Cierto sector de la
enseñanza privada recibió como un maná la posibilidad de imponer el “ideario de
centro” en su empresa, así como la garantía, por parte de todo los españoles
(organizados en una estructura llamada Estado) de que sus negocios nunca tendrían
pérdidas, siempre ganancias, que para eso estamos los 38 millones (actualmente
46) de españoles.
A raíz de lo dicho quisiera
comentar aquí la principal ventaja que para tales empresas (toda inversión
privada con trabajadores y ánimo de lucro es una unidad empresarial) supone la
posibilidad de tener, aunque sólo sea en la despensa, un ideario.
De hecho el “ideario”
es poco usado “contra” los alumnos, y menos a medida que aumenta la edad de
estos.
Y digo “contra”
porque tiene que ser un tormento, para la mente limpia y preclara de un niño, que
le digan:
1º.- “No usarás el
nombre de Dios en vano”, y acto seguido vea correr a esa gente detrás del dinero
enarbolando el estandarte del humanismo-cristiano, cuando no simplemente el de
cristiano o católico, etc.
2º.- “No matarás”, y
acto seguido vea aparecer excepciones: salvo a los que hayan hecho esto, o lo
otro, o lo de más allá.
3º.- Rezar “Perdónanos
nuestras deudas así como nosotros perdonamos…” a NADIE.
4º.- “Amarás al
prójimo…”, salvo que sea socialista, o comunista o no piense como nosotros.
Etc. Etc. Etc. podríamos
seguir y seguir.
Pero lo cierto es
que, posiblemente, los que menos sufran el ideario sean los alumnos.
La misión del
ideario es otra, o ha acabado por ser otra.
El Centro Educativo
Privado es una empresa, y como tal obtiene su beneficio de los trabajadores que
en ella laboran.
En un negocio de
este tipo, el principal y más numeroso “obrero” es el profesor.
Y naturalmente, a lo
largo de la vida de una empresa puede haber algún “roce” por motivos
económico-laborales, o socio-laborales, o sanitario-laborales, entre el
currante y el patrón.
Correspondiendo al
patrón, como siempre, ver “lo que está dispuesto a aguantar”.
En cuyo caso, de
estar harto de alguno de sus empleados, le basta, de ser un centro con ideario,
decir que fulanito va contra el ideario, o no lo respeta , o no da la imagen, o
perturba el ideario, etc., y lo puede poner de patitas en la calle.
¿Qué ocurre entonces
ante este clima? Que el trabajador de esos centros, que ya conoce esta teoría
(la intuye), ni pía, con lo que es un trabajador modelo para su jefe, y pobre
de él si no lo es pues le arrearán un IDEARIZO.
Paco
Molina. Años 80 del S. XX.
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