EL
NAZI-FASCISMO AQUÍ Y ALLÁ.
La Historia nos
recuerda (si la repasamos) que el movimiento nazi (en Alemania) y el fascista
(en Italia) surgen más o menos espontáneamente contra la expansión comunista (que
está entusiasmando a los pueblos). Ha pasado el año 1920.
Pronto el Capital (y
los capitalistas) de ambos países se ponen a financiar estas tendencias (y en
el caso de España, los de aquí, el Golpe de Estado acaudillado por Franco).
Eran tiempos
violentos y ambos movimientos (nazis y fascistas) desfilan en sus
manifestaciones como formaciones militares (en una especie de novios de la
muerte, siempre que la muerte sea la del contario).
Por métodos que no
vienen al caso (por falta de espacio) alcanzan el poder en Alemania e Italia, y
pronto comienza lo que sería la 2ª (y devastadora) Guerra Mundial.
Acabada ésta, en
esos países (y en los europeos que fueron más o menos cómplices) se decide
prohibir todo lo que pueda hacer resucitar (o glorificar) a esos partidos de extrema
derecha violenta.
Sin embargo, esa “prohibición”
moral y legal del nazi-fascismo no se produce en España (lo que crea extrañeza).
Y es precisamente sobre
esta diferencia sobre lo que hoy se invita a meditar.
Para ello es muy
importante destacar que gracias a que ambos movimientos políticos (el nazismo y
el fascismo) consiguen un dominio sobre el resto del país se creó una psicosis
de masas (Ver “Psicología de masas del
fascismo” de Wilhem Reich) por el que 1º resulta difícil vivir en tu país si
llevas la contraria (miedo) y 2º acatando lo que dicen los jefes realmente se
va a volver a épocas gloriosas del pasado (Alemania a los tiempos anteriores a
la 1ª Guerra Mundial, e Italia nada menos que al Imperio Romano).
Se trataba de conquistar unos cuantos
territorios y después a vivir del cuento pues la riqueza de otros pueblos
(esclavizados) serviría para que el nuestro (Alemania e Italia) viviera, por
los siglos de los siglos, bien.
Antes este panorama tan
prometedor el pueblo aclamó con entusiasmo empezar lo que se convirtió en la
guerra más sangrienta que hasta ahora ha habido en el mundo (50 millones de muertos
de los cuales más de la mitad civiles).
Y lo peor para
Alemania e Italia es que los primeros que murieron fueron sus jóvenes nazis y
fascistas, luego el pueblo en masa, y por último sus dirigentes (Hitler, el
paradigma de una raza superior se suicidó, y Musolini aprendiz de emperador
romano, acabó expuesto boca abajo, junto con su amante, en una plaza pública
para escarnio y ejemplo de cómo acaban las locuras).
Es decir. Alemania e
Italia sufrieron en sus propias carnes y en mayor medida que nadie, el error de
haber emprendido el camino del horror y el miedo.
Por eso no quieren oír
hablar de algo igual para el futuro (el gato escaldado del agua fría huye).
Sin embargo, en
España el nazifascismo triunfó. Tras una guerra civil que sirvió de limpieza de
oponentes y para imponer el miedo entre la población civil, el pensamiento y el
disfrute de las ventajas que ello supuso (para los ricos y los dirigentes), la
sensación entre la mayoría que siguió viva o viviendo aquí, no es como la de
los alemanes e italianos supervivientes a las locuras de sus dirigentes,
En España no se
recuerda a qué estado y locura les llevaron esas ideas porque aquí predominan
los vencedores y no las sufrieron.
Por eso aquí no
importa que se divulguen esos pensamientos, ni que un partido en un mitin use
para calentar el ambiente el “Soy el novio de la Muerte”.
No saben, como en
Alemania e Italia) que históricamente fueron el novio de la muerte, pero no únicamente
de la suya y si de la de millones de su queridos compatriotas.
La solución de los problemas
materiales de las gentes está en repartir la riqueza y no en la patria, la
religión, la bandera, los gustos sexuales, y demás cosas que sólo sirven para alejar
al pueblo de la solución necesaria (repartir la riqueza de arriba a abajo).
Paco
Molina. Zamora 11 de Diciembre del 2018
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