LA PLAZA DEL FRESCO
DESPEÑAPERROS EN CARRASCAL
Carrascal es un barrio que como
ya se dijo aquí tiene futuro. Si se hacen las cosas bien, claro.
Hace algún año al pueblo le
regalaron un camión de cemento para acabar con una escombrera (se trataba de
taparla). Entonces ese cemento, por extraña decisión, se echó en otro sitio y
quedó una buena plaza con su verja y todo, para evitar que los niños jugando se
dieran de bruces cuesta abajo.
En consecuencia se abordó el
problema de la escombrera como dios manda y se diseñó una buena obra. Pero como
en Zamora decir “obra” es decir caos, pues fue el caos.
Tapas de alcantarillado bajo
obra; bloques de hormigón sin cimentar que ya se mueven; suelo pintado para
ocultar lo malo que es; bordillos cortantes en vez de redondeados en pleno
parque infantil; barandilla soldada a mano para aparentar que no se suelta;
bancos colocados sin pies ni cabeza y un presunto reloj de Sol que en vez de la
hora da pena.
Pero eso no es lo peor. Lo peor
es que la plaza pretende ser un parque infantil, con sus juegos y todo; y han
rematado la obra con un “despeñaperros” o “despeñaniños” de cuidado.
Y el agravante de que se han
utilizado unas traviesas de tren como valla protectora al comienzo del peligro,
pero luego las restantes “traviesas” las han puesto al lado contrario, es
decir, en la parte del camino donde no está el barranco. Para morirse de risa
si no te caes.
Parece que está hecho a mala idea
porque si no, no se entiende.
¿Cuesta tanto utilizar el sentido
común tanto por quien diseña la obra, como por quien la ejecuta, como por quien
la da por buena?
¿Cómo es posible que haya quedado mejor la plaza que se hizo
sin nada y a la buena de Dios?
Publicado en La Voz de Zamora el año 2009
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