ENCUENTROS-DESENCUENTROS
–Y- REENCUENTROS
Lo que aquí sigue, ¡ojo!, pretende animaros,
a quienes fuisteis la primer generación con chicas, o sin curas, en la UNI, a reencontraros
en este año 2006. Por tanto, quien tema mirar atrás que no siga; que rompa su
ordenador y rechace esta tentación.
Antes
que vosotros, ayer púberes en formación y hoy, hombres hechos y derechos unos y
otras hechas y deshechas, por mor del doble trabajo, (aunque guapísimas
siempre), se han re-reunido los últimos con “salesianos”, y disfrutaron
de lo lindo.
Y
eso que no hicieron nada que no esté permitido por el sentido común y por algo
que sólo podía durar media jornada: En la Sala Redonda-ubicada en la Topera
como sabéis-se encontraron, saludaron y contaron sus avatares. Hubo risas y
emoción. Luego, en la reformada, en su entrada, Grillera (las habitaciones
siguen igual) encargaron una comida sencilla, y con algunos hijos que tenían y
que no tenían con quien dejar, siguió el reencuentro.
Yo, que soy Paco Molina, y a
algunos os di Matemáticas, supongo, estuve porque uno de los que “celebraban”,
hoy amigo, me avisó y sugirió asistir. Lo pasé de rechupete.
Tampoco tiene ningún mérito. Ya
sabréis por la vida que todo encuentro es bueno por definición. ( No
confundir encuentro con encontronazo). Y que cuanto más encuentro es el
encuentro más sabroso sabe y es. Hasta el punto que aquello que todo el mundo
fantasea pasa por ser el encuentro por antonomasia, el amor, o encuentro con
fusión y confusión de cuerpos y almas.
Por la misma regla de tres, pero
al revés, o regla de tres invertida, todo desencuentro es pernicioso, o
tan neutro que bordea el aburrimiento. Aunque espero que no os haya ocurrido,
precisamente por su sabor amargo, si habéis vivido un “ahí te quedas amoroso”,
de sobra sabéis de que hablo.
Pues llegados a este punto
aparecen los “reencuentros”. No son tan descalabrantes, en lo positivo,
como los encuentros; pero en la medida en que caminan en sentido contrario a
los desencuentros, ya, de entrada, tienen un rico sabor a beso. Beso de
amistad, o beso que se quiso dar y no cuajó, o beso de cariño que se fraguó y
por ahí andaba, metido en los recovecos del trastero del alma.
No se trata de que volváis a “los
mejores años de vuestra vida”, que espero que esos los tengáis aún que vivir.
Se trata de que os animéis a provocar un reencuentro con quienes fueron
compañeros y compañeras del alma, o al menos de pasillo, con la certeza de
que os va a tocar, como mínimo, en esa lotería de los sentimientos, el
reintegro de una morriña, o melancolía, que os reconforte y haga sentir a gusto
con vosotros mismos.
El paso de los años, ya lo
habéis visto, os ha hecho más atractivas a vosotras y más apuestos a los
chicos. Así que, por ahí todo bien. “Si no tenéis qué poneros”, no os pongáis
nada, que los tiempos han cambiado y ya todo está permitido (dicen).
Respecto a que apetezca o no “contar
vuestra vida”, sabed que nadie quiere saber de ti nada que tu no quieras,
pero sabed también, que lo que muchas y muchos anhelan es verte; verte y mirar
en ti su propio pasado para que no se pase sin más, ni tan deprisa. Y tal vez
decirte por lo bajo: “¿Sabes, cabroncita-o cabroncito-que me gustabas
mucho?”.
No se si os veré porque algunos
dicen que “de profesores nada”; da
igual, yo escribo para animaros a un tipo de cosa que luego siempre es mejor
aún de lo esperado para quien la disfruta.
En todo caso estoy a vuestras
órdenes en pacomolinasss@hotmail.com
Y ahora que ya no sois alumnas,
ni alumnos, fuertes abrazos y besos. Pacomolina.
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