lunes, 13 de julio de 2015

María del Carmen Álvarez Rodríguez. Carmela



 María del Carmen Álvarez Rodríguez. Carmela. Profesora de Lengua

De Miss Magisterio a Magisterio Mix.

Con Carmela, como conocemos a la moza, hay diversidad de opiniones. Unos opinan que es muy humana y otros opinamos que es divina.

Elegida Miss Magisterio por aclamación visual y unánime, en sus tiempos de estudiante en la Escuela Normal, su palmito y el titulo de maestra la llevaron, como era de esperar, a la alegre Andalucía.

Y de allí volvió cantando, devota como es de Lole y Manuel: “El Sol… ha vencido a la Luna… que se aleja impotente ….del campo de batalla”.

Y como nueva y nueva Eva, le tendió una manzana, allí en el Colegio Rio Manzanas, claro, a su magnífico hombre de hoy, su Javier, que era compañero de aquel claustro.

Y así, feliz, un día oyó que junto con un grupo de maestros venia destinada a la Universidad Laboral. Qué horror un instituto lleno de “catedráticos pata negra”.

La función de los anticuerpos es prevenir en vez de curar y por eso cualquier colectivo tiende a evitar lo nuevo no sea qué.

Hasta el punto de que a veces te ponen un válvula en el corazón para salvarte la vida y el cuerpo que queremos salvar, tontamente nos la rechaza.

No había nada que temer y si mucho que disfrutar y Carmela fue sin duda magistralmente mix, con su estilo espiritual, su paz corporal, su entrega a la docencia, su desvelo por nuestros clientes, su tacto con todos los compañeros del barco, desde el grumete si lo hubiera, hasta el capitán que lo hay.

Un día me pidió que les hablara a los chicos, de un curso que teníamos en común, ella, profesora de lengua, del número CERO, y me lo encargó a mí que soy un cero la izquierda, ella que es un CERO a la derecha del UNO de su magnífico desempeño profesional, ella que es una mujer diez.

Carmela, ¡ay! Carmela, no te vayas patita negra, no te vayas espléndida amiga, que los niños te necesitan, sus familias más, nosotros también, no te vayas encanto de los pasillos, dulzura de los conserjes, postre de los de cocina, alegría de la casa, no te vayas, tan guapa hasta con el pelo rapado.

Y si te vas, Carmeliña, vente conmigo a La Habana, aunque sea con Javier.

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