AMOR
DE SOBRE (II)
Con ánimo de que
prolongues ese amor eterno (que dura un verano) en unas cuantas cartas, se te
ha informado de como debes trabajar el encabezamiento de las misivas.
Corresponde hoy que
trates de aprender a desarrollar el cuerpo de la carta (llámase así a la parte
de la carta que se encuentra entre el encabezamiento y la despedida).
Meterle mano al
cuerpo (de una carta) es jugártela, porque ahí va a ver ella si tienes algo que
decir y tú si tienes algo que hacer
(Qué tienes que
hacer en el futuro, que en el verano se supone empezó todo, ?o no?).
Utilizar el cuerpo
(de la carta) para hablar del cuerpo (de ella) solo debes hacerlo si la conoces
muy bien o si has decidido “jugártelo todo a una carta” (precisamente de ahí
viene esta conocida frase, de que hay cartas que, por lo procaces, calientes,
descriptivas, obsexivas, provocadoras y mas turbadoras que todo lo que se pueda
imaginar, son cartas en las que te lo juegas todo: o eres su hombre o un hombre
más que, como todos, siempre está pensando en- lo mismo.
Mira, puede ser un
buen leit-motiv para el cuerpo de tu carta algo así:
“Panterita, siempre
estoy pensando en lo mismo. En ti. Tu forma de moverte. Tus formas sin moverte.
Cuando te mueves en forma. La movida de tus formas. Siempre estoy pensando -por
tu culpa- en lo mismo: en tu esto, en tu lo otro, en tu lo de más allá ( o más acá, según la postura en que la imagines,
naturalmente).
Como se ve, esa
versión del cuerpo (de la carta) puede hacer que se te derrita la pluma al escribir
y que a ella le repalpite el corazón y todo lo demás;
pero, ¡ojo!, el tema
“obsexivo” es muy delicado, y no hay que perder de vista que las mujeres “son
muy suyas” y..., claro, si son muy suyas es que no son “muy tuyas”.
Y como dice un refrán
de aquí: “Cuando se posee lo que no es de uno, no se posee”.
Así que, si ves la
cosa dudosa, reprime tus ganas de poseerla y cambia de cuerpo (de carta).
Entre las mejores
alternativas (a la anterior) pueden optar por la del “cuerpo serrano”.
El cuerpo de una
carta se dice “serrano” si siendo sencillo es jugoso, si siendo sano es salado,
si siendo del cerdo no es una cerdada.
Este tipo de cuerpo
(de carta) tiene la ventaja inicial de que si ella se olvida tu escrito en algún
rincón, no pasa nada porque lo lea nadie; aún mas, tiene otra ventaja final, y
es que si quien lo lee es la madre de ella, puedes caerle bien (“qué chico más
correcto y educadito”, pensará!) y tendrás a una aliada en su retaguardia.
En su cuerpo serrano
utiliza la moviola de vuestros pasados buenos momentos: el primer beso, el
segundo encuentro, el tercer hombre (no, de esto no hables, frena los celos o te
hundirás, ya te diremos por qué), el cuarto oscuro, el quinto mambo, el sexto
no fornicar (pero si intentar) etc.
Ahora bien, tal vez
te preguntes, ¿puede el cuerpo (de una carta) tener de todo un poco?
Pues evidentemente,
sí; por eso es llamado cuerpo, porque
puede ir desde la suavidad de unos hombros hasta el precipicio de la espalda,
desde la calidez de unos senos hasta el suspense de un sexo.
Por último, apuntar
que existe también el “habeas corpus”, llamado de esta original manera porque
se resume en un: “¿Habeas creído que no me acordaba de ti? Pues “habeas”
errado; guapísima, que me gustas, que te quiero, y mas que no te digo».
El “habeas corpus”
puede servir también de despedida, por lo que es muy utilizado por los
ejecutivos (“Me has ejecutado”, confiesan, y por eso se le denomina así. Créeme).
FRANCISCO
MOLINA. El Correo de Zamora 28 de Julio de 1991. Imperecedero
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