MAS
MADERA
En determinada película de los Hermanos Marx
estos pretenden hacer correr un tren a toda velocidad, y entones, como se les
ha acabado el carbón que alimentaba la máquina, en su lugar echan madera. Esta
tarea la asumen con tal entusiasmo que al grito, ya célebre, de “más madera
que es la guerra”, acaban por destruir el propio tren, que era de madera,
para que cogiera toda la velocidad posible. El humor, crítico y despiadado, y
por tanto constructivo, de los Marx, radica, en esta caso, en justificar
cualquier locura o sin razón o disparate, con la coartada de que se hace “porque
es la guerra”.
En
España, el difunto PP, cambió el “más madera” por el “más mentiras”. Y así, su
grito de seriedad fue: “Más mentiras que es la guerra”. Olvidaron los
gobernantes que el dicho popular:”la guerra es la guerra”, aunque hoy en día se
utiliza en tono jocoso, nació de la nefasta experiencia de comprobar que cuando
se está en guerra todo lo malo que uno pueda imaginar puede ocurrir.
Hay
otra frase, nacida de esa experiencia, que corrobora lo dicho. Es esa de que
“en el amor, como en la guerra,
todo vale”. Es decir el pueblo llano, por haberlo sufrido en sus carnes
reiteradas veces, sabe que la guerra es el peor de los males porque desata
todos ellos. La muerte, las heridas, las torturas, el hambre, las enfermedades,
la pobreza y, no lo olvidemos, la venganza, la hija del odio. Y quien esto no
sepa es que no está capacitado para gobernar.
Por
eso meter a un país en guerra es lo más grave que puede hacer un dirigente.
Gravedad que aumenta si el susodicho cree que esa guerra va a ser un paseo
militar. Insistiendo en esto, se puede tomar también como referencia el sentido
común y la mayor inteligencia de las mujeres.
¿Qué
hace una madre cuando va con los niños y el marido y éste inicia una discusión
que puede acabar en pelea? Aconsejarle sin paliativos. “Déjalo estar. No te
metas en líos”.Todos hemos vivido o visto casos parecidos. Es obvio que la
mujer teme que esa violencia una vez que se desate del todo pueda acabar
afectando incluso a sus hijos. La mujer sabe que no hay que crearse enemigos.
Todo esto, unido a lo anterior forma parte de conocimiento de los pueblos,
porque los pueblos no han aprendido en cabeza ajena, sino con sus propias
costillas e incluso han pagado el aprendizaje con la vida y la miseria.
Por
eso mismo es por la que los gobiernos de turno, que son los que meten a los
pueblos en las guerras, tratan de hacer creer que son algo controlable,
aséptico e incluso bonito, con funerales solemnes y medallas de oro para
los sacrificados. Nada más falso. La
guerra es la guerra.
Creía
nuestro Gobernante JMA el Belicoso, que estaba “Tocado de la mano de Dios”, y
que del trío de las Azores el no iba a tener coste político alguno. No obstante
y por si acaso, como sugirió el editorial de algún periódico, a nuestras tropas
se les tenía más dentro del campamento España en Irak que fuera. Y no sólo eso,
si no que negoció, el que perdió las elecciones, que nuestros soldados
estuvieran en una zona hortofrutícola que nos vendían cual balneario.
Negociación que recuerda, por cierto, a la que le atribuyen a Carod Rovira. Uno
pidiendo protección, dicen, para su país, y el otro para sus tropas, mientras
otros mueren en zonas no hortofrutícolas. En este plan si pasaban las
elecciones, sin que se notara la guerra en propia carne, a lo mejor las volvía
a ganar. Sólo faltaron cuatro días para que el espejismo cuajara.
La
mentira mayor de las mentiras, es la de que una guerra no es una guerra, y que
el enemigo se va a limitar a poner los muertos. Ahora la nueva mentira es que
si nos retiramos gana el terrorismo. Falso. Cuando alguien se va de una guerra
gana la inteligencia y la vida.
Paco Molina. Zamora.
Paco Molina. Zamora.
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