Tradicionalmente el
poder ha resuelto sus crisis económicas declarando la guerra a un país vecino:
bastaría con conquistar la riqueza de esa víctima, y para el pueblo invasor,
luego, todo iría de maravilla.
Naturalmente esa
guerra exigía un sacrificio de las gentes antes de entrar en el paraíso: ese
sacrificio, en miles de casos, era la muerte.
Las personas eran
utilizadas como "carne de cañón".
Ahora que los
tiempos son algo más civilizados, el pueblo (los que no tienen el poder, ni están
a su servicio directo) es utilizado, no como carne de canon pero si como
"carne de agujero".
Cuando en 1982 el
gobierno-psoista echó un vistazo a la economía, dijo que había un agujero que
tapar en los altos hornos y la siderurgia, y por ello sacrificaron numerosos
puestos de trabajo (no sin lucha de los sacrificados: recuérdese Sagunto).
Fue la primera
reconversión industrial.
Tras eso todo iría
bien. No fue así y luego empezó el sacrificio de las gentes del campo.
Al parecer ese es
otro agujero que hay que tapar, y desde que lo decidieron no paran.
El punto final será
el barbecho total.
Sigue la carne de
agujero.
Como no hay dos sin
tres, anunciaron el agujero de la Seguridad Social. Lo atacaron aumentando los
periodos mínimos de cotización y rebajando las prestaciones. Complétese ello
con el aumento del precio de las medicinas, y ya tenemos a los jubilados y
enfermos siendo carne de agujero.
Con tantos agujeros
"tapados" ya le tocaba a la economía marchar como Dios manda, pero al
parecer no es así y los del gobierno, rodeados de parados por todos panes,
deciden tapar el agujero del Inem y aplican el decretazo.
La carne de agujero
ahora son los propios parados.
Aunque avisaban de
que con tapar el agujero de turno bastaba, parece que algo falla, y tuvieron
que tapar un agujero genérico, aumentando con fuerza todos los impuestos.
¿Era el último
agujero? No, parece ser que no y así, en la cola de agujeros a tapar nos
encontramos con Renfe, Correos, segunda reconversión industrial, minería y puede
que hasta Zamora sea un agujero a tapar con un cementerio nuclear.
En medio de este
tapar agujeros aquí y allá, ahora le toca el turno al agujero que generan las
personas que trabajan para el Estado (en Ministerios, Autonomías,
Ayuntamientos, etc.).
Este agujero, además
puede dar mucho juego: De momento solo atacan los salarios y rompen en las
narices de los trabajadores el papel donde se firmó la clausula de garantía
salarial.
Pero, si no queda
tapado, a la próxima pueden ahorrar mucho mas aumentando la edad de jubilación
de nuevo a los 70 años.
Y pueden también
dejar las pensiones en manos de aseguradoras privadas; también les queda en la
cartera reavivar la movilidad forzosa para no tener que contratar más gente y
si alguien no acepta hacer más trabajo (al ser menos gente) pues se desenfunda
el despido libre y listo.
Como se ve un agujero
sin fondo en el que cabe muchísima carne de agujero. Ante todo este panorama
conviene recordar:
1.- No hay ninguna
garantía de que el luchar lleve a la victoria.
2.- Si hay garantía
de que luchando se siente uno mejor.
3.- De rodillas
nunca nadie se hizo respetar.
Así que, si usted no
quiere ser carne de agujero, tápeles los agujeros de las narices con un puñetazo
legal: la huelga.
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