ESPAÑA:
NO DEBE HABER REYES EMÉRITOS.
A raíz de la
rebelión (más o menos consciente) de la Reina Consorte (Doña Leticia) contra la
Familia Real de Toda La Vida (en la que ella puede sentirse la plebeya, ya que no
deja de ser una incrustación anómala en
una estructura que se las da de ser de sangre azul con denominación de origen)
me he interesado por ver de qué va esto de la Corona (porque puede acabar en corona
de espinas).
Es verdad que al ser
republicano pudiera estar condicionado previamente en el análisis, pero prometo
ser lo más ecuánime posible, y si no, ustedes juzguen.
Una de las razones
de los republicanos para serlo es porque ven la Monarquía como una institución arcaica,
de otros tiempos, pasada de moda, medieval (Obsérvese que no hemos dicho “antidemocrática”
o “ademocrática”).
Pues bien, si
consultamos la Constitución Española de 1978 (la vigente y tan querida por los
conservadores de ideología o de espíritu) y buscamos en ella cómo se enfoca el
tema de la Monarquía, se observa que estamos ante un asunto antediluviano (de antes
el Diluvio Universal, aquel que limpio todos los males que había sobre la Tierra,
como Sodoma, Gomorra, etc.).
Es el Título II de
dicha Constitución, el que trata el asunto con 10 artículos; artículos que pretenden
atar todos los cabos sueltos (que son muchos) de un disparate basado en “la
herencia con preferencia” para encontrar al monarca dentro de su Familia Real.
Basta con la lectura
(a la que invito) de todo ese entramado leguleyo para comprobar el disparate
que supone sostener lo insostenible.
Pero por si no les apetece tal esfuerzo, voy a compartir con
ustedes la joya (de la Corona) de ese articulado: Resulta que el Rey y las
Cortes (al unísono) pueden prohibirle al heredero del trono casarse con quien
le de la gana.
(Y eso que vivimos
en el mundo libre, y que el matrimonio se basa en el amor, en la tarea
reproductiva y más lindezas).
Pero, no era de nada
de todo esto sobre lo que debemos meditar, que allá los monárquicos con su juego
de cromos (no de tronos).
De lo que sí cabe
hablar, porque nos afecta a todos, es de la figura protocolaria llamada: “Reyes
Eméritos”.
Porque en la
Constitución Española de 1978 (la que dicen que debemos respetar y defender) no
se habla para nada de la existencia de Reyes Eméritos.
De lo que se deduce que
en España, parece que a la parte republicana del pueblo le han dicho los Poderes
Fácticos, “no quieres lentejas monárquicas, pues toma 4 tazas”.
Como la palabra que está
de moda es “oximorón”, digamos que lo de Reyes Eméritos es un oximorón, pues el
término “emérito” tiene algo que ver con un premio o título, al que se llega más
por mérito que por otra cosa.
Pongamos por caso
para que se entienda, el título de catedrático emérito, que se le otorga a
quienes habiendo tenido el mérito de ser catedráticos, lo han refrendado con su
docencia de manera destacada, hasta el punto de ser “premiados” por sus méritos
para seguir siendo catedráticos aunque se hayan jubilado a efectos legales.
Pues bien, un Rey,
que nunca lo es por méritos propios, y si porque le tocó la lotería de los espermatozoides
(el primogénito en el mejor de los casos), no aparece ante la sociedad con
ningún mérito que luego pueda revalidar.
Además, otorgar el
título no Constitucional de Rey Emérito (o reina Emérita consorte) es algo que
nace viciado de nacimiento, porque ¿Quién es el guapo, o guapa, que se atreve a
oponerse al nombramiento de Emérito para un Rey que abdicó, por frivolidad o
porque lo hizo mal y ya era un lastre?
Pero hay más, un Rey
que lo fue y no lo es, debe asimilarlo cuanto antes, y sin embargo siendo
tratado como Rey (aunque sea Emérito) no se favorece tal tránsito, por lo que puede
llegar a haber dos (o 4) focos de Poder dentro de la Familia Real, con todos
los conflictos que eso puede generar (y que en el caso de España parecen estar
surgiendo).
Y hay más. Ya
dijimos que en nuestra Constitución no se habla de que haya Reyes Eméritos,
pero si dice cómo se cobra en la Familia Real.
Dice claramente uno
de nuestros amados artículos sobre la Corona, que el Rey recibirá cada año una
asignación (dinero en metálico) para el mantenimiento de la Familia Real, y que
será el Rey quien distribuya ese dinero a su gusto.
Por tanto cuando nos
dicen, con pretendida transparencia, lo que cobra el Rey por ser Rey, la Reina
por ser la Consorte y los Reyes Eméritos por serlo, debe quedar caro que no
cobran (ninguno de ellos) por esos títulos y si simplemente porque le da la
gana al Rey.
Es decir, tener Reyes
Eméritos es además una forma de engañar al pueblo monárquico español, que cree
que lo que cobran el Rey Emèrito (algo más 190.000 € anuales), la Reina
Consorte Emérita (algo más de 106.000 €
anuales), y la Reina Consorte (algo más de 130.000 € anuales) lo cobran por “ser
lo que son”, cuando sin embargo lo cobran por “ser quiénes son”, y porque así lo
quiere el Rey en ejercicio (que por cierto cobró, por decisión de él, en el
2017, algo más de 236.000 € anuales).
Resumiendo, puesto
que nuestra Constitución vigente no habla de Reyes Eméritos, no deben existir,
porque sólo van a crear problemas a la Familia Real (trasciendan o no) y en consecuencia
a todo el país mientras la Monarquía sea la máxima institución del Estado.
Paco
Molina. Zamora. 12 de Abril del 2018
Tienes que reconocer, Paco, que en esta ocasión te has ido, por los cerros aquellos, en la argumentación y te has dejado el condicionante principal: Que todavía no se ha inventado la Guillotina Emérita.
ResponderEliminarjeje
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