lunes, 7 de diciembre de 2015

CHAPAPOTES DE SANGRE

CHAPAPOTES DE SANGRE

Aquel que pensó que enviando a alta mar un buque que se estaba hundiendo lleno de petróleo, se quitaba un problema de encima. Aquel que por tomar "sabia y responsable" solución equivocada, ha llenado de chapapote y ruina económica tantos kilómetros de costa y  tantos miles de hogares, pide ahora que se confíe en él y en su sentido de la responsabilidad, para una guerra.

Además, la manera de razonar en lo técnico, es la misma: “Malo  será que una guerra tan lejana y que vamos a ganar, por mal que en ella nos vaya, nos perjudique", debe pensar su señoría.

No ha aprendido nada con lo del barco, que por estar precisamente "en el quinto pino", está causando más y mayor daño que si se hubiera llevado a la costa, sacado la carga y luego actuado para recuperar esa pequeña parte de litoral dañado.

Pero pesar de su error, confesado como propio en gran medida al no atreverse a pisar Galicia a pecho descubierto, ahora resulta que pide que se confíe ciegamente en él.

Mal está el despotismo ilustrado, pero peor sin duda es el despotismo sin lustrar, ese despotismo analfabeto que llevó a Caín a matar a Abel, creyendo que así, a pesar de lo traumático del asunto, con ese último recurso, resolvían ya todos los problemas sobre la Tierra.

Toda violencia, y más la guerra, violencia de las violencias, hace a ésta despreciable, por el chapapote de sangre, dolor y muerte que produce.

Toda guerra es despreciable, no porque cause víctimas inocentes, sino porque todas las víctimas son inocentes.

Como inocentes son no solo las mujeres y niños iraquíes, sino también los soldaditos de su ejército, que seguro van, como todos los soldados, forzados a matar, o sea a morir por las circunstancias

Incluso son inocentes esos soldados de los ejércitos civilizados de Occidente que "matan, mueren, por dinero", siendo más inocentes por cuanto por dinero matan.

Ya que, está claro, que si tuvieran dinero no irían a matar o morir por dinero.

Todo esto sirve para recordar la inmundicia de cada guerra, de toda guerra.
Chapapotes de sangre por dinero unos, o por conservar la vida otros, que a los desertores se les paga con la muerte.

Chapapotes de cuajos de sangre por la depredación del dinero acumulado, capitalismo en acción, que busca multiplicarse sin fin, y sin principios.

Como chapapote fue, y es, y seguirá siendo el que produzcan barcos viejos, de un solo casco, y con el tiempo, de un solo tripulante, que el caso es bajar el coste, a costa de lo que sea, para "sacar más ganancia-, que hay que ser competitivos.

Y lo explican muy bien y con descaro. "Que a veces ocurren estas cosas que nadie quiere, que, qué se le va a hacer, es el progreso, nos dicen, y aun nos espetan más, “¿no queréis tener calefacción, coche y un buen trabajo, pues aceptad un poco de chapapote de cuando en vez".

Y estos días, los que mandan, a la guerra, quieren que aceptemos chapapotes de sangre, para que sigamos progresando.

Pero ellos, los que toman las decisiones, por si acaso, no van a la guerra. No quieren convertirse en chapapotes de sangre.

Que en eso consiste el progreso, que unos manden y otros obedezcan.

Si será fácil matar y morir en las guerras, que a quienes mueren y matan, como eso lo hace cualquiera, cobran menos que quienes se quedan en retaguardia, porque tienen mucha responsabilidad, en realidad toda, a salvo y tan ricamente. Jamás mejor dicho.

Eso sí, el chapapote de sangre del héroe muerto en combate, tras matar lo que pudo, se le oculta a la familia tras chapapotes de chatarra que llaman "medallas al valor”.

Cómo es posible que nos consideremos seres superiores. ¿Acaso no somos un chapapote de imbéciles?.


FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. Imperecedero

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