Carta de amor a Zamora .
((Esto me lo publicó El Correo de Zamora el 31 de
Diciembre de 1.989. Era domingo. El fin de una década. Lo titularon “TE ESCRIBO
DESDE….”>)).
Me
gustas desnuda; desnuda a esas horas en que amaneces, con una luz especial en
tu piel, y tan bella que no se sabe acertar si el resplandor ilumina tu cuerpo
o es tu cuerpo quien ilumina a la luz.
A
esas horas, sin nadie cerca, me gusta pasear por ti. Arriba y abajo por las
calles de tu ser.
Mirarte
sin ruidos, sin voces, sin guerras; cuando reposando, insolente y guapa, abres
los ojos, echada junto a la alargada orilla del rio, sobre una sábana de arena
molida y cálida.
No
hay rincón de ti que no me guste, no hay cuadrado, centímetro que no me altere,
no hay gesto tuyo que no me emocione.
No
hay que darle más vueltas que darte vueltas a ti.
Me
crezco para verte pequeña, cuando tú eres más grande que yo, y te veo,
despertando con la piel llena de escarcha, sobre un cuerpo que abrasa.
Tienes
ojos con alma, labios con vida, dientes alegres, rasgos de mezcla, cara
radiante.
Atas
más de lo que se debe atar.
Con
nudos de salitre atas.
Tumbada
junto al rio, sobre un lecho de canela, con la cabeza hacia el mar -la
libertad- y los pies hacia la tierra -la fertilidad-, me siento junto a ti y te
espío muy despacio, muy despacio te espío.
Abrazamozas
En
esa calle cogería tu talle, te besaría los hombros, la piel y el cuello, te
haría sentir mi amor, te haría gritar el tuyo.
Y
seguiría subiendo y bajando, bajando y subiendo, contracorriente, hasta la Plaza
Mayor de esa ciudad que eres, hasta tu ombligo.
Desde
ahí miraría otra vez tu cara, tus hombros y esas torres que te jalonan,
culminadas en cimborrios bizantinos.
Sentiré
la emoción que provoca tu encanto, tu embrujo, tu vida.
Ta
hablaré, te hablaré mucho; te emborracharé de sonidos, para ver si así
despiertas, para ver si así me abrazas, para ver si así reconoces mi embriaguez
y te produzco ternura.
Quebrantahuesos
Rompeórdenes,
machacahistorias, dislocacabezas, desgarracorazones, quebrantaalmas.
Así
se resume tu fuerza, tu fuego, tu atracción, tu hechizo de mujer concreta,
exacta, tú.
Cuando
se te conoce eres el sol de la mente y lo demás gira en torno a ti.
Se
quiere vivir contigo o al menos estar muy cerca, o venir cuando se pueda a
golpear a tu puerta.
Cortalaire
Abre,
abre, déjame verte hoy, que se me ahoga el cerebro con tu ausencia.
De
esa parte que hablamos, ¡corta el aire!, ¿Quién lo duda? Porque ahí el juego
prende al fuego, porque el volcán erupciona y el mascarón de la proa navega
contra las olas.
Es
tu zona de misterio, donde eres diosa y mujer, donde eres ciudad con vida y
villa con sus villanos, porque no hay mejor pasión que la que tienen las manos.
Cortalaire
verte hoy, pero no verte mañana lo saca de los pulmones.
Hay
que pisar por las avenidas de tus muslos a esas horas clandestinas en que la
intimidad emociona.
Y
besarte las rodillas, rascacielos de tu esqueleto.
Quiero
cogerte por ellas y decirte qué guapa eres, qué suerte tienes, tan llena de
pasado, de vibración, de vida, de fuego, de futuro, de encanto, de hechizo.
Mariquince
Estás
llena de vida y repartes esa sensación.
Cada
año que pasa se añaden a tu cuerpo rasgos de más pasión, a tus ojos miradas de
más cariño, a tus dientes risas de más felicidad, a tus manos tactos de más contactos.
Si
hay que hacer balance de ti, mira, ese es que en cada momento pareces estar
empezando a vivir.
Te
busco como a la vida.
Me
gustas hasta la rabia. Y por lo que a mí respecta van a acabar llamándote “la
bien cercada” porque no te voy a dejar ni a sol ni a sombra.
Paco
Molina.
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