EMPRESARIOS 3- MITOS 3
Tres mitos hay en
España que producen más que el Sol:
Que el empresario
crea puestos de trabajo.
Que si las empresas
van bien el país irá bien.
Que las huelgas
resultan tan catastróficas como dicen.
Hablo de la gran empresa,
ya que las medianas y pequeñas, ni son tan pretenciosas, ni saben, a veces, que
con quien se juegan los cuartos es con sus compañeros de asociación en vez de con
los sindicatos.
Desmitifiquemos: Si
el empresario creara puestos de trabajo, por la misma razón pudiera no
crearlos, y una sociedad sin trabajo para sus integrantes ¿qué haría? ¿llorar y
esperar a que un capitalista tuviera piedad de mil obreros y montara una fábrica
de “rupertas fantasma”, o recordarles (a los que tiene el dinero) que son una pieza
como otra cualquiera de la estructura social, y tiene obligación (no libertad)
de jugar su función de inversores o de lo contrario habrá que cambiar de
máquina social y montar una en que no sea necesaria la pieza del “súper-empresario”?.
Porque señores,
cuando un capitalista invierte no está arriesgando su dinero, al contrario,
está poniendo su dinero donde cree que va a multiplicarlo.
Cosa distinta es que
al elegir entre varias opciones escoja la peor.
Una sociedad sin
empresarios puede existir, una sociedad sin obreros no, luego ¿quién mantiene a
quién? ¿Quién da de comer a quién?
Otro mito: Si las empresas
van bien el país va bien. Viva la Pepa.
El último lema de la
asociación de empresarios es de lo más avanzado; hace apenas tres años hubieran
dicho simplemente: Si yo voy bien el país irá bien.
Felicitémonos, pero
no nos chupemos el dedo, porque la verdad es que la única forma de medir el
bienestar de un país es viendo si le van bien las cosas a los obreros y
campesinos, porque si a los que están abajo les van bien las cosas, para el
resto será Jauja.
Y por último, ¿no
cree usted que si en las huelgas la empresa perdiera tantísimo como dicen, les
compensaba más aceptar a la primera las reivindicaciones de sus asalariados?
Lo que ocurre es que
aquí hay “plusvalía encerrada”.
Ya lo creo que una
huelga supone pérdidas, pero debe ser que repartir mejor la riqueza que
producen los obreros con ellos, es mayor pérdida aún para el negociante y por
eso no cede por las buenas.
Resumiendo: A los
grandes empresarios hemos de darles la enhorabuena, recomendarles que den
gracias Dios y pedirles que no nos lloren, ni
nos engañen, que si después de cuatro
décadas (dictadura franquista) de ponerse las botas, ahora sólo se pueden poner
las zapatillas, tampoco es para llorar tanto ( que además, en el yate se puede
ir hasta descalzo).
Paco
Molina. Zamora. Principios de los años 80 del S. XX
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