martes, 14 de julio de 2015

Consuelo Arnáez González. Chelo


 Consuelo Arnáez González. Chelo. Cocinera.

Del bocadillo de chorizo a la crema americana.

Esa es la trayectoria vital y personal de Chelo. Que es  por  quien vamos a empezar hablando, dado que amenaza con llorar de emoción y ponerse más histérica que si viera un ratón, cuando oiga lo que se dice de ella.

Chelo es tan de la Universidad Laboral que durante años no sólo trabajó aquí, sino que incluso vivía aquí (o sea, allí). Pudiendo por ello corroborar fehacientemente que los otros inquilinos (los salesianos) tenían voto de castidad, lo cual a falta de democracia no es mal voto.

Cosa, la dicha, que tiene su mérito, pues Chelo era un bomboncito. Ya aficionada a los bocatas de chorizo y cantarina de coplas que acompañaban su alegría.

Persona muy inteligente y trabajando en un lugar regentado por curas, aplica al pie de la letra lo de adorar al santo por la peana, y cuando corresponde, enflorece a María Auxiliadora en una imagen que está en la cocina, según la teoría de Santa Teresa de Jesús de que Dios también anda entre  pucheros.

Ella  había llegado de Rojas de Bureba (Burgos) y como toda hija del Cid que se precie tiene un carácter que se las trae, pero hay un compañero, que arribando años más tarde desde Cantalapiedra (Huesca) y que es educador, le ablanda el corazón.

Hablamos ahora de Pepe Cabrera, su actual esposo. En aquella época Cabrera es goloso (y ahora también) y se comería a ese bomboncito que es Chelo de un bocado, pero de momento se limita a degustar sus guisos.

Hasta que ella le pone el anzuelo en forma de Declaración de la Renta: “Y tú, guapito, ¿me harías el IRPF?”. A lo que el educador Cabrera, educado pero conocedor del dicho: “lo cortés no quita lo valiente”, no solo le hace el IRPF sino que se lo hizo tan bien que desde entonces se lo hace sin parar. Incluso les ha salido a devolver una hija extraordinaria.

Agradable y divertida, Chelo hace suya la máxima de su pueblo, “Nunca digas de este agua no beberé, y menos si el agua es de Calabor”.

Y así pasa de Ayudante de Cocina a Coordinadora de la misma, mostrando una gran capacidad para el trabajo en general y para el trabajo bien hecho en particular.

“El bocato di cardinale”, en la Universidad Laboral de Zamora, se traducía por “bocato de salesiani” o crema americana (una crema de café) que Chelo hacía como los ángeles, pionera pues del delicatessen, y qué llevaban en una furgoneta de un edificio a otro temblando por si los baches daban con el exquisito manjar por los suelos.

Como veis Chelo es la historia viva de lo que se ha dado en llamar “vivir como un cura”, y viva historia también de una Universidad Laboral repleta de anécdotas insospechadas cuando no secretas.

Chelo, tu inteligencia, tu arte y tu alegría te han permitido pasar 42 años por la Uni como si nada, como si todo. Tu función, cocinar, la has hecho tan bien que sólo cabe quitarse el sombrero ante ti. Ahora regresarás a tu tierra a donde te seguirá tu marido Pepe dentro de un año, siempre que no le pidan que haga un IRPF, así que como eres muy inteligente, ¡tú verás!. ¿No sería mejor que te quedaras por aquí que así podemos verte, oírte cantar una copla, y tal vez hacernos una cremita americana, tú que eres tan bella persona y apetecible amiga?  

No hay comentarios:

Publicar un comentario