domingo, 6 de diciembre de 2015

EPULÓN EL RICO

EPULÓN  EL  RICO

Acaba de estar el Papa por España y le ha pedido al bueno de  Aznar que defienda la tesis de que en la presunta Constitución de la Unión Europea se haga una referencia a la raíz cristiana de nuestra civilización.

Ante esto conviene recordar que el cristianismo no tiene nada que ver con eso de que, al parecer doña Ana Botella, a la sazón señora del mencionado, por lo visto se portó mal al ser recibida por el sumo Pontífice y cruzó las piernas durante la audiencia.

Por lo visto no es decente cruzar las piernas ante el Papa.

Aunque digo yo que peor hubiera sido lo contrario.

Pero bueno, a lo que íbamos, conviene, decíamos, comentar que las creencias cristianas no son esas cosas que más tienen que ver con lo que el pueblo ha bautizado como "meapilismo".

Las enseñanzas del cristianismo, por lo que recuerdo, si son sin embargo algo que va más ligado al dicho del propio Cristo de que "es más difícil que entre un rico en el reino de los cielos que el que un camello atraviese el ojo de una aguja".

Y en este sentido, y aprovechando que hay elecciones, y que ahora se afirma, con descaro, que no existen derechas, ni izquierdas, me gustaría compartir con ustedes aquella parábola del Mesías.

En efecto, se trata de la parábola del Rico Epulón y del Pobre Lázaro. Que más o menos era así.

El rico Epulón, como tenía de todo, comía opíparamente, mientras que el pobre Lázaro, al ser pobre de solemnidad, había de conformarse con las sobras de su rico convecino.

No recuerdo ahora como terminaba la moraleja de tal parábola, pero para lo que aquí se aspira a narrar no importa. Porque lo que si se busca es utilizar esa imagen, la de esa parábola, para hacer ver lo que son las derechas y las izquierdas, y luego que cada uno haga de su capa un sayo y de su voto lo que se le antoje.

Hay que partir del factor común de que tanto las derechas como las izquierdas tienen muy buen corazón, por tanto a las dos les da pena Lázaro.

La diferencia está en cómo resolver el problema del pobre y hambriento mendigo.

Surge ahí la aguda inteligencia de las derechas, que razonan así.

¿Acaso no come Lázaro de lo que le sobra a Epulón? Se preguntan.

Pues hagamos que Epulón cada vez sea más rico y así sus migajas serán más abundantes y Lázaro tendrá las calorías suficientes para llevar una existencia digna.

Los de centro opinan igual que los de derechas o conservadores, pero matizan, y por cuestiones éticas, que tienen su importancia, dicen que las migajas no las debe recoger Lázaro del suelo porque eso humilla, y proponen que se le sirvan en plato al pedigüeño, aunque sean migajas.

A eso la socialdemocracia aporta un detalle que no es baladí. Se trata del concepto de “igualdad de oportunidades”.

Pase que Lázaro coma las migajas del rico Epulón en plato, pero ¿por qué ha de ser el rico  él que decida siempre lo que come, con lo que eso puede suponer de disgusto para Lázaro, al tomar migajas que no son de su gusto en ocasiones?

Por tanto la justicia social otorga, en el credo ideológico del que hablamos, el derecho a que algún día de la semana el pobre decida qué ha de comer el rico, lográndose así una comida no solo con las suficientes calorías, sino también algo más variada.

Y por último tenemos a la izquierda radical o utópicos, que pretenden que democráticamente el rico acepte perder unas elecciones por las cuales los pobres determinen que ellos no tiene por qué comer las sobras de nadie y que exigen sus derechos a comer el primer o el segundo plato de lo que come el rico, y si se tercia la mitad del postre.

 A estos se les llama utópicos porque se piensa que los ricos no van a soltar nunca plato alguno ya que, en cuestiones de cocina tiene la sartén por el mango.

 Ante esto vota lo que quieras y que te aproveche.


FRANCISCO MOLINA. La Opinión de Zamora. Imperecedero

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