EPULÓN
EL RICO
Acaba de estar el
Papa por España y le ha pedido al bueno de
Aznar que defienda la tesis de que en la presunta Constitución de la Unión
Europea se haga una referencia a la raíz cristiana de nuestra civilización.
Ante esto conviene
recordar que el cristianismo no tiene nada que ver con eso de que, al parecer
doña Ana Botella, a la sazón señora del mencionado, por lo visto se portó mal
al ser recibida por el sumo Pontífice y cruzó las piernas durante la audiencia.
Por lo visto no es
decente cruzar las piernas ante el Papa.
Aunque digo yo que
peor hubiera sido lo contrario.
Pero bueno, a lo que
íbamos, conviene, decíamos, comentar que las creencias cristianas no son esas
cosas que más tienen que ver con lo que el pueblo ha bautizado como
"meapilismo".
Las enseñanzas del
cristianismo, por lo que recuerdo, si son sin embargo algo que va más ligado al
dicho del propio Cristo de que "es más difícil que entre un rico en el
reino de los cielos que el que un camello atraviese el ojo de una aguja".
Y en este sentido, y
aprovechando que hay elecciones, y que ahora se afirma, con descaro, que no
existen derechas, ni izquierdas, me gustaría compartir con ustedes aquella parábola
del Mesías.
En efecto, se trata
de la parábola del Rico Epulón y del Pobre Lázaro. Que más o menos era así.
El rico Epulón, como
tenía de todo, comía opíparamente, mientras que el pobre Lázaro, al ser pobre
de solemnidad, había de conformarse con las sobras de su rico convecino.
No recuerdo ahora como
terminaba la moraleja de tal parábola, pero para lo que aquí se aspira a narrar
no importa. Porque lo que si se busca es utilizar esa imagen, la de esa parábola,
para hacer ver lo que son las derechas y las izquierdas, y luego que cada uno
haga de su capa un sayo y de su voto lo que se le antoje.
Hay que partir del
factor común de que tanto las derechas como las izquierdas tienen muy buen
corazón, por tanto a las dos les da pena Lázaro.
La diferencia está
en cómo resolver el problema del pobre y hambriento mendigo.
Surge ahí la aguda
inteligencia de las derechas, que razonan así.
¿Acaso no come Lázaro
de lo que le sobra a Epulón? Se preguntan.
Pues hagamos que
Epulón cada vez sea más rico y así sus migajas serán más abundantes y Lázaro
tendrá las calorías suficientes para llevar una existencia digna.
Los de centro opinan
igual que los de derechas o conservadores, pero matizan, y por cuestiones éticas,
que tienen su importancia, dicen que las migajas no las debe recoger Lázaro del
suelo porque eso humilla, y proponen que se le sirvan en plato al pedigüeño,
aunque sean migajas.
A eso la
socialdemocracia aporta un detalle que no es baladí. Se trata del concepto de “igualdad
de oportunidades”.
Pase que Lázaro coma
las migajas del rico Epulón en plato, pero ¿por qué ha de ser el rico él que decida siempre lo que come, con lo que
eso puede suponer de disgusto para Lázaro, al tomar migajas que no son de su
gusto en ocasiones?
Por tanto la
justicia social otorga, en el credo ideológico del que hablamos, el derecho a
que algún día de la semana el pobre decida qué ha de comer el rico, lográndose
así una comida no solo con las suficientes calorías, sino también algo más
variada.
Y por último tenemos
a la izquierda radical o utópicos, que pretenden que democráticamente el rico
acepte perder unas elecciones por las cuales los pobres determinen que ellos no
tiene por qué comer las sobras de nadie y que exigen sus derechos a comer el
primer o el segundo plato de lo que come el rico, y si se tercia la mitad del
postre.
A estos se les llama utópicos porque se piensa
que los ricos no van a soltar nunca plato alguno ya que, en cuestiones de
cocina tiene la sartén por el mango.
Ante esto vota lo que quieras y que te
aproveche.
FRANCISCO
MOLINA. La Opinión de Zamora. Imperecedero
No hay comentarios:
Publicar un comentario