martes, 1 de diciembre de 2015

UN IAE POLÍTICO

UN IAE POLÍTICO

El IAE como ustedes saben es un impuesto basado en la desconfianza.

Significa Impuesto de Actividades Económicas y se aplica a las empresas o personas que tiene negocios y como tales son, para hacienda, empresas.

Se basa en la desconfianza, porque si cada cual dijera lo que gana no series necesario.

Sin embargo, como tenemos tendencia a no pagar impuestos (aunque si a recibirlos) el Estado no se fía de nadie y, entre otras cosas, inventó el IAE.

Con el IAE ya no hay que decir lo que se gana. Te lo calculan ellos. La idea no es mala. Si un dentista, por ejemplo, dice que gana poco y el de la competencia también, es obvio que si el primero tiene 7 potros de tortura, 5 enfermeras y 2 ayudantes, indudablemente ingresa menos que quien solo tiene una cosa de cada.

Entonces, lo que hace el IAE es que contándote la energía contratada, los metros cuadrados de tu local, el número de trabajadores, etc, te deduce si vas hacia arriba o hacia ahajo, y en consecuencia te dice la cuota a pagar, te pone el impuesto.

Pues bien. Algo parecido habría que hacer con el sueldo de los políticos. 

Resulta que lo primero que hace una institución en cada legislatura es celebrar un pleno (que encima suele ser el primero) en el que los cargos públicos electos se auto imponen sus propios sueldos.

Y claro, como encima los que han ganado no tienen un pelo de tontos (si no, no habrían ganado) les pones un dedo en la boca y te lo muerden.

Traducido al castellano, se gratifican con unos sueldazos de escándalo.

Todo esto origina un descrédito de la clase política que aumenta año tras año.

Eso, amén de que también se produce un vaciado de las arcas públicas a cargo de unos particulares muy particulares.

Llegados aquí, y como nadie está libre de caer en esas tentaciones, lo que hay que hacer es evitarlas.

Se propone por eso que se establezca una especie de IAE político, mediante el cual, a través de unos parámetros, se limiten los sueldos máximos de los políticos agraciados e incluso el número de liberados y machacas (personal de confianza del grupo político/pagado por la institución, sin ser funcionario ni haber sido votado por nadie).

Se podía llamar también IAE —Impidamos Abusos Excesivos – y determinaría, según el número de habitantes, de deuda, de patrimonio, etc, de localidad o autonomía, lo máximo que podrían cobrar los allí liberados a tiempo total.

No, sería obligatorio cobrar, y ni siquiera alcanzar los máximos permitidos.

Así se vería quienes siguen en política al quitar el chollo, y sobre todo, se ahorraría para hacer tantísimas cosas que siendo necesarias no se realizan porque según los que mandan (perdón. los que cobran) "no hay dinero para todo".

Controlados los máximos sueldos, el IAE serviría a su vez para limitar el número de asalariados políticos.

Según mi experiencia como ex concejal y ex diputado provincial en esta tierra, tanto en la Diputación, como en el Ayuntamiento de la capital, bastaría, por institución, con tres liberados políticos (jefe y dos lugartenientes).

Y para los grupos, a elegir, o un machaca a tiempo completo con sueldo de auxiliar administrativo o medio político liberado.

Y para el equipo del jefe de la entidad, con una persona más, a sueldo también de auxiliar, iba que chutaba.

Créanme. Todo lo demás es tirar el dinero a mansalva aun en el supuesto de que trabajaran mucho.

 Que encima no lo hacen, por lo que se ve, y aún menos, por lo que no se ve.


FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. Comienzo Siglo XXI

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