El caso de la ducha fría. Capítulo
57. Comiéndose las uñas.
Eran tales los
pormenores con que Benito Lasolana le contaba a la detective Sánchez su relación
con Andrea, que aquella llegó a pensar si no estaría el tío cargando las tintas
para excitarla y llevársela al huerto.
Por eso, ahora,
cuando la citó en su propia casa, se lo pensó mucho antes de aceptar.
Lo que inclinó la
balanza en el corazón de Amilcar Sánchez – detectiva privada- a favor de
aceptar el reto, fue el momento en que la historia de Andrea y Benito había
quedado.
Para Amilcar, como
mujer que era, el hecho de que Andrea estuviera tomándole el pelo a Benito
Lasolana –ligón de profesión- y enervándolo hasta el punto de hacerle comer uña
tras uña, le parecía lo suficientemente estimulante como para, si llegara el
caso, jugarse el tipo y si se terciaba el himen, o los restos que de él
quedaran después del paso salvaje de los miembros del Tribunal de Notarías, en
el día aciago en que se abalanzaron sobre ella.
Benito Lasolana
vivía en el complejo “las Flores” con sus padres.
El complejo “Las
Flores” es un conjunto de viviendas que se miran en el Duero.
Recibe el nombre de
Las Flores, porque en él vive lo más florido de la ciudad.
Zamora sin “Las Flores”
sería como un tiesto sin macetas.
Era el 24 de Septiembre
de 1986 y la bien cercada vivía el bullicio de una Bienal descomunal.
En general la Bienal
de Escultura Ibérica, estaba resultando, en conjunto, un monumento a la
imaginación:
Hombres llenos de
tristeza, sentados sobre su maleta, esperando para irse a ninguna parte,
Estatuas de la
libertad secuestradas y de capa caída,
Toros que no cobraban
a los niños por dejarse montar,
Y hierros y hierros que quitaban hierro al
aburrimiento general.
(Continuará)
Paco Molina de Zamora. Emitido en Antena 3 Radio de Zamora en 1986
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