LA
MAESTRA PIZA-TIZA
Por
FRANCISCO MOLINA MARTÍNEZ
La maestra Piza-Tiza
era una maestra encantadora.
Tan encantadora, tan
encantadora, que era capaz de encantar a cualquiera.
En su clase había un
niño que se llamaba Charla-Mucho.
Charla-Mucho hablaba
por los codos; bueno, por los codos, por las rodillas y hasta por las plantas de
los pies hablaría si por ahí pudiera.
Piza-Tiza estaba
hasta el flequillo de que Charla-Mucho distrajera a sus compañeros, y ella no
pudiera explicar tranquilamente que las Montañas Mocosas están en la nariz y no
en Estados Unidos.
Por eso, un día, Piza-Tiza
decidió “encantar” a Charla-Mucho, y mirándole fijamente con sus OJOS HALÓGENOS,
lo convirtió en Para-y-Calla.
Y todo porque una
vez encantado, Charla-Mucho ya nunca pudo parar de hablar y además, hablaba a
tanta velocidad que nadie lo entendía: Bla-bla-bla-bla-bla-bla-bla.
Hablaba tanto y
tanto que los demás compañeros de cole, a Charla-Mucho lo empezaron a llamar
Para-y-Calla.
También había en su
clase una niña. Era Nada-Come. Era la mayor de todos y no le gustaba comer, por
eso el bocadillo que le ponían en casa todos los días, para tomar en el recreo,
ella lo convertía en un POLVORIN DE BOLAS DE PAN, en el que las balas estaban
hechas con migas.
Cada mañana,
mientras la maestra Piza-Tiza dibujaba en el encerado el mapa de España y decía
eso de que “España es una piel de toro
extendida” (cosa que hacia temblando porque entonces, sabia que toda la clase iba
gritar: MUUUUU), entonces, en ese rato, cada mañana, Nada-Come hacía bolitas con el pan durante la primera
hora, y luego en la segunda se dedicaba a tirárselas a sus compañeras y
compañeros, acabando aquello en una batalla campal.
Harta, hartita, hartaza,
Piza-Tiza decidió encantar a Nada-Come.
La miró a los ojos y
¡zas! La fulminó.
Desde entonces Nada-Come
se pasa todo el día con hambre, y no sólo se come su bocadillo, se come también
el bocadillo de los que no tienen hambre e incluso también rebañaba todas las migas
que veía aunque estuvieran por el suelo.
Ahora, desde que está
encantada, a Nada-Come la llaman todos Tragón-Zeta.
Más, en aquel
colegio había muchas otras niñas y niños, y por eso “había de todo”.
Por ejemplo, también
tenía, nuestra amiga Piza-Tiza, entre sus alumnos a Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del
Cogote.
Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del
Cogote siempre se estaba peleando, siempre estaba armando broncas, no podía pasar
dos suspiros sin amenazar, pegar o sacudir a alguna compañera o compañero.
Por eso la maestra
Piza-Tiza estaba agotada y aburrida de pasarse los recreos haciendo de guarda-espaldas
de sus niños y niñas más pequeños.
Si, porque Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del
Cogote, como casi todos los valientes-violentos sólo se metía con los que eran más
pequeños o menos fuertes que él.
Piza Tiza, un día que
le vio arrearle un capón a la niña que se sentaba delante de él, decidió
ENCANTARLO. Fijó sus ojos halógenos en él y ¡zambomba! Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del
Cogote a partir de ese instante tenía tantas ganas de pelea que no le bastaba
con los pequeños y empezó a meterse con
los mayores. Y tampoco le bastó con estos, y fue a buscar hasta a una pareja de
la Guardia Civil, y más y más.
Tanto se peleó que
desde entonces a Bruto-Brutote-No-Me-Irrites-Que–Te-Agarro–del Cogote se le
conocía en el pueblo como Chichoncete-Mucha-Brecha, porque tenía la cabeza
llena de chichones y la frente de brechas.
Y así, poco a poco,
y a medida que ocurría que no quedaba otro remedio, la buena de Piza Tiza fue
encantando a todos los niños y niñas de su clase:
Había uno que no
paraba de estudiar y sólo de estudiar, y que además le hacía mucho la “pelota”
a Piza- Tiza preguntándole: “Doña Piza-Tiza, ¿Verdad que 2+2 son cuatro: Verdad
que el Caballo Blanco de Santiago es blanco. Verdad que a buen hambre no hay pan
duro?”.
A este encanto de niño
todos le llamaban Cabezón-De-Pelotón. Pero desde que Piza –Tiza lo encantó
ahora lo llaman Estudioso-Sin- Descanso.
También hubo que
encantar a Presumida-Empedernida, y es que no paraba de mirarse en los espejos y
verse reflejada en las ventanas para comprobar que era la más guapa de todas y
todos. En el mundo no había otra cosa que su guapura, así que, encantada quedó
y a otra cosa mariposa: Ahora la llaman Guapa-Sin-Espejo-Dónde -Esta -Tu –Reflejo.
¿Y qué hubo que
hacer con Llorica-Manteles, que en cuanto le daban una oportunidad se convertía
en un grifo de lágrimas?
Pues hubo que
convertirlo en Surtidor -Llorón, y tanto lloró a partir de entonces que lo nombraron ayudante
del jardinero para que con sus llantos y lágrimas hiciera de manguera.
El que faltaba tanto
al cole que era conocido más por Cada-Dos-Días-Sin-Clase que por su nombre, después
del encantamiento se convirtió en Don-Sin-Clase-Toos-Los-Días.
Y a
Dormilón-Cabeceando, un experto en siestas improvisadas, lo convirtió en un
soplo de ojos, en Ronquidos-De-León.
Y así, así, así…a
cada una y a cada uno los encantaba, y en vez de quitarles el DEFECTO que tenían,
les hacía, la increíble Piza- Tiza, que disfrutaran de sus fallos hasta el agotamiento.
Tanto y tan bien lo
hizo la encantadora maestra, que las familias de todos fueran a hablar con ella.
“Por favor, Doña Piza
–Tiza, desencante a nuestras hijas y a nuestro hijos, que han prometido ser
buenos-buenos-buenos”.
Hizo la prueba Piza –Tiza
y desencantó a todos en una gran fiesta que llamaron RECULANTAMIENTO, porque
les encantaba marcha atrás.
Y fue verdad que a
partir de entonces las niñas y niños fueron…tan buenos, tan buenos, que Piza
Tiza empezó a aburrirse, y no sólo empezó a aburrirse, sino que, como las clases
eran muy tranquilas empezó a engordar, y no sólo empezó a engordar, empezó también a ver que los demás
profesores se reían de ella cuando les contaba lo buenos, formales, educados,
correctos, atentos y trabajadores que eran sus niños.
¡No se lo creían!
Así que un día de un
gran Sol de luz amarilla, Piza- Tiza, recordando que era encantadora, decidió
REENCANTAR a sus alumnos para que dejaran de ser Extremadamente Buenos, y
fueran como antes.
“¿Para qué queremos
cambiar a los niños y a las niñas buscando que sean aún mejores de lo que son?
¿Qué sentido tiene encantar a los niños
si son encantadores?”
Así pensó Piza –Tiza,
y entró feliz en la clase donde se oían un millón de risas de Charla-Mucho,
Nada-Come, Bruto-Brutote-No-Me -Irrites-Que –Te- Agarro-Del-Cogote, Cabezón –De-
Pelotón, Presumida Empedernida, Llorica-Manteles, Cada-Dos-Días-Sin –Clases, Dormilón-
Cabeceando, y otras y otros, y otros y
otras.
Ni se imaginaba
Piza-Tiza que aquella clase iba a acabar tan pronto, cuando la metieron en la
ambulancia del soponcio que le dio al comprobar que había un alumno nuevo :
Rey-De-Ratas.
Autor
Paco Molina de Zamora- cuento escrito tal vez al final de los años 80 del Siglo
XX
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