la Diosa Sinceridad arriesgando mucho, pues no
sabía cuál sería la reacción de ella, de su super queridísima Raquel.
Aquellos párrafos
decían:
“También soñé con
aquella playita entre las rocas; cuando llegamos en aquella tarde - un poco
noche- del verano pasado, los dos nos tumbamos por la arena, y ahora recuerdo
aquello: tu cuerpo junto al mío, qué tremendo suena esto, pero viéndolo o mucho
mejor, viviéndolo, qué bonito, qué bello, un cuerpo y otro cuerpo, un alma y
otra alma; la suma perfección la tienen los espíritus, pero sus medios de
comunicación no dejan de ser los normales (las para mi, Raquel, también
perfecciones) los del cuerpo o mejor, los de los sentidos del cuerpo: oído,
vista, olfato, voz y tacto; y sabes Raquel, creo que sabiéndolo o no, cuando te
beso, cuando te acaricio, soy feliz, debido a que de estos sentidos estoy
utilizando el tacto, el sentido del amor por excelencia, y ello porque creo que
sólo el tacto puede comunicar el amor de un espíritu a otro; en un principio
porque los otros cuatro sentidos los utilizas tanto con el que odias, como el
que te es indiferente, o con el que envidias.
Sólo el tacto está
“virgen” esperando otro tacto, otro cuerpo que por orden del espíritu amado
también busque tu tacto; y esto razonando desde una inteligencia, que desde el
punto de vista de que somos animales, el tacto tiene tanta importancia como la
vista, y sin embargo se emplea para amar más que aquella, o acaso no hay ciegos
casados?”
Corriendo, Raquel
subió las escaleras y no hizo caso a Engracia, que le preguntaba cuántos
churros quería (por lo de guardar la línea); y corriendo entró en la
habitación. Por suerte no estaba su hermana, fue a su cajoncito y continuó
leyendo desde el último párrafo que acaba de recordar; sabia que lo que venía
era mejor leerlo no fuera a estropear algo con su imaginación; tubo un
temblorcillo de escalofrío y…
“Tu cuerpo y mi
cuerpo estuvieron juntos, abrazados: mi cuerpo quiso reposar en tu cuerpo, y tu
cuerpo quiso reposar en el mío. Pero querer no fue poder. Una vez más fuimos
egoístas, pensamos en el futuro, pensamos en la sociedad, pensamos en las
familias que tanto nos quieren, pero nunca comprenderían que nos amásemos en
todo, en TODO. Y así mi cabeza reposó en tu vientre, que no conocía pero que
amaba, deseaba, NECESITABA.
Tu ropa y mi ropa
IMPIDIERON lo sublime de lo sublime. Yo no pude sentir tu piel, tus músculos,
tu carne. No pude sentir cómo tu vientre se estremecía como se estremece uno al
oír una melodía, al leer un buen libro, o al admirar una gran pintura. Tampoco
pude estremecerme, y lo espero con toda mi alma, pues el amor nos permite
sentir todas esas cosas que en apariencia sólo están reservadas para unos
pocos, por eso me gusta el amor, por eso amo. Y tampoco, siendo dichoso, tuve
la dicha de ver tus senos hundirse y saltar, con la similitud que en ello hay
al nerviosismo de la alegría de los niños (los preferidos de los hombres, los preferidos
de Cristo) cuando están contentos, cuando son FELICES.
Tampoco pudiste
sentir mis manos recorrer toda tu carne. Intranquilas, contentas, como buscando
un tesoro, si, como el que en un pequeño terreno sabe que hay un tesoro, y como
si le faltase tiempo, pica aquí y allá, sin dejar un solo palmo. De esa manera,
mis manos, ignorantes pero con instintos, buscarían aquel sitio -como si lo
hubiera- en el que estuviera concentrado todo tu amor por mí, para sacarlo de
allí y entregármelo: pero las pobres y enriquecidas manos, siempre estarán
buscando, aunque no para ellas, sino para su amo, y ese amo es el amor que te
tengo Raquel”.
Raquel casi sentía
ya todo el nerviosismo de aquel amor tan, tan SINCERO; y siguió leyendo, y como
sabía lo que iba a leer se puso algo colorada.
“Y por lo mismo que
yo no pude sentir esas cosas, esas maravillas, por lo mismo, tú no pudiste
verme entero, desnudo, como un gladiador. Un gladiador que combate, en vez de
con tridente y red, con tacto y amor. El amor para hacerte caer cual la red, y
el tacto para matarte.
Pero acaso es malo
morir en este mundo tan egoísta, tan mezquino, tan mentiroso. Acaso esos
momentos en que estamos como muertos, apartados de todo por una cosa tan
“dudosa” como EL ACTO SEXUAL ¿no son lo más bellos de todo lo que hay y habrá
sobre el mundo?”.
Ahora Raquel estaba
como un tomate, temiendo que alguien la sorprendiera con esas cosas. Pero ya
estaba admirando de nuevo a Paco y su sinceridad, porque Paco, intuyendo lo que
ella iba a pensar, prosiguió:
“Ah! Te preguntarás
¿Entonces, con tal de realizar ese acto, ya se es feliz con toda la felicidad
del amor? ¿Entonces, por qué no vas con cualquier otra?
Pues Raquel, yo no
voy con cualquier otra porque, AMOR-amor (eso que también encierra el acto
sexual) lo siento por ti.
Y fíjate la de matices
que adquiere ese acto sexual según sea la red del gladiador. En unos casos es
el amor. Pero fíjate que existen otras redes, es decir otros motivos para tener
a tu merced a una mujer, y estos son por ejemplo, el dinero, la posición social,
el sacramente, etc.
Aunque siempre con
lo que se mata (transporta a otro mundo, por tanto mejor) es el tacto. Y la
supremacía del verdadero gran amor sobre las demás variedades de “redes”
está en que esa muerte es temporal, y al volver a la realidad, si te hice caer con la red del amor, te seguiré amando; mientras que las demás redes se pueden romper en la “pelea”, porque el dinero, la posición social o el sacramento, no pueden resistir el resplandor de un acto sexual, y pronto se rompen, y sólo el AMOR permite pasar por el acto sexual y seguir amando, es decir, permite sentir placer, antes del acto, y lo fabuloso, después del acto.”
está en que esa muerte es temporal, y al volver a la realidad, si te hice caer con la red del amor, te seguiré amando; mientras que las demás redes se pueden romper en la “pelea”, porque el dinero, la posición social o el sacramento, no pueden resistir el resplandor de un acto sexual, y pronto se rompen, y sólo el AMOR permite pasar por el acto sexual y seguir amando, es decir, permite sentir placer, antes del acto, y lo fabuloso, después del acto.”
Raquel comprendió a
Paco, pero más que por la serie de razonamientos que más o menos convencerían a
un matemático, le comprendió porque ella le amaba. No sabía qué era amor, pero le
amaba .
Era, eso,
maravilloso, eso…¿Tendría razón Paco con aquello del acto?.
No tuvo que romperse
la cabeza; acabada la carrera, Raquel y Paco se casaron, y con su felicidad,
que fue enorme, comprendió que estaba basada en que el hombre es más que un
animal racional, es un animal que AMA. Y los animales, cuando aman, aman con
los cuerpos.
Mas ¿qué es de
Virginia y Pepe?. Pues veamos lo que pasó.
En uno de sus
permisos, Pepe, el idealista, que sabía que no había que privar a la verdad de
su derecho, y que él, a pesar de que sabía que el cuerpo es la tara del alma,
el alma es lo maravilloso que nos permite amar y que por tanto el cuerpo
perjudica el verdadero AMOR, también sabía que el apetito de su cuerpo no debía
ser saciado por otro cuerpo que el de aquella que daría cualquier cosa por él,
razonó aquellas ganas que tenía de casarse así. Y así se lo dijo a Virginia:
“Mira Virginia, este
año termino la carrera, pero te quiero tanto, es tal mi amor, que deseo casarme enseguida. Pero claro, a lo
mejor tú piensas ( no reparó en que las mujeres no piensan, sienten) que
total si hemos esperado 3 años, y
siempre nuestro amor ha sido lo más grande que hay sobre la tierra, también
podíamos esperar a que me especializase, pero no puedo mas y quiero vivir la
vida de matrimonio, precisamente porque te amo tanto, y creo que por ser una
parte de mi “animal”, debe de vez en cuando aparearse con una hembra de su
especie, y aunque se que esto rebajará nuestro amor, no quiero otro camino que
el que me lleva a ti, para vivir mi existencia irracional pues no soportaría a
otra que no fueras tú”.
Virginia, sin pensar
en si aquello “venía a cuento” mostró satisfacción ya que le amaba, y aunque no
sabía lo que era “amor” exactamente, buscaba ella el matrimonio, pues si todos
los que se aman se casan, eso, el matrimonio, debía de ser el albergue de la
sexta felicidad.
Así que Virginia y
Pepe se han casado, y en cuanto se han acostumbrado a cargar y soportar el peso
que les supone todas las imperfecciones del cuerpo (como si este lo hubiera
creado el diablo) han sido enormemente felices.
Ahora, entre Paco y
Pepe, todo es común en amor.
En realidad, ambos,
cada uno con sus ideas, cuando más ganas tienen de decir “te amo”, es en las
“noches de miel”, y cuando más ganas tienen de decir “qué felicidad”, es cuando
contemplan la familia, el hogar, sus hijos.
Entonces sí que
coinciden, en decir, lo único importante es mi esposa, porque los dos, cada uno
por lo que sea, las necesitan, y cada vez más, pues las circunstancias van
aumentando y van uniendo.
Y si estas circunstancias
son los hijos…..algo así como jugar a ser Dios, creando hijos a “la limón”, la
de Dios.
EPÍLOGO
Cuando murió Paco,
como no creía en ningún lugar de reunión no fue a ninguno, y Raquel lo veía en
todas partes; pero sobre todo en su propio cuerpo. Raquel tenia impreso a Paco
hasta lo más profundo de su ser.
Cuando murió Pepe,
como creía en Dios, fue al Cielo, pues eso pensaba Virginia que sabía qué bueno
era, y cómo la amaba sobre las demás cosas.
Y es que después de
muertos, estamos donde quieren que estemos los que nos AMAN.
Paco Molina
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