No a la Energía Nuclear.
La ecología, el respeto a la Naturaleza como fuente de vida,
de riqueza y como escenario de lo que debe ser nuestra felicidad, está pasando,
a marchas forzadas, de ser una postura ética y científica, a ser una necesidad de
subsistencia.
En este sentido, si se quiere ser vanguardia de algo, hay
que estar en este campo y además luchando a brazo partido.
Y la energía nuclear va a ser, precisamente, la que convenza
a los de mente más tardía de su sin razón, salvo como fuente de riqueza rápida
para determinados poderes, y salvo como fábrica indirecta de materia prima para
armas nucleares.
Los accidentes nucleares ya ocurridos, los eternamente
peligrosos residuos radiactivos y las nuevas sorpresas que nos dará este
infernal laberinto, que produce desastres, muertes y herencias de pesadilla,
hasta ahora no generadas por ninguna otra creación humana de uso pacífico (¿),
van a dejar el campo de la política bien marcado y diferenciado, entre los que
son revolucionarios, a favor de la vida y de los pueblos, y los que, en
realidad hablan de revolución en determinados círculos pero por lo mismo que se
habla del tiempo en los ascensores, por decir algo.
La oposición a las centrales nucleares no puede surgir tras
oír a un técnico, pues los hay que hablan a favor unos y en contra otros; debe
surgir del derecho al análisis de los datos que posee cada ciudadano e,
incluso, de su intuición.
Por ejemplo, hoy, hasta el más lerdo se muestra extrañado
ante una industria que decía tener todo controlado y sin embargo no sabe qué
hacer con la basura radioactiva, mortal y contaminante que produce.
Por lo demás, aceptar que la energía nuclear no debe ser tan
mala ya que muchos países la tienen, es como aceptar como buenas las guerras
porque en muchos países las hay o se preparan para ella.
Del libro EL ALEGRE COMUNISMO de Paco Molina.
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