En la actualidad hay dos mercados basados en la muerte.
La heroína, que acaba matando al que la consume y la carrera
de armamentos. Que necesita crear guerras y por tanto muertes, para que no
decaiga la demanda.
Vender paraguas en el desierto es una actividad ruinosa
salvo que se consiga hacer que allí llueva con frecuencia.
Pues bien, el imperio de la industria militar y los poderes fácticos
militaristas necesitan que haya guerras -muertes- para poder justificar así su
fabuloso negocio sin fin; y para ello no dudan en crear, directa o indirectamente
conflictos que mantengan la demanda de armas y la necesidad de ejércitos que,
como son defensores de la paz necesitan atiborrase de armas, según ellos.
Además el negocio es inmejorable pues una vez que han
vendido el arma X-321, dicen que el enemigo ha fabricado la X-322 pero que no te
preocupes que ellos acaban de perfeccionar la X-323 y te la venden. Y así
sucesivamente.
Resulta difícil de creer por lo evidente, pero recuérdese
que, desde que consta históricamente, el hombre mata por dinero, ya que así
piensa obtener amor, poder y paz…pero al final sigue matando por dinero ¡todo
el oro del mundo le parece poco!
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