sábado, 8 de agosto de 2015

ANTONIO RAMOS FIGUERO. Servicio Generales


ANTONIO RAMOS FIGUERO

Antonio, un compa fenomenal que bien merece que le recordemos siempre por su carácter.

El compa Antonio tiene un aspecto delicado, como si la salud no le acompañara, pero que nadie se engañe, la aparente falta de jijas de Antonio es porque lleva trabajando desde los 11 años.

Lo voy a repetir por si no se ha entendido la magnitud de lo que habéis oído: empezó a trabajar a los 11 años. Con la edad del más pequeño de nuestros alumnos. Increíble. Es decir lleva casi 55 años en la brecha.

¿Cómo estaríamos nosotros de haber pasado del destete al tajo como él?

Si alguien merece una jubilación y que no le congelen el sueldo -que ha cotizado lo suyo- es él.

Antonio es un vivo ejemplo de que “lo que no mata engorda”, y así, con un achaqué aquí y otro allá, fue cambiado de puesto de trabajo y ha recorrido todos los habidos y por haber de los servicios generales de nuestra entrañable “Universidad Laboral”.

Trabajar desde los 11 años y aguantar 55 currando, y pasar por tantos puesto de trabajo distintos le han configurado como “alguien capaz de sacar las castañas del fuego” a quien lo necesite.

Además es un gran compañero con un concepto enorme, rotundo y éticamente profundo de lo que es el compañerismo, no faltando jamás a ningún acto o muestra de cariño dedicado a cualquiera que haya formado parte de esta familia cordial.

Pero es que Antonio os puede “sacar las castañas del fuego” con más propiedad que nadie porque era hijo de la entrañable “Castañera de San Torcuato” y eso es un valor añadido para quienes éramos niños entonces en aquella Zamora triste de chavalada alegre.

“Mira mamá, mira papá, ya está la castañera”, y aquel olorcillo a castañas asadas era inigualable y aquél calorcillo, si te las compraban, era un calorcillo confortable como el que hoy desprende la amistad de su hijo Antonio.

Antonio, lo que tú eres estaba dibujado en la imagen de tu madre, aguantando a la intemperie en medio de la niebla helada y oscura del inverno infernal envuelta en una toquilla negra, mientras mantenía un gesto sereno, durante horas y horas de trabajo que no pudieron evitar que te viera partir cada madrugada a los Almacenes de Boizas, cuando aún eras un niño que querías, tú también, castañas, que querías, tú también, estar con su madre.

Hoy ella celebra que ese hijo que le ayudaba a recoger el humilde puesto de pipera con esa sencillez con la que la clase obrera recoge sus herramientas de trabajo a la espera del día siguiente, hoy ella celebra, como nosotros, que estés acompañado de Tere, tu linda esposa poniendo broche de oro a tanta lucha..



Antonio: llevar trabajando desde los once años te da derecho a mirarnos por encima del hombro a todos, pero no lo hagas compa, por la memoria de tú madre, que necesitamos que alguien nos compre castañas de cariño y que seas nuestro amigo siempre.

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