martes, 18 de septiembre de 2018

LA CARA DEL QUE SABE Y LOS CARAS QUE NO SABEN.


LA CARA DEL QUE SABE Y LOS CARAS QUE NO SABEN.

Entre las cosas excepcionales que ha aportado Agustín García Calvo (el pensador zamorano) está éste poema, del cual sólo se cita 1 de sus 7 partes (siempre describiendo rasgos “del que sabe”).

Cuando veas al hombre de banca
Dinámico y grave
Que en la ranura del coche
Introduce la llave
Mientras habla con un cliente
Importante
Y con mano segura
Agarra el volante
Verás, si te fijas en el cristal
La cara del que sabe.

Por cierto, y antes de seguir, urge un Congreso sobre la Obra de AGC en Zamora, y poner en práctica la ruta turística por la ciudad basada en su librillo “La Comuna Antinacionalista Zamorana” (Ver el anexo CALEIDOSCOPIO TURÍSTICO Y LA COMUNA ANTINACIONALISTA ZAMORANA, aunque no es necesario).

Y volvamos con el poema citado.

Como ustedes ya habrán captado, esto viene a cuento de la fiebre por “comprar títulos” que se ha dado (y posibilitado) por estas tierras patrias.

Seguro que ya usted se habrá fijado en la autoridad moral con que hablan los que mandan, los jefes, los presidentes de las instituciones.

Y si hablamos de los jefes religiosos y monárquicos y militares, etc. esa autoridad moral les rezuma por los cuatro costados (aunque en los casos de los militares históricamente lo que rezuma es la culata de su revólver).

Pero si tenemos en cuenta que “la moral” es algo intangible (que no se ve) y “la autoridad” es más invisible e intangible aún que la moral, ¿Por qué vemos en los mandamases que tienen esa presunta autoridad moral (vulgo empaque)?

Pues muy sencillo, porque algo hay en su cara que no es signo de tristeza, ni de alegría; es signo y gesto de “autoridad moral”.

Y ¿por qué vemos eso que no se ve? Porque ponen “la cara del que  sabe” (Aunque luego, al hablar se limiten a decir “lo que ya está dicho”, como también denunció AGC).

El truco está en el protocolo (en la parafernalia), ya que todo lo que eso conlleva, busca hacernos creer que quien nos dirige (la autoridad competente) es competente, y que por tanto estamos ante  un ser superior (a nosotros).

Él sabe y nosotros no. Y eso nos produce una confianza ciega como cuando de    pequeños  mamá o papá “sabían” qué tenían que hacer(nos) para curarnos las rodillas tras una caída.

Por lo tanto el protocolo exige símbolos especiales (corona en los reyes, mitra en los papas, birretes en los jueces, galones en los militares, etc.).

Pero hoy en día, por eso de la modernidad y de la televisión, no se puede usar tanta cosa rara y llamativa a diario por miedo a hacer el ridículo.

Y por qué cosa se ha sustituido todo eso para distinguir a quien manda: Por el gesto de su cara, si te fijas bien, “todos tiene la cara del que sabe”.

Y una vez que lo que está en juego (y jugando contra ti) es el saber, los títulos no pueden ser nobiliarios (cosa ya pasada de moda) deben ser títulos de saberes, de conocimientos.

Titulo de Premio Nobel, o Príncipe de Asturias, o Doctor Honoris Causa, o doctor a secas, o licenciado, o graduado, etc.

Y, como bisutería ahí tenemos los masters.

Siendo por eso que el mercado (y mercadeo) de masters tiene tanto éxito entre la clase política, para poder tener la cara del que sabe.

Paco Molina. Zamora. 18 de Septiembre del 2’18


ANEXO:

CALEIDOSCOPIO TURISTICO Y LA COMUNA NTINACIONALISTA ZAMORANA.
La publicidad buena es la que genera, de entrada, curiosidad sobre el objeto ofertado.
En este sentido ya hemos aportado, para fomentar el turismo, algunas ideas como el eslogan “Zamora: lo que te falta”; la inversión en Conciertos de masas; sembrar el año de actividades atractivas, e incluso provocar el debate para resolver el problema de la falsa bandera de Zamora (la que tiene listas blancas).
Y en esa línea se citó últimamente, como una de las infinitas cosas que debe tener el Caleidoscopio del Turismo en Zamora, el usar como reclamo el Manifiesto de la Comuna Antinacionalista Zamorana (CAZ).
En consecuencia se releyó, topándonos con la sorpresa de que puede dar más juego, incluso, del esperado.

El Manifiesto de la CAZ (Editorial LUCINA, 6 €) es un opúsculo que escribió Agustín García Calvo en 1969 desde Paris. Ciudad a la que había acudido, tras haberle quitado su cátedra universitaria el Régimen del General Franco por encabezar (junto a Tierno Galván y López Aranguren) una manifestación estudiantil.

AGC (el Cimborrio Intelectual de Zamora, en frase acuñada por un servidor) será, y cada vez más, el más universal embajador de la marca “Zamora”, a medida que su pensamiento deje de ser vetado y se estudie en todas las latitudes como referente especial del saber humano.

AGC en su Manifiesto, propone Zamora como lugar ideal para iniciar en España el ensayo de una comuna que permita vivir sin la camisa de fuerza del Estado, ni los corsés de sus Administraciones complementarias.

AGC advierte y define su propuesta, modestamente, así: “Todo a lo que humildemente podemos aspirar nosotros no es más que una especie de revolución pequeño-burguesa retrasada”.

El librillo (60 páginas) que debería ser motivo de obsequio del Ayuntamiento capitalino y del Patronato de Turismo Provincial, para los compromisos que tengan sus mandatarios, habla de cual podría ser el idioma de la CAZ (incluyendo un mini diccionario de vocablos de la tierra que configuran una verdadera reliquia y delicia).

También habla de las alternativas económicas para que puedan subsistir los comuneros (proponiendo incluso el uso del aeropuerto de Coreses como tal), e incluso apunta fórmulas para acoger y resolver, los miedos de quienes temen perder la estructura de la sagrada familia.

Todo da para que  nuestras guías turísticas y nuestros reclamos del mismo tipo, configuren un relato corto y atractivo, que acolchone un parque temático que degusten asombrados, quienes visiten Zamora.

Y llegados aquí, fíjense, que viene lo mejor, cuáles serían los cimientos de ese parque temático (Zamora: ciudad vanguardia; pueblo rebelde).

Los cita Agustín para justificar el por qué elige esta tierra para un  ensayo serio de comuna, y lo resume diciendo:

“Apenas podrá hallarse ciudad como Zamora, que por tan antiguos y claros antecedentes de su historia pueda y deba sentirse tan llamada a mantener en alto la antorcha de la rebelión contra el Estado”.

Y recuerda (con su atractivo estilo literario) cuáles son esos “antecedentes de rebeldía”:

1.- La devoción espontanea del pueblo zamorano por Viriato (TERROR ROMANORUM) que en definitiva fue alguien que plantó cara al imperialismo de la época, el de Roma. Aún no había nacido Cristo.

2.- La especialísima bandera de Zamora que “se puede interpretar como la destrucción de las banderas”. Ya que lo importante de ella “no son sus 9 franjas, sino los 8 desgarrones, quiebras o vacios que las mantiene rotas y dispersas a los vientos”.

Esa bandera conocida durante once siglos por la Seña Bermeja (de ocho franjas rojas y una verde) por ser una bandera “sustancialmente roja podría ser bienvenida…(dado que) ese color ha sido repetidamente elegido por libertos y libertarios”.

3.- Los acontecimientos del “El cerco de Zamora” (1072), que se resumen en que deseando el Rey Sancho unificar territorios (para crear el Estado España), su hermana Urraca se resiste a entregarle Zamora, y no sólo eso, si no que la ciudad genera un valiente, Bellido Dolfos, que mata al rey imperialista.

Y encima lo mata “en ocasión que (el rey) se había apeado, bajado los calzones y agachado para hacer de vientre….como si así la tradición hubiera querido avisarnos (de) la reducción …de todas las ideologías sustentadoras del Estado a la fétida verdad de sus mentiras”.

4.- O los acontecimientos ocurridos 100 años después en nuestra Zamora, y conocidos como “El Motín de la Trucha”.

Sucesos que se resumen en que el pueblo, tras un enfrentamiento violento con la nobleza porque ésta no respetaba ni sus propias normas y leyes, enterado de que están los poderosos, reunidos en un iglesia para preparar un buen escarmiento y venganza, la cierran y le prenden fuego con todos los opresores dentro que mueren achicharrados, amén de incendiar después la casa del Regidor y abrir las puertas de la cárcel.

Hecho inaudito de rebeldía y hartazgo.

5.- Añade AGC otro detalle o antecedente, que canta por si mismo las virtudes del zamorano. Año 1.158.

Fue lo siguiente: Lógicamente, a raíz del citado motín, sabedores los zamoranos “que poco tendrían que hacer y mucho que perder, si pretendían mantener su rebelión contra el Poder central” y “que los nobles iban a conjurarse para ejecutar (contra) ellos la venganza más sangrienta”, el pueblo llano, unas 7.000 personas, abandonan la ciudad huyendo hacia Portugal.

Si bien, al llegar a una localidad fronteriza, con gran inteligencia y brillante análisis de la situación política (disensiones entre los restos del Señorío y la naciente monarquía) mandan al rey un “recado de dignidad y firmeza: (diciéndole) que si no declara (el Rey) fehacientemente perdonado de toda culpa al pueblo entero de Zamora y prestaba su real promesa de librarles de la opresión de los señores, pasarían todos a establecerse en Portugal y dejarían la ciudad definitivamente abandonada”.

Ocurriendo que “hubo de ceder el rey a presión tan eficazmente presentada”.

Y llegados aquí dice AGC, a modo de resumen de los acontecimientos de rebeldía que dan valor a Zamora:

“Apenas otra ciudad del mundo podría sentirse apoyada en sus cimientos por más claros precedentes para meterse por los caminos de la igualdad, libertad y fraternidad”.

6.- Hasta aquí pues, lo que describió en 1969 Agustín García Calvo como ADN de un pueblo valiente y rebelde.

Pero es que después, en 1.990, este mismo pueblo asalta un cuartel militar abandonado, y lo ocupa durante un mes, exigiendo en él una Universidad (que hoy existe).

Asalto en que el pueblo es acompañado por su Alcalde, que encima pertenecía a un partido de orden, como el PP.

Acontecimiento en el que, curiosamente, estuvo también Agustín García Calvo con su célebre Escuela de Sabiduría Popular

7.- Y encima, seguimos con el ADN de rebeldía zamorano, aún hoy, 2017, la Historia presenta otro hecho afín o similar a los mencionados, pues en Zamora, y democráticamente elegido, hay un Alcalde rojo (o si prefieren Bermejo), caso insólito respecto a otras capitales de provincia.

No me digan, si en todo esto no hay colores y colorido, para configurar un buen caleidoscopio de la atractiva historia de Zamora, y embelesar así, aún más, a los visitantes.

Paco Molina. Zamora 16 de Marzo del 2017







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