ZAMORAMIENTOS
EL
CIMBORRIO INTELECTUAL
Agustín García
Calvo sí necesita presentación... para ver si así, entre todos, logramos encasillardo.
Que él no quiera e incluso que huya de ello no
nos prohíbe a nosotros jugar a lo contrario.
Lo que de él se va a
decir es tan obvio que se teme haya sido dicho ya antes: Agustín es el Cimborrio Intelectual de Zamora.
Es la referencia de
orgullo intelectual que se utiliza por esta tierra.
Y hasta tal punto se
da esa categoría de emblema y exponente de la intelectualidad que ha conseguido
que la relación de muchos respecto a sus exposiciones teóricas se mantenga,
aunque sea dentro de un carácter incluso sadomasoquista.
En el ajedrez de la
razón juega con las fichas del sentimiento (que son las negras, por supuesto)
contra las fichas del orden.
Sin embargo, mueve
las piezas a partir de estructuras mentales basadas en la lógica, desembocando
así en una bella ¡contradicción de la vida!.
Pero esa contradicción le refuerza, porque
Agustín García Calvo es sobre todas las cosas un poeta vivo, o al menos así nos
lo parece a algunos. Un poeta vivo, que se deja la vida en cada ficha que le
comen, y también en cada ficha que come.
Son varias las
razones para admirarlo, pero por la que más le admiramos muchos es ¡por vivir
con pasión!.
Hoy, en esta inauguración de la Universidad
Libre de Zamora, estamos aquí expectantes, esperando qué va a decir y por dónde va a
salirnos, con un “rompan filas” o un “a formar”. Veámoslo.
El texto anterior
fue —más o menos— la presentación que se hizo por mi de García Calvo en uno de los
actos celebrados durante la ocupación del ex cuartel Viriato, pero sin duda
alguna hace falta añadir algo.
La palabra cimborrio
es un nombre común ( “cuerpo cilíndrico que sirve de base a la cúpula y sobre
el que se apoyan...”), pero en Zamora ese término significa algo más, de la
misma manera que la torre inclinada va unida por fuerza a la ciudad de Pisa,
aquí el nombre de la ciudad sugiere la catedral, y ésta, por asociación de
ideas, el de su célebre cimborrio.
En su haber tiene
Agustín García Calvo el haber llegado a ser, para todos, el intelectual
clásico, que por su soberbio y reconocido prestigio se enarbola como orgullo
vivo y viviente de estas tierras; es por tanto el cimborrio intelectual de
Zamora.
Incluso todo el mundo
aspira a haber estado en alguna de sus actuaciones, se presume de conocerlo
directamente o de haber sido testigo de cualquiera de sus anécdotas.
Y con tal fuerza
arrasa que tiene hechizada a la gente, por eso, le entiendan o no, le sigan o
no, les aburra o no, compartan lo que dice o no, adonde él va a hablar, allí
van a oírle; en placer puro algunos, en placer sadomasoquista otros.
Seguro que él lo
sabe y lo nota, incluso le han dado un premio que podría arremeter contra su
talante, pero, oye, como si nada, y así se le pudo ver, sin subirse a ninguna
parra, ir todos los martes a aquel cuartel a dar unos ejercicios de lectura y
escritura en la «escuela superior de sabiduría popular» zamorana, y ello sin
más premio que su satisfacción personal.
Por si alguien se
anima, ahí va la propuesta: pasemos de admirarle, también, a quererle.
FRANCISCO MOLINA
MARTINEZ . Publicado en El Correo de Zamora el 7 de Julio del año 1.990
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