LUIS MENES RODRIGUEZ
Luis desde que está jubilado
(.lleva unos meses) vive como un cura, de forma tal que aquí tenemos a uno de
los pocos compas de los que podemos decir que “fue cocinero antes que fraile”.
Porque Luis fue Luis el cocinero
Cuando ese magnífico personaje de
la literatura cristiana llamado Jesús resumió perfectamente cómo hay que ser
para ser una buena persona dijo:
“En verdad, en verdad os digo que
el que no se vuelva como una de estas criaturas no entrará en el reino de los
cielos”, y aquellas criaturas eran los niños.
Y así es Luis el cocinero, una
buena y bella persona. Pues Luis es como hay que ser, limpio y puro de
carácter, como un niño. Y se nos ha ido. De hecho se pasa los días en su
pueblito de Soria feliz y contento jugando a las cartas, bebiendo sus cañitas y
buscando jabalíes.
Haciendo esas cosas sencillas que
merece poder hacer quien luchó en la vida sin tregua y merece ahora un descanso
sencillo y tranquilo
Luis es tan buen apersona que si
de mi hubiera dependido “la Última Cena” la hubiera cocinado él.
Amigo de pasear por la ciudad,
innumerables veces me lo he cruzado e invariablemente me decía: “Hasta en la
sopa; te veo hasta en la sopa”, lo cual dicho por un cocinero tiene su gracia.
Esa gracia de soltero con la
cartera llena que creó tanta expectación cuando recibió el destino en la
Universidad Laboral de Zamora procediendo de la de Zaragoza.
Debéis de imaginar la situación:
los almacenes, la cocina, el office, todo ello era un claustro de veinteañeras
que ya no eran vigiladas por los salesianos. O sea un desmadre.
Un corral de preciosidades con
sueldo, a donde iba a llegar un gallito de cresta joven y cartera llena.
Tremendo, arriba unos educando y
en la sentina de la nave una bacanal en ciernes.
.
Luis era un buen partido, aunque
no faltó quien, conociéndole bien, según decía, pues había venido del mismo
sitio el año anterior, advirtió a las
gallinitas ciegas de aquel corral de ojos inquietos por la edad, que el
chico no era para tanto.
Claro que como las mujeres, de inteligencia superior como
ya se dijo, fueron las primeras en descubrir que dos negaciones son una
afirmación, ocurrió lo que tenía que ocurrir,”que quien más lo cuestionaba
con él se casó”, y casada sigue para suerte de ambos y aquí está. ¡¡¡Pilar!!!!
La historia de Luis, aficionado a
la buena vida de la sencillez, las cartas, los jabalís y la buena comida, nos
debe recordar lo imprescindibles que son los servicios generales, como durante
mucho tiempo se llamaron aquí a los compas que no eran docentes.
Si en el hospital cuando hay
huelga de celadores o de la limpieza, el cirujano no puede operar es que
aquellos trabajos son tan fundamentales como el otro; y lo mismo ocurre en la
enseñanza. En nuestro centro, si no hubiera ordenanzas, carpinteros, fontaneros
electricistas, almacenistas y cocineros, no habría manera de dar las clases.
Tan fundamental es un trabajo
como el otro, y en el caso de Luis, que llevaba a rajatabla el horario y el
condimento de la comida, lo vemos más claramente. Es fácil que en aquellos años
que algunos comíamos aquí él nos hiciera esos platos que han facilitado nuestro
buen estar.
Luis que sigas siendo el marido perfecto, tímido, cariñoso y
trabajador, y el compañero ideal, generoso, amable y sin doblez. Más de una y
uno se alimentarán con tu recuerdo de buena persona. Y que te sigas
encontrando con todos nosotros, que te queremos, no lo dudes, hasta en la
sopa.
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