viernes, 20 de abril de 2018

AGAMENÓN, SU PORQUERO Y OTROS MASTERS.


AGAMENÓN, SU PORQUERO Y OTROS MASTERS.

Dice el refrán: “La verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero”.

Como es de los menos conocidos recordemos su significado.

Agamenón fue un Rey-Héroe de la mitología griega. O sea, alguien sumamente poderoso, y por lo tanto muy respetado (el miedo produce muchas fidelidades).

Hablamos de las épocas  en que los mandamases eran, según ellos, cada cual un  Rey-Dios.

Esa auto coronación (no hay mejor corona que la divinidad) no era un acto de monarquía-ficción, es que en efecto, siglos atrás, los monarcas eran presentados ante la plebe como si fueran realmente, ¡dioses! (¡qué miedo!).

Pasados los tiempos, y a medida que se iba descubriendo el pastel, como no colaba lo de que el rey era Dios, se les dijo a los súbditos: “Que el Rey lo era por la gracia de Dios” (porque Dios, que nos quería tanto, nos daba lo mejor de sí mismo, en forma, de Rey).

Y aún, a día de hoy, si usted repara en lo que dice Trump (Presidente de EEUU y de los Estados Sometidos por el imperio Capitalista) verá que en sus discursos se ampara, para que USA sea el país más grande del mundo, en Dios (Usando continuamente expresiones como “Con la ayuda de Dios, gracias Dios, etc.”; eso por no hablar de cómo nuestros reyes y gobernantes, celebran continuos actos de Estado en Iglesias y Catedrales para dar la imagen de que ellos están con Dios y por tanto, deduce la gente sencilla, Dios está con ellos).

Pues bien llegados aquí debemos preguntarnos, ¿Por qué los poderosos le decían al pueblo llano que su Rey (o Gobernante de turno) era Dios (o como un Dios)?.

Muy sencillo, todo poder está basado en la mentira, siempre que no se sepa que ésta es mentira. (No nos podemos extender en esto, pero si usted no lo ve claro es que es un verdadero santo).

Como consecuencia de todo esto, en la medida en que el Rey era Dios (o su delegado), entonces Él era La Verdad Oficial, o lo que es peor, era la única verdad.

Un ejemplo, frecuente y desgraciado de ello, era cuando el Rey comunicaba que Dios le pedía al pueblo que conquistara otros territorios para su mayor gloria (la de Dios, o sea, en el fondo la del Rey y sus cortesanos).

Recuérdese la justificación de nuestro Reyes Católicos para someter (con algún exterminio que otro) a las tribus que vivían en América.

Aunque luego siempre moría y sufría, el pueblo, al tiempo que  nunca disfrutó de esa gloria prometida y nunca alcanzada.

Pero la Humanidad creció, y la ciencia avanzó, y llegó la Ilustración (el racionalismo), y se pasó de creer en mil y un dioses (Paganismo, Grecia, Roma) a creer sólo en uno (Religiones Monoteistas, la judía, la cristiana, la musulmana), hasta llegar, en esa evolución contra la supersticiones, al momento presente, en que  hay un único Dios que todo lo arrasa, el Dinero.
 (Libro recomendado, “De Dios”, cuyo autor es Agustín García Calvo).

Toda esta evolución permitió descubrir la verdad de la mentira, y así, hoy en día, se puede afirmar que la verdad (cuando es cierta) no depende de quien la diga, es decir no es verdad sólo si la dice el poderoso.

Y la prueba la tienen aquí en que este humilde porquero (cuidador de puercos, en comparación con gente tan laureada, y sin ningún Toisón de Oro, o capa parda, que llevarme a la boca) se la está diciendo y usted sabe que es cierta.

Porque algo hemos avanzado, y hoy, el más humilde porquero del Agamenón de turno, si dice verdad es más creíble que su amo.

Pero tras tantos siglos de gobernantes que lo fueron por la gracia de Dios (Franco sin ir más lejos), ha quedado en la cultura popular la sensación de que sabe más quien más tiene (“Tanto tienes tanto vales”) y que es más de fiar el cacique que el tonto del pueblo.

Y por eso, quien quiere mandar, y sabe que te tiene que mentir, necesita ser creído, y como no es plan poner en su tarjeta de visita “que es Preboste por la gracia de Dios”, trata de parecerlo vistiéndose de púrpura.

Luciendo para ello buenos atuendos, y sometiéndose a actos protocolarios en los que de verdad parecen superiores al resto de los mortales.

Incluso hasta hace relativamente poco los Reyes llevaban corona, y en todo caso, ellos y su Corte, ostentan etiqueta ellos, y ellas falda larga, y aún más, se ponen en altillos para parecer más altillos, y que el pueblo lea en su subconsciente que son el Altísimo.

Pero sobre todo, nos tienen que decir que saben mucho, y por ello, ¡ay! el curriculum (el cofre de la titulitis) se convierte en algo esencial para el engaño.

Porque si a ti, un Premio Nobel (pongamos de Economía) te dice que tienes que vivir mal porque si no tu patria va a la ruina, te lo crees como un pringao.

(Véanse estos días las mentiras que dicen los Agamenones de turno sobre la inviabilidad futura de las pensiones).

Actualmente, para cualquier tema controvertido, el Poder te presenta, como palabra de Dios, lo que ha dicho un presunto Comité de Sabios que se saca de la manga para la ocasión.

Un invento que sustituye al Rey-Dios. ¿Que lo han dicho los Sabios? Pues será verdad, pensamos, que sabios son, y nosotros, la plebe democrática, solo queremos juergas, arrumacos, cariño y nada de preocupaciones.

¡Egoístas que somos como nosotros mismos, cuando ellos, sin embargo, se preocupan por los demás!.

Y es por todo esto (para mentirte mejor) por lo que vemos tanta gente (con ansias de poder) que se inventa títulos que no tiene.

Así que, contra los Poderosos: Porqueros del mundo ¡uníos!.

Y démosles, a los que mandan, un master en porquería.

Paco Molina. 20 de Abril del 2018.

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