El Síndrome del Burgués.
Al estar en una sociedad consumista y competitiva, aunque la
repudiemos, algo de ella se nos impregna y pega; como si hubiéramos pisado
mierda aunque no queramos, un desagradable tufo nos acompaña (el que esté libre
de culpa que tire la primer piedra).
Pues bien se trata de compensarlo con colonias y perfumes de
humildad, y no querer figurar por encima de todo (y de todos), no querer
protagonizarlo todo, no querer saberlo todo, no necesitar estar en un partido
político sólo cuando sube y gana porque eso da sensación de éxito; no dejar el
grupo porque tras un fracaso consideras que no se hizo lo que tú decías (que
según tú, claro, era lo bueno).
No se puede pretender estar con los débiles y creer que la
batalla va a ser sencilla, fácil y agradable.
Cuando se apuesta por el bando de los humildes hay que
olvidar el éxito como concepto burgués de triunfo social, hay que olvidar el
aplauso en los salones de alfombra, hay que olvidar también que no valoren (sin
duda por descuido) todo lo que has hecho en tus largos años de entrega, y el
que no te estén pagando lo que mereces.
(Concepto burgués donde los haya, pues
siempre ellos han creído que tienen más dinero porque lo merecieron).
Casar merecimientos con reconocimiento de estos es producto
de la cultura del éxito/burguesa.
Del libro EL ALEGRE COMUNISMO de Paco Molina
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