VII
LA
PLUVALÍA ES LA PARTE DEL VALOR CREADO POR EL TRABAJADOR QUE NO ES REMUNERADA
POR EL CAPITAL. LA PLUSVALIA SE AUMETA PROLONGANDO LA JORNADA DE TRABAJO O (Y)
REDUCIENDO EL TIEMPO DE TRABAJO NECESARIO PARA PRODUCIR LA MERCANCÍA.
Los estudios de Marx le
llevan a la conclusión de que lo que paga el patrón al obrero no es todo lo que
éste le da, no es todo lo que corresponde al valor que crea.
Le paga menos, es
decir, el trabajador entrega en riqueza al jefe más de lo que éste le paga en
euros. Esa diferencia es la plusvalía, y la plusvalía es la madre del cordero
del sistema capitalista.
Como, cuanto más
plusvalía más ganancia, nos encontramos con la siguiente paradoja: Todo el
mundo dice estar contra el parao y sin embargo éste aumenta.
Pero claro, como en
toda paradoja, en cuanto se hurga un poco en ella, se desvanece y todo “nos lo
explicamos mejor”.
¿Por qué si todo el
mundo está contra la guerra sigue
habiendo guerras y amenazas de guerras? Porque alguien miente, y así es, no
todo el mundo está contra la guerra, y fundamentalmente no están aquellos a los
que les produce pingues beneficios.
Pues lo mismo ocurre
con el paro ¡no todo el mundo quiere que desaparezca el paro!
Gracias al paro los
empresarios fuertes ganan más, ya que, por un lado los obreros con trabajo
están más moderados por miedo a perder el empleo, y, por otro, los gobiernos
justifican todas las ventajas (subvenciones, exenciones, leyes laborales a
gusto del patrón, etc.) que otorgan a los que más tienen, con la coartada ante
el pueblo de que así se combate el paro. Y aún hay más, con el paro, la sociedad
en general, aumenta su grado de competitividad, exacerbándose el individualismo
y la anti solidaridad, con lo cual resulta que la gente va descaradamente a lo
suyo y pasa de organizaciones sociales, lo que, como consecuencia, trae una
mayor indefensión de los débiles.
No se puede esperar la
solución del problema humano del paro a partir de las ideas que aporten
aquellos a los que directa o indirectamente les beneficia.
El paro sólo puede ser
atacado con contundencia mediante la reducción de las jornadas de trabajo, es
decir, repartiendo el cada vez más escaso trabajo necesario.
Pero claro, como
reducir la jornada de trabajo va contra la plusvalía que se lleva el
capitalista, la resistencia por parte de las organizaciones empresariales a
esta medida es total.
Sin embargo la reducción
de la jornada de trabajo no tiene por qué suponer un colapso económico ya que la
otra forma de conseguir aumentar la plusvalía consiste en producir la unidad de
mercancía en menos tiempo, cuestión que no ofrece ningún problema ante la sofistificación
y eficacia de las nuevas tecnologías; lo
que ocurre, lo que está pasando es que la “ansiedad bancaria” parece ser consustancial
a la clase dominante, que no acepta ganar algo menos para que así todos vivan, en
conjunto, mejor.
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