Quede
claro que la Naturaleza no existe, en el sentido de que no decide, ni siente
nada de lo que en ella ocurre. Pero por seguir
el rollo con el que se entiende la gente, poeticemos, o sea,
“creámonos” esa mentira..
Entre
los juegos malabares con los que quieren engañarnos para que pasemos a ser voluntariamente
esclavos, está el tema de lo perfecto que es el universo. El resto
ya se conoce: "¿Cómo puede esto ser tan fetén? Ah!, pues ha tenido que
existir alguien más inteligente que construyera lo que hay. Bla, bla,
bla".
Y
sin embargo las cosas son al revés. La vida surge porque sí. Una casualidad,
una probabilidad que se dio. Si esto no entra en la cabeza, dígase cómo se puede
arreglar el asunto inventando un Dios, pues ¿por qué él sí podría haber
existido siempre y lo que existe no?.
Una
vez que surgen los seres vivos, se multiplican sin parar. Y a día de hoy ¿cuál
es la situación biológica? Que lo que funcionaba bien sigue en vigencia, y lo
que fallaba, pues... ha desaparecido. Así de elemental. Por eso, cuando
repasamos el presente, podemos decir que la Naturaleza es sabia. Lógico,
como que todo lo que tenía de tonta se
ha perdido por el camino, precisamente porque funcionaba mal, con lo que hoy
sólo queda lo que va bien.
Recreémonos
en lo que acabó siendo una ventaja de los humanos para reproducirse.
Como animales que eran, uno de los instintos básicos les invita a buscar
placer. Entonces se ponen a saciarlo porque “está muy rico”, y la
Naturaleza, que se encontró con la casualidad de que los órganos reproductores
están al lado de los del goce, resulta que ha engañado al homo-cachondus, y
cuando éste busca sexo preña a la especie; perpetuándola sin saberlo.
Con más nacimientos que muertes, la especie
salió adelante. Si existió alguna, de mismo rango, que no tuviera los órganos
del placer y la reproducción pegados, habrá desaparecido.
Del libro LA ESTAFA SEXUAL de Paco Molina
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