-“Mañana sale aquí
La Borriquita, así que si no te importa a ti salir con un borriquito ¡aquí me
tienes!. ¿Vale, guapísima?”.
Andrea había venido
a Zamora porque le habían dicho que su Semana Sata era muy recogida, y ella
confiaba en que ese fervor, unido a su fervor, pudieran actuar a favor de su
novio, el guardaespaldas Jacinto, que sufría tremendos ataques de celos cada
vez que ella le decía que el próximo verano, o sea éste, iba
hacer top-less.
Por todo esto,
Andrea estaba dispuesta a verse todas las procesiones, pues al no conocerlas no
sabía en cuál podría saltar la liebre del milagro.
Por tanto aceptó la
propuesta de Benito Lasolana, si bien pensó, con silenciador, lo fresca que
era, al ir a ver una procesión para pedir precisamente que su novio secreto se
cure de celos, y ello acompañada por un tipo tan estupendo como aquel ligón empedernido
que la adobaba con la voz, la comía con los ojos, la digería con el olfato, la acompañaba
con los oídos, y la troceaba con dedos y rodillas.
Cuando se acabaron las
claras, la clara de ella y la clara de él; él ya sabía que ella se llamaba
Andrea, que en ese momento no llevaba ropa interior superior, que se alojaba en
casa del autor de “Zamoramientos” porque éste se había ido al Caribe en busca de
limones salvajes y se la había cedido, que pertenecía a una de las familias más
adineradas de la muy noble y leal villa de Mecachis, y que se veía a si misma
muy parecida a Zamora porque indudablemente ella también era “la bien cercada” ya
que él, Benito Lasolana, no la dejaba ni a Sol ni a sombra.
Soltaron la
carcajada y como dos embarcaciones que sueltan amarras, se hicieron a la mar y
buscaron el parque de la Marina.
(Continuará)
Paco Molina de
Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986.
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