lunes, 7 de diciembre de 2015

LACÓN CON GRELOS

LACÓN  CON  GRELOS

Si lo atractivo de Galicia es el paisaje, la costa con sus playas de arena fina, la posibilidad de excursionear (en coche, bici, barco, tren e incluso a pie), las ricas comidas y su mayor exponente, el marisco, parece que con la marea negra se va a ver mutilada su oferta, en esto último seguro, y tal vez también en lo de las playas.

Va a ser difícil, por lo que se ve venir (chapapote sin fin) que la gente repita estancias de varios días junto al mar.

Ante esto conviene que se recuerde que hay formas de ayudar también sin sacrificio (ayudas estas que son las que a la larga mas ayudan, porque quien no se sacrifica nunca pasa factura, ni tarde ni pronto).

Véase como los voluntarios de estos días confiesan su "sarna con gusto no pica", o lo que es lo mismo, su desinteresada aportación.

Puestos a ampliar el campo de ayudas, en la línea descrita, no hay que olvidar que allí se sigue comiendo de ensueño, bastando como ejemplo que ustedes  prueben el lacón con grelos, amén de otros manjares, no marinos, entre los que hay postres de pecado.

Tampoco hay que dejar en saco roto que un viajecito por allí (se elija lo que se elija se acierta) para ver cómo han quedado las rocas pintadas de negro, también puede ayudar.

Anímense a ese viaje. Por cierto esas rocas de luto, ahora podemos verlas como las piedras que iba dejando pulgarcito para no perderse en el bosque, aunque esta vez entendiendo, los humanos,  que esas piedras nos marcan el camino por el que no hay que ir si no queremos que el desastre del desarrollo por el desarrollo, el negocio por el negocio, y el dinero por el dinero para volver a empezar. en un tiovivo enloquecido, nos lleve a un desastre que allí ya saben lo que es.

Lo de Galicia es el avance de una película que vamos a vivir todos poco a poco.

Nos cuentan que es la mafia, la madre de todos los males. Que esto ha pasado por culpa de esos hombres sin escrúpulos.

Que si no estaríamos en el mejor de los mundos. Pero no son la  mafias las culpables, es la ley del dinero (cuanto más mejor y ni todo el oro del mundo es suficiente, para vivir con una cierta seguridad).

Eso es lo que se respira en el ambiente, y así surgen las mafias, que no son más que gentes que buscan un atajo, que no es la lotería, para enriquecerse sin límite.

Porque no solo la mafia usa barcos viejos para obtener mayor margen de beneficio. Recuerden también la mafia de las pateras, aprovechando una ley que impide la libre circulación de personas (cuando la de capital ya existe casi).

Recuerden la presa de Anarcoyen y la mafia que se cargó Doñana. No se les pase por alto lo de las vacas locas y ese mafioso asunto. Por no hablar de los mafiosos de la cola o del metílico, o del puente o presa que se hunde por mala construcción, o la mafia de la venta clandestina de armas que obliga a desatar guerritas para que haya clientes. O la mafia de los bancos que quiebran y se llevaban por delante los ahorros de pequeños y tentados accionistas. Y si pensamos en las mafias de la trata de blancas, o las drogas, cuyo mayor negocio es la prohibición de todas las cosas, para que así haya negocio, que si no, no habría euro, ni dólar que rascar.

Todo lo explican porque, dicen, hay mafias de hombres malos.

Pero entonces, ¿por que se nos vende como enemigo de la humanidad al terrorismo y no se incluyen también a las mafias, que incluso son mas fáciles de detectar y descubrir y reducir?

Porque es mentira que la mafia sea el mal. El mal es el sistema.

Porque es mentira que la mafia pueda desaparecer, ya que es la que controla el sistema al ser las mafias "grupos de presión" que acumulan tal cantidad de dinero que compran gobiernos, políticos, intelectuales, científicos, religiones y lo que sea, en tal cantidad que contra ellas nunca se hace nada, salvo guardar las apariencias.

Y ahora la mafia de la industria del armamento nos quiere llevar a una guerra que no nos importa porque todas las ganamos.

Hasta que haya un accidente coma el del Prestige, perdamos una, y acabemos todos chapapoteando en miseria.


FRANCISCO MOLINA . La Opinión de Zamora. Imperecedero

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