martes, 8 de diciembre de 2015

AUTOINCULPADOS SIN CULPA

AUTOINCULPADOS  SIN CULPA

El impuesto más duro que tienen que pagar los españoles es tener que ir a la mili.

Su dureza radica en su excesiva duración (actualmente el mozo es apartado de la sociedad civil durante 9 meses), en su excesivo peligro (por accidentes directos o desequilibrio psíquico —que puede acabar en suicidio— cada vez hay más víctimas por culpa de este impuesto) y también y por último, la mili es un impuesto, una obligación del Estado a la persona, extremadamente duro para aquellos que consideran la paz  incompatible con las armas, las guerras, los odios colectivos.

Todos estos factores hacen que la sociedad española rechace la mili, y hace también que dentro de esa sociedad surja un sector que de forma radical, son los insumisos, pretende, por el bien de todos, acabar con el servicio militar obligatorio.

Y el termino "acabar" lo utilizan pacíficamente, pues su intenciÓn democrática es conseguir que los partidos políticos cambien la ley en esta cuestión.

No aceptan "el impuesto blanco" (por comparación con la mili) de la Prestación Social Sustitutoria (Objeción de Conciencia), que al durar tres meses más, de hecho busca equipararse en dureza a los 9 de instrucción militar, amén de que en definitiva "hacer gratis trabajos que podrían desempeñar otros cobrando" no es más que un impuesto económico encubierto añadido.

Esos jóvenes radicales "plantan cara” a este problema político del servicio de armas obligatorio para inclinar la balanza a favor de la paz, y para inclinar la balanza a favor de la supresión de la mili, cuestión deseada por la mayoría absoluta del pueblo.

Utilizan para ello métodos nobles y pacíficos. No son los insumisos terroristas que asesinen militares y luego envíen comunicados pidiendo que se suprima la mili, tampoco ponen bombas indiscriminadas, ni selectivas.

Sencillamente "prefieren ir a la cárcel" antes de entrar en el juego militaristas; prefieren ir a la cárcel y no ceder porque así conseguirán que la sociedad (no ellos, que acaban teniendo que hacer "el servicio penitenciario obligatorio") se libre de la sumisión al orden militarista.

No son pues los insumisos delincuentes, son presos políticos, perseguidos políticos, que pueden acabar en el banquillo pero por oponerse a una ley represiva y no necesaria.

Siempre las dictaduras han tenido presos porque "alguien no cumplía las leyes políticas", eran detenidos políticos, aunque siempre el dictador de turno los definía como comunes.

Los insumisos son pues presos sin culpa. Inocentes.

Y junto a ellos, no sólo está el aliento y el aplauso (aunque a veces secreto) de muchas gentes, hay también "in-sumisos del alma"; son aquellas personas que aceptan "atarse a ellos", en la presión para cambiar una norma injusta e inadecuada —la mili— y se atan a ellos: autoinculpándose, es decir diciendo "si ese es culpable yo también, porque los dos pensamos igual... y los dos somos inocentes".

No es frecuente que la gente se autoinculpe. Solo se hace cuando el acusado es inocente; por eso, por ser inocentes los insumisos consiguen que gente "de orden" diga "yo estoy con ellos".

Ahora, la máquina de la ley, no solo va a seguir poniendo penas monstruosas a los insumisos (¿saben ustedes lo que es una cárcel por dentro? En la de Zamora en el mismo mes murió un recluso por arma blanca y otro de SIDA); sino que parece que va a actuar contra los autoinculpados, a los que "les caerían las mismas penas".

No se puede consentir esta aberración. Necesitan (insumisos y autoinculpados) el apoyo de la sociedad, porque son inocentes y porque siempre cuando las cosas han mejorado, ha sido porque unos valientes hicieron gestos y gestas de valor.

Si no fuera por el temple de gentes de este tipo seguiríamos en la época de la esclavitud y la mayoría de nosotras y nosotros ¡esclavos!


FRANCISCO MOLINA. El Correo de Zamora. 1990 o así

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